Estoy en mi escritorio
Publicado en Oct 13, 2009
Estoy en mi escritorio tornasol:
La luz es cambiante en sus desmanes. Se desliza sobre las cosas tersas y va de cacería a los rincones buscándo ratoneras o quizá telarañas. Los vapores surgen de su sulfuro y me van golpeando con sus manos de asma. Cierro los ojos no despiertos. Es atroz la quimera del mundo y terrible el engranaje en el que anda. Hay derramamientos de sangre por dinero y en todo se envuelve el latrocinio. Los ricos tienen yates, amantes y nenúfares y navegan en pleno desenfado. Los inocentes van al cepo en lugar del capo y estamos llenos de chivos expiatorios. Hay una delgada transición entre luz y sombra en que se alargan las prostituciones. La ciudad se inunda de gente miserable que vive en ranchones semidestruídos. Hay movimientos sociales que son lacras y en todo está la perniciosa mano del político. Es tanta la culpa de este entorno humano y tan abrumador el peso que desprende que no puedo encender mi inteligencia y mi creatividad está obnubilada. Caigo siempre en lugares vacíos donde trato de mover mis ideas. Estoy repleto de infertilidad y una de mis manos cepilla a la otra mano. Veo un agujero de gran diámetro en el techo y pienso que por ahí se han ido las imágenes. Siento que los muros me espían a mis espaldas y que los ojos de buey me miran como esfigie. Quisiera enfundarme en mi traje y mi sombrero. Tomar una vara e ir por los sembradíos y escaparme de los pájaros-sabuesos que quieren sabotearme las jornadas. Pasar ante los antros desmantelados y perderme entre las columnas del viento. Volando, mirar de reojo las antiguallas que sacan de los graníticos y agrietados museos. Buscar nubes en que quepa mi tamaño y permaneces sobre ellas o bajo ellas todo el día. Palpar a las atónidas crisálidas antes que el guardabosque las cace y las destroce. Y huir de las mujeres ya de muchos toqueteadas. Ver a una que otra energúmena romántica que rasura con educación y presteza sus piernas para tocarse en el cinematógrafo. Me gustaría oír a los cardenales condenándose y codearse entre vulgaridades. Caer de barrena entre las interrogaciones y volver a los predios de mi pueblo... Hay días en que la pluma me es escurridiza y la tinta no quiere ni inmutarse. Más hoy, que estoy recientemente separado y que el desamor va trastocando mis letras... Esos días voy a los patios de mi mente y me remonto con mi esquife hacia el sol.
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