Mi insistente jefa
Publicado en Oct 10, 2022
Y aquí íbamos a la aventura nuevamente, en uno de aquellos diabólicos viajes por ti inventados, justificado en la empresa y aceptado por tu marido.
Porque eras la cabeza y manejabas a tu antojo el dominio: Eras la jefa investida con ese especial carisma tuyo tan perverso, con ese don de mando irresistible y ese horrible mal carácter incluido. Sin embargo, no eran solamente tus órdenes las que en mi corazón se dictaban y yo, sumisamente, obedecía; eran mil razones más de agrado que me sometían: Tus hermosos ojos pardos de mirada robadora, por ejemplo, que me hacían bajar la vista cuando clavabas tu excitante sonrisa maliciosa en mi alma rendida; el apetito descontrolado de mi sangre hirviente cuando un descarado roce de tu mano se deslizaba por mi pecho en un cruce nuestro por los pasillos de la oficina; o el capricho seductor de tus labios rojos en tu boca vehemente y el atrevido beso robado a la pasada. Abusabas conmigo, disponías de mis movimientos y me privabas absolutamente de mis dones donjuaneares, de los coqueteos con las otras compañeras (egoísmo y celo envueltos en tela de lujuria), porque me querías en exclusiva, como un pernicioso trofeo de cazadora. Mas el premio me halagaba, porque en esos furtivos viajes de dos días me entregabas encendidas estrellas de tu cuerpo desnudo con clara piel ardiente cual espuma blanca de belleza sin imitaciones, explosado en gemidos placenteros y pasiones desenfrenadas. Cómo no gozar tu fragante pecho terso empapado de cansancio, o tu impetuoso vientre húmedo y aterciopelado apoyado en mi velluda panza cubierta con sudor, calentando mi exigida energía, reclamándome resistencia y esperando –después-- una más… Causabas en mi un embrujo enajenante cuando en mi oído murmurabas jocosamente suciedades delirantes de tu procaz y encantador repertorio y te aprovechabas para asegurarme en palabras susurrantes y hambrientas que yo te gustaba más allá de tus orgasmos; y en otras ocasiones me pedías, modestamente, que nunca te dejara… Imposible negar que me anulabas, pero al mismo tiempo me desconcertabas. Jamás me explicaste qué era de mí lo que buscabas con tanto ahínco y yo, con secreta libertad imaginaba indeterminadas deficiencias entrabadas con tu par de la familia, pero en la esencia de mi fuero, debía morder mis propias ideas en silencio, porque ya conocía el amargo y justificado rencor tuyo para mi esposa de quien sabías que, aún a pesar de las aventuras tortuosas tuyas y mías, en mi corazón era ella la dueña de mi amor verdadero.
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Luz Lobos
El deseo de todo hombre, tener una esposa fiel esperando en casa y a la amante en la oficina.
Pero la jefa!!!! La dueña del control remoto, la que decide, la acosadora; difícil de llevar si no es de mentalidad abierta, pensando además en el machismo que reina hasta el hoy.
Cariños
juan carlos reyes cruz
No obstante permíteme aclarar que este cuento (en especial este) es una fantasía. No niego que de haber existido una ocasión semejante es posible que la hubiera protagonizado tal como la relaté, pero no lo fue.
Al igual que tú poseo un potente ingenio y soy capaz de fantasear con él, pero también como tú abro en mis escritos paso a mis sentimientos, porque contrariamente a lo que algunos creen soy humano.
Un abrazo.
Luz Lobos
JUNTALETRAS
Mas el premio me halagaba, porque en esos furtivos viajes..."
Pobreciiito, pobreciiito... :) :)
¡Magnífico relato el tuyo Juan Carlos...! Cuando me gusta siempre digo lo mismo:
Nooo pares, sigue sigue...
Enhorabuena.
Daih
Entretenido el relato Juan Carlos. Me gusta leerte.
CEMENTO.-
Hasta un relato aburrido puede servir para armar buenos debates.
Suerte.
CEMENTO.-
Daih
CEMENTO.-
juan carlos reyes cruz
Por favor que alguien le diga que no es bien venido porque huele mal, tiene mal aliento y, además, sus argumentos carecen de sustento.
También es necesario que le adviertan que no se moleste en replicar porque sus apariciones no las alcanzo a leer, pues me basta con ver su caricatura y hago que desaparezca todo lo suyo.
De antemano agradezco