Tú en tu pelo
      Tú en tu cara,          En tu talle de vaho contoneándose             Dónde la acera ya se desdibuja en rosas.          Brota el ardor de una cascada fresca     Cuando te acercas, a mesarme las sienes.       La bruma es una y luce en tu apariencia cierta, tan fugaz y certera cómo las coplas locas      Bebo del cuenco de tus manos el agua de tu aroma, si es que quieres brindarmelo, amiga.        Tus ojos tienen todos los luceros que abarcan las cisternas, con las que sueño y sueño    Ojos en  los que te veo florecer cuando me abres en cantatas íntimas en las miriadas de arpegios contraidos que se desparraman en las venas del aire, en los ángulos de las redes que se crean y borran y no terminan de ser ni de existir   que fluyen hacia ti cuando te veo acercándote,  Las cosas se incineran al paso de mi otoño    Pero siempre rebrotas con olor a uva verde,  a manzana incipiente,a tierra anaranjada  Que me llena de gozos más que las vidas nuevas o los dones perennes...   Para buscarme en algo hay que escarbarme en ti   Y en los otros amores que tuviste y no supe.Pero cuando eres mía deambulamos al frente  de un futuro que llama desde los arreboles. No importa que todo se doble o desfigure:   Eres aquella Ensenada blanca en dónde dejaré mi cuerpo, llevado a dónde quieras y como quieras  y para ser de ti es por lo que yo nazco.