El mismo día,
Lenta y tediosamente se repite,
Falsamente lleno de una paz casi perpetua, 
Que mana desde su brusquedad inexorable.
Su tosquedad se amontona a mi puerta de vientos:
Falsedad de las repeticiones que se reinventan, se dibujan y borran y no dejan de procrearse.
Entre los cúmulos veo dos cerros pequeños, cómo sal en puñados, o sendas puñaladas en las que falta sangre...
Que parecen como venir de las entrañas de un cielo raramente paciente.
Todo son copias de las mismas tediosas repeticiones, que se entregan a perseguirme desde que engendro madrugadas o tomo entre mis manos el fabricar los fuegos que acaso alguna vez llegarán a ser imperiales o semitodopoderosos.
Las madrigueras pasan y ante mi se maduran
 Y dan a luz segundos que ya siento vividos.
  Sagitario me vigila mientras las constelaciones se multiplican una y otra vez, cómo un pasado muerto que arrastra a su cadáver.
  Pero yo me mantengo de pie en mis misticismos, en el mismo lugar en donde engendro soliloquios, y, muy de cuando en cuando, me sonrió con la noche.