cuerpo
Publicado en Nov 13, 2022
Cuerpo que raya en la insania de este mediodía en el que atravezamos una andanada de imaginarios y delirios y la piedra se quema si la aguja la horada. Te echas en tus cadencias y esa melena fúlgida que me asombra envidiada por hembras que se hicieron farallones, sequedales vueltos resecos por tu presencia eximía, donde los torrentes son bebidos tornándose las víctimas en alaridos de sed y la piedra se exaspera al no beberte ni tan siquiera en gotitas de viento que arrojes o extravies adrede o sin capricho aparente o por descuido. Salen de tus contornos centellas y baladas y el lecho gira veloz a sotavento. En las vaguadas vienes cortante en tus pasos altivos en los que no reposan estridencias: No son más que sonidos de niña recrecida que sobrepasa las brasas de las ramas más copiosas que broten de la lumbre. Creces hasta hacer retroceder mareas y quebrantos que me acechen o angustien y me hagan agazaparme en insomnios y hacer que los astros se muestren espeluznantemente diminutos,funestos, miseras derivas apenadas, como si no fuesen más que ideas fugaces, apariciones de la nada que en nada se transfiguran mientras se retuercen y probablemente se resientan. Trato de observarte en la luz transmarina que se azula y que en tu cintura se opaca y borra corriendo a abandonar sus tintas magras sabiendo que en mi existencia no había nada consistente antes que te encontrara El topacio estaba reservado para ti y tus espacios y oquedades y toda la blancura de la que alguna otra pudiera presumir siempre fue tuya y se preservó en tu nombre, y, que te has extendido en llanuras de carne, en círculos presuntuosos y velamenes vastos en promontorios ampliamente anhelados por mis postreras manos calcinadas y acostumbradas a sumergirse en lo fúnebre o lo valioso de las minas donde el hollín y lo negro no dejan de aparearse y engendrar ruidos y chillar y rechirnar incansables, ni tan siquiera en acaboses. Cálida, de ti brota el calor que no pueden generar las usinas y hay nardos subrepticios que te hacen de ombligo buscando desesperadamente les confundas con piel o sábanas que instaneamente se tejen y te cubren, sin intuir que no necesitas agradecerles nada. Cúmulo gravitante a mi y a mi lado más tenue, alimento del que no podemos prescindir los mendigos desde antes desmembrados a los que el tiempo ha acidulado y pisoteado por no tener mendrugos,posesiones, lugares donde tostar sus humeros disueltos. Me salvas de mi mismo y no espero que lo entiendas mariposa bienvenida, vivaz, indispensable.
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