Como cantatas caídas del cielo de la nada recojo las corolas más tristes que la marea trajo a la semiluna de esta bahía comida de salitre, de objetos en abandono y en trajes solitarios. Una nube de turbiedades cruza los viejos muelles / donde algunas parejas se dejarán amar/ las cosas eran densas y el tiempo que las pisa a la vez que las veja somete y adelgaza/entre memorias rápidas de ancestrales palomas salieron caracolas que ninguno escuchara/La negrura anudando y devorando la tierra, la cohibida nota que se esconde en sus penas y se desaparece en sonados peñascos/ me hacen entrever que las disoluciones tienen el mismo tono árido que lo que se ha extraviado y permanece roto, corroido, clavado en lo nefasto de lo que torció sus pasos y se hizo contra hecho, bajo un sol temerario que en las nubes colgara, el despotismo del tiempo lanzando latigazos , reduciendo los ángulos del mismísimo aire como lo más artero que pueda degollarnos y volvernos enigmas y pálidas sepulturas. Ya mis manos jamás volveré a levantar en cruces porque se han desollado encima de canarios. Piedras ensangrentadas se reparten , a dónde? Si la esperanza es muerta entre pájaros blancos. / Y cenizas bisiestas envueltas en herrumbre que alguna maldad temible  desbaratara en tajos, facciones, facsimiles de piernas rotas y diluidas como huesos usados.