Insensatez de creer que durarias,
 espejo de estrellas siempre huida,
 no pueden sostenerte los reflejos
 que hacen  constreñirse a los solsticios.
  Tu pasar es un paso hacia la guerra,
   la brebedad del vértigo en la copa.
   Pienso que te pierdo y no descanso.
   Tu cintura es andar iridiscente 
    que se extravía al comienzo de caminos.
     Son espejismos puros tus encantos
      Cuando voy a tocarte te desgranas,
      en una suavidad de filigranas
      que querrían poseer los detalles
      de tu cintura de nardo escurridizo.
      Una secuela queda de los macizos 
      cántaros en que te borras, desmemoria 
      raida de mis sueños solitarios 
       si me transmuto en soplos carcelarios 
       nada asegura que pueda acariciarte
       porque con la rapidez de una tocata 
       desde los puntos cardinales te esfumas.
        Eres el astro que domina los misterios 
        de las rosas siempre difuminadose
         Más extiendo mi empeño por el llano 
         en atraparte entre verdes alamedas.
         Y por momentos montarte en mi regazo 
          déspota que llena las campiñas 
          de estribillos que se pierden en un punto 
          y me plenas de agobiantes añoranzas 
          cuando te creí certeza de mi mente 
           engañada por memorias crueles 
           en que te soñé cercano paradigma.
           Sol imperioso devorado en glorias
            que no me fueran tan cercanas y furtivas.
            Ahora sé que te deslies en lo esquivo.
             He decidido hacerte desmemoria:
             aquello que no fue idea ni memoria 
       con la resignación de lo que siendo olvido        terminó por hacerse témpano e historia