La estancia alarga el alma en sus paredes,
  selectamente hecha de nudos sobrios 
   se echa para que la arrolle mi amodorrada cama/
   yo navegó los canales de su somnolencia,
   emanan de ella sombreros y sombrillas.
    Reluce como el fondo de una cueva dorada.
    Es caminada por gemires y por lágrimas.
    Cuarto, rendija, farallón, mural acostado,
     cima total, hogar de pensamientos en aloe
    mi estancia da cobijo y es humilde 
     aunque caciques y tribunos la anhelaron.
     En ella puse todas las piedras aleatorias   
 que saqué de un sueño en que un lago soñaba hacerse epitelio multicolor que recubriera esteros
   O copa de llamas que quemara a sus dioses.
  Cuando llego a ella me alcanza mi descanso 
    y juntos nos recostamos en su quieta bahía.