Para qué
Publicado en Dec 04, 2022
Para que preparar un preludio, un sermón sin sentido que me mortifique. Mejor beber tintes translúcidos, bordar a las encinas más brillantes ir de solapa escarbando cada ángulo, cada luciente esquina de botones. Donde la tierra negra hincha el oro y casa con diamantes tan fatídicos. Mejor es ataviarme en mi mortaja y contemplar los exabruptos de los locos. Visitar a los plantados en las cárceles sin que se noten pretensiónes escurridizas: que decir un sinrazón que llevarán palomas vanas a basurales y ridiculizarme entre repentinos adulteros de hielo. Beber del agua del que maman los glaciares en sus primeros tiempos antes de hacerse llúvia. Rodearse de los campos más silvestres a los que no accedan las mañas del ganado. Contemplar los hospicios sin la óptica de aquel que mañana se llevará una marejada. Comprobar que los racimos de la miel me sobreviven a pesar de haber dejado novias mellarse en los altares, alternarse entre lo que es diminuto y fielmente se crece y se prospera y profanar con mis labios salinos los duraznos envejeciendo Intentar tallarse entre dos fuegos algo infames aunque me queme y arda y sólo exhale polvo sólido Acercarme a la sed de las sedientas con mi agua barata y mi sabor adulterado . Aprender que linimento es el más ígneo y más volcánico que un óleo disuelto para quemar los torsos de las que me degradaron. comprender lo que es cumplir la diligencia extrema que mes a mes alguna me reclama, aunque sea monja. No necesito alhajarme y henchirme a sotavento para extrañar la paz de los relojes triturados Estar sólo en el tiempo congelante sería suficiente para hacerme encina o liviana fronda o cumbre de altiplano donde descansen pájaros y materia.
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