Anclada a mi lado más funesto,
           te transfiguras como una lluvía asidua
           que moja desde mis pies a mi garganta:
           Mano que se extiende en oquedades
           para que pueda reconfortarme de mis malas heridas.
           Te transfiguras a mi costado cuando el Sol de nacientes
           Pasa sobrevolando cortinas, joyas, ropas, fuselajes
           haciéndonos a todos desnudeces translúcidas.
           Viertes en mi tu suavidad selecta, orquestal, primigenia
           mojas mis labios que ya se han vuelto polvo y soledumbre
           esculpes en la fronda de mis huesos de madera muescada
           una noción de carne perdurable, de hálito intuitivo, de fulgor que se crece
           y revivo en una sangre nueva que llegará a tu escaño, de sobrios palanquines .....y......            marejadas de Vida me recorren y sacan fuera a basurales desérticos
           lo que fue vino ácido, despojos del salitre, enigma sepultado
           Eres la que retiñes y me insuflas un alma, a mí, insecto incrédulo.
           la más soberbia de las princesas solariegas, eres y los trinos lo reconocen.
           Te vuelves unguento pacífico tatuado de lunares risueños
           y te derramas con ímpetu a  consumar mi tórax, a enderezar recodos y abyecciones
           sembrando  tus tumultuosos hábitos de delirio punzante, de sensación resuelta.
 
           Con la tenacidad temible de una fontana nueva
           y me envuelves en lumbres furibundas, fogatas desbordadas que se vuelven incendios 
          para darme el comienzo que sólo los fuegos tienen y con nadie comparten.