Froto
Publicado en Dec 10, 2022
Froto las caras en mi cama, figuras casi inexactas que, de facto, se entretejen: El techo es una ladera erizada de la que brotan insectos relamidos, cayendo como una lluvía que desconoce de su geometría, es algo sólido que baja fijamente sin cavilar que es etéreo o tiene entraña de pedernal y sube retráctil con sus sombras ambiguas cuando embiste a un pilar o lo confronta un arco. Todo es vagaroso, como pulso muriente: La colcha afrodisíaca, la titilante almohada térmica. Las termitas y sus cónyuges abandonan los escaparates en manadas huidízas. Se repiensa el escritorio hasta fundamentarse, las paredes son como ondulaciones que se afligen y se despliegan lerdas: Van abandonando las nacientes de su vacuidad, muros traslúcidos que se asientan despacio sabiendo que el tiempo inasible las volverá decadencia, vanidad corroída, polvo desbaratado Me levanto y me calzo ya en mis zapatos, antes de que mi sombra se vista y me persiga. Desayuno un cucurucho de avenitas frágiles y la nata bizarra de fragmentos de leche y salgo con la prisa una borrasca contaminada, a verificar qué entreveros marcaron a la luna. ya hay faldas que se levantan y muestran entresijos, nociones de mujer que se enganchan a un amorio y se quema en su propio aliento casi casi metálico y noctambulo. Ya hay marejadas de gentes forjadas en su sílice, cerrando los portones de sus frías covacha, y torsos de las que se venden aún crujen en las esquinas, que sólas, se disuelven. El cementerio pasa con sus cuerpos a cuestas, mientras se sintetizan los perros en las llagas de olvidados leprosos que crecen en el suelo mientras fallecen cada vez que alguno les mira. Me echo a la calle y ando entre los contrahechos y cansado de horrores me cubro de hormigon, o me camuflo en tríadas de sedadas hormigas, que vuelven de sus juergas cargando sus vitrólas, dando tumbos, cayéndose, levantándose pronto, anhelando agujeros o alguna galería para fortificare o matarse entre ellas, Y cuando llego al hombro de un jardín descanso y penetro en sus flores de insólita alegría Ya hace milenios me trizaron las fiebres y lo que ahora anhelo es algo de tersura.
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