Sentado en la cornisa de una guedeja lánguida, de alguna desconocida
         quisiera descoserme, por influjo estelar, la sangre despoblada
         contemplarla zaherida, rocosa, coagulada por tramos,asesinada a secas
         cortada por una quilla de absortas maderas oscuras que tejiera la Nada
         Lo que padezco no tiene percepción ni latido, ni es filial en lo mínimo.
         Ni el azul vibratorio de un púbis conmueve a mis arterias, recortadas por lanzas. 
         Me sobra lo céntrico que falleció en mi pecho: mi ánima y sus velorios múltiples festejan,
         Órgano consumido por sus mañas nocivas, desfigurado por mareados excesos
         No estoy virilizado como los adjetivos que el caos acorbata, ni por la lis masculinizada.
         ni como aquel que en paz se rasura las piernas y jamás se carcome, ni devora corchos.
         Los jadeos dejaron de darme percepciones: desconsideraciones que se dan a lo agónico.
         Descansará mi mente despoblada de ideas, olvidada cual molestia  donde haya pedernales.