Asentado en un tiempo en que mis antepasados
          intercambiaban , legos en su polifonía,
          la cauda del mimético cometa prolífico
          que caía en sus mesas consumiendo vasijas,
          irrumpiendo a la diestra de todos sus cuchillos,
          resquebrajando algunos de sus pocillos secos
          a veces arrojando mordiscos a sus pórticos aserrados
          y techos esenciales para los que conviven recelosos
          cargandose convictos en un sol insidioso, de reojo, velándole
         murmuraban que aquello que presumian espuela o turbia nervadura
         Pero yo en mis espejos me calqué confirmando mis épocas,
         y, rudimentariamente, bordé mis calcetines revueltos en sus muecas
         con las iniciativas de un siglo novedoso, que en mi mente se abría con luces vehementes.
 
Asimilando el nervio de mis fragilidades, obviando timideces, aborreciendo agudos formados de sollozos.
         Surgiendo en las sustanciadas limpiadas de artificios,sacrificialmente necias.
Recto como en un prado de solicitas nieves donde abruma la escarcha y la tempestad se suelta y reboza velámenes que viran al sudeste.
Dejando a los acertijos descomponerse solos y morir al amparo de sus imperfecciones fúlgidas.
         Algo de frío impávido me trajo la ventisca.
         y podía percibir lo latiente en la niebla.
         Madurándome en mí como fruto creciente,
         logré solidificarme en lo que fuí insinuación.
         Y me paré en las cuestas sórdidas del olvido
         para hacerme ese hombre que soportará heridas
         y cargará metralla en vez de negros tuétanos:
         Liberado de las angustias que comparten los humanos plurales
         hundidos en lo blanduzco de sus miedos comunes.