Me oprime verte resignada a ser grumo, 
         a dejarte de lado, a sollozar tinieblas,
         a entregar tu aliento de flores en las grutas,
         a dejarte estrellar sobre riscos varados.
         Varada tú con ellos, abandonando pétalos
         gráficamente nítidos que se te asían al cuerpo.
         Cuando las panderetas recrearon las músicas
         y cantaban las tristeza recobrando tersura.
         Se avalanzó sobre ti una borrasca sórdida.
         y las malas noticias te empujaron a un trono
         de lagrimas campales y sollozos siniestros,
         mientras planificabas resembrar arcoíris
         y permear los planetas que te cedían el paso,
         reconocociendo tu primogenitura, tu talle avasallante
        que doblegara siervos y quitara lo mezquino que perturbara al viento.
        Ahora has olvidado que estás hecha de acordes
        y notas sensitivas y el obstaculo no hacía mella en tu compostura.
        Reinabas como los astros regios avivandote sola:
       Más caiste en las trampas más nocturnas del luto:
       Rosada te recuestas en grietas laterales, o promontorios rojos secados por la luz:
      Ni siquiera recuerdas que regabas relámpagos
      ni que los acordeones te tenían por norte resuelto, por ley inalterable.
      Aunque refulges y pones los orbes en su pausada elipse,
      te ha eclipsado el paso de un calvario sinuoso
      anulando tu mente, aunque sustentes todo.