El druida
Publicado en Dec 19, 2022
Érase una vez mi vida de druida, contigo. Porque una vez y otra fuimos. Nací hombre, y tenía una apariencía celta. Tú sales desde el principio en mi vida como druida, nos hicimos compañía desde pequeños. Crecimos juntos entre los cielos abiertos llenos de pájaros y unas cascadas de infarto. Tú eras una niña brujita muy poderosa, y yo era un niño druida muy poderoso. Ambos trabajabamos con todo tipo de hierbas, con la simbología en general y todo lo que nos podía aportar luz a todos como familia. A todos como familia me refiero a todo nuestro pueblo. Nos casamos. Cuando teníamos unos 18 años la tuvimos a ella, porque ella también forma parte de mi y de mis vidas pasadas contigo. Ha sido mi hija y seguirá siéndolo prácticamente en todas las vidas en las que vayamos sucediendo.Vivíamos en paz en una aldea en la cima de una montaña preciosa y era todo muy bonito e idílico por la forma en la que éramos todos como unión. Vivíamos rodeados de una hermandad en la que a nadie le hacía falta nada porque entre todos nos lo dábamos todo. Por aquella época el catolicismo quería hacerse con todo y el problema no fue que nosotros le hiciéramos daño a nadie siendo quienes éramos, a nivel político y religioso para aquel entonces representabamos para el catolicismo una gran amenaza, y más que representar nosotros una amenaza como pueblo, dada la fuerza machista que envuelve al catolicismo, las mujeres, las brujas, eran su gran amenaza. Es por eso que atacaron nuestra aldea, y yo sentí muchísimo dolor con ello en ese momento, una parte de mi sentía que se destruía, porque yo tenía el papel de proteger a la familia. Mientras caían bolas de fuego, yo hacía magia, pero fue imposible protegernos cuando ya estaban aquí, intenté protegernos a todos, pero también quise proteger a nuestra hija por encima de todo, intenté que no le hicieran daño a la niña pero fue en vano, consiguieron llevársela y matarla, lloré, grité, y se fue con ella una parte de mi, cuando me recompuse, y fui conscientes, fui a buscarte, porque tú te habías quedado con el resto de las mujeres, estabais protegiéndoos entre todas, pero cuando llegué, otra parte de mi murió, y ya no sabía si me quedaba alguna, vi como estabas totalmente destruida. Te habían matado, y no sé exactamente si te calló una bola de fuego o te quemaron. Me sentía responsable por lo sucedido, así que ahí empezó el sentimiento de culpabilidad del que jamás me pude deshacer, hasta ahora. Me sentía en deuda con toda mi familia. Cómo druida pensé, no pasa nada, vosotros os habéis llevado a mi familia, yo voy a volver a traerla. No solo a vosotras dos, si no a todo nuestro pueblo. Y obviamente no podía devolveros la vida, así que he ido arrastrando esa culpabilidad durante muchísimo tiempo. La frustración de no poder recuperaros. Al morir, llegamos ahí arriba, e hicimos como un juicio, tanto tu familia como la mía, y pactamos que en nuestra próxima vida tú ibas a ser el hombre y yo la brujita.
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Siaht
juan carlos reyes cruz