Segu el dictamen
Publicado en Jan 14, 2023
Yo seguì el dictamen de mi conciencia procelosa.
Las engorrosas letanías bipolares que se supeditaban, a mi condición de identidad proterva casi histriónica y de histeria: Derivaba en maldad al agotarse el vals de las dalias en la ceniza En la misma cerrazón indigna giraba como el cuervo, cazador de muertes, que echa a las luminosas damitas al olvido, a cárceles rocosas extremadamente lapidarias a pedregales inhòspitos que amarran cadenas a los pies que se creen primorosos. Nada de lo bueno habitaba allí, en esas ciénagas asfixiantes, cobijada por lápidas donde las víctimas se adherían unas a otra destilando sollozos y que vivió su farria. Atrapadas en las moradas más incrustadas en el fuero de las sombras en oxidación salvajamentes desalojadas de su esperanza, tenáz como tenaza de fierro madurado Las sometía a mi Yo, nacido para repartir amargos mendrugos y mi podre: Verdugo de todas las hembras que se oponían a mi sentir de macho jamás trasvestido Uno a uno desgajé sus sentimientos hasta rebanarlas como serviles aguas reutilizadas que recogería cualquiera que se consolara con siluetas rotas en quebrazón interna; Con ojos amortajados, yendo detrás del féretro donde su corazón ya no tirita: Mudeces de los maltratos que pudieran muy bien colgar de las riadas que sueltan sus pestañas. A la que me rechazó sometí a los patrones barbáricos del conjuro que las hacía meretrices incestuosas: cuerpecillos de quinta y las otras las entregué a los raptus rabiosos de las malhumoradas musarañas que andan y atacan a mis andrajos. Quizá soy asì por que soy un huérfano que cebé mazmorras y prisiones innúmero y la existencia me amargó lo mismo que yo a ella, y los que nos rodearon.
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