Mundo, amanos o al menos actúalo  en nuestro segundo, ácido:
           Dejate querer mundo, a menudo, vamos por ti con alas decaìdas
           Algunos presentimos que no te comprometetes,
          como amante fiero, o amargo amigo grato: tu desidía compunge... Yo noto tu remedo...
          No nos es gratificante oscilar en nuestra insignificancia, sin gloria ni presencia,
          a sabiendas que tú no menguas como resto de un río o un brote ya quebrado.
          Conócenos por dentro, somos agujeros con ojos: Nulos en la borrasca, hijos de nadería.
         La infinitud se cierra para nuestra exigua inexistencia en extenuación vaciada
         Tu saber es tan grande como consciente invierno que al Universo inhala.
         Sabes que la musa es un punto de conciencia borrosa y que el númen no existe:
        / No somos seres universales, unicamente trascendemos a ser sombras en desamparo /
         / y nos evaporamos temprano en nuestras realidades, regresando a ser barro/
   / En intérvalos cortos existimos y somos con lo seleccionado, suspiros sigilosos: Tan                                                                      pormenorizados !/
     Declaraciones apasionadas, fúricas, que alcanzan lo nocivo para verterse en líquido                            / y nos prensan las épocas precipitando el paso, al aire su martillo mientras aguanta el arce:/
 /En un instante ínfimo pasamos de verduzca semilla a polvo deglutido: vagares somnolientos/.       / Pero tu permaneces en tu trono constelado, viendo como los ángeles vaporosos recogen/
  / la cosecha de hálitos que nos pobló los bronquios y arrojan al granero o barren al Abismo:/
      /Al menos, mientras tabernaculicemos nuestra forma corpórea, y las brizas nos palpen 
             muéstrate complaciente, finge que te importamos, tan sólo por mentirnos./