Orgullosa
Publicado en Oct 14, 2009
Está bien que te ames, orgullosa
pero no hasta la insensatez: El ego muy alto es insanía y puede desampararte en la vejez. Está bien apostarse en alta estima y amarse tierna y centradamente. Gritar contra el Tiempo ejecutor que nos siega en un feroz silbido. Secarse y peinarse tras vaguadas y llovíznas y buscar salidas a la piel caida en la senilidad. Enfrentar con las uñas la demencia que nos roe como áspas de molino. Encarar las horas con alguna liposucción y amenizarse entre inyecciones y masajes. Pero el colágeno no hace milagros ni altera el almanaque ni la ley de gravedad. Es bueno acerarse con cremas humectantes y entonar la musculatura en el spa. Tratar que en las caídas del minuto se mantenga en uno una elegancia de luna. Todo está bien y nada es profano y el mundo gira en torno a lo juvenil. Lo que no es bueno, bellísima orgullosa es comportarse insoportable hasta el odio y abstenerse de contestar recados o mensajes. No es de buenas y educadas damas no conversar con los hombres que te amaron ni andar en soez altanería. No es bueno ni encomiable dar navajazos a toda relación recién terminada. Comportarte indiferente hasta la repulsión y hacer que el ex-amado te repudie. Por más que te muestres tiránica y agobiante no podrás extender años ni compañía ni evitar de llegar a los cincuenta sin que te pongan a vivir en un anexo. La prepotencia no es simbolo de dureza es símbolismo que te acarreará lágrimas. Estarás sola día a día. No te escondas ya más tras falsos pretextos: La realidad es que eres petulante pero jamás una gardenia ha durado dos veranos: Así que baja tus humos y empieza a ser gentil o nadie te acompañará en tu alzhaimer.
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