Rozo las configuraciones de éste tiempo ludico,
                  que me retraen a tretas de mi infancia, a fotos en blanco y negro.
                  A ruedas parvularias jugando a quitarse la silla, a la caníca grande.
                  Al momento que el pueblo rompía sus silencios, a la algazara tierna
                  en rostros inocentes, donde la malicia no había, aún, cimentado su sombra.
             Arlequines brincando al furor de la feria, el Circo en su pináculo repartiendo paletas .
   Momentos de pataletas que no dan estropicio, los niños sin rotura meciendo a los columpios.
    Sube y bajas eternos, Mamúts imaginarios, ciervos transparentados con su belleza a cuesta.
    Orbe mágico, ingrávido, donde todos cantabamos y caían las escuelas y era bueno el adulto.
         Tiempos de mi añoranza hoy en daguerrotipos, años de sencillez que palpaba su cénit.
       Todos díscolos niños soñando en los corrillos, la fuerza del retoño alcanzando sus máximos.
  De todo esto me sobran sabores, crucigramas y una moneda rústica que me diera un abuelo.