Cuando mi guitarra se llame a silencio, y quede colgada de adorno en mi hogar. confiesa el inicio de un tema cuya letra de un chacarero cantor resonaba en mis oídos desde chico. Es que, a esa edad una parte de mi día a día lo destinaba a escuchar folclore y a cerrar los ojos para imaginar la letra y así construir la historia de la canción. Sabemos, todo tema no es más que una historia personal cantada con melodías.
La otra parte de mi día a día, que en realidad era la mayoría ya que mi padre, camionero, viajaba toda la semana, era la de tener libertad para descubrir todas las curiosidades que me perseguían.
Doy gracias que me permitió darme diariamente el regalo de la música, e inconscientemente, darme herramientas para expandir mi imaginación.
Cuando mi guitarra se llame a silencio, y quede guardada de adorno en mi hogar. Haciendo hincapié en que en ocasiones uno se dedica extremadamente a algo, sabiendo que ese tiempo en algo más no lo va a poder recuperar. Y llega el día en que el extremo deja de estar y se hace presente el vacío.
Es inevitable, una persona que se dedicó a una pasión no es más que una persona que decidió una cosa por sobre las otras, y esa otra cosa queda secundaria, por lo tanto se pierde.
Frente a ese vacío inevitable con el tiempo, el ser humano decide aferrarse a aquellas personas que siempre estuvieron, como si dicho vacío y dichas personas se encontrarían en ambos lados de la balanza, logrando el equilibrio.
Lo que pierdo de un lado, lo gano por el otro.
Sepamos siempre elegir quienes decidimos que nos rodeen diariamente y a quien destinarle nuestro tiempo, ya que cuando se acerca lo inevitable, son los que siempre vamos a encontrar a nuestro lado.