Endechas
Publicado en Oct 15, 2009
I A ratos la miseria inunda la habitación en que duermo. Cuando siento el peligro cerca de mi sangre, mi relincho se despliega como el de un caballo. La soga va partiendo mi cuello de a poco. El verdugo en su sitial como un monje irrespetuoso me llama. Tardo cinco mil años en morirme, y al final no muero. Camino lentamente con mi sueño para que no me atrapen. II Muy lejos de aquel día en que la garganta empuñaba su llanto viejo, yo que soñaba con usanzas feroces, busqué caminos sobre mis últimos vestigios. La tristeza no sólo es palabra, también un enojo abandonado por el mundo. III Amor que fue socorro, pertenencias secretas, obscuridades decididas a permanecer intactas. Ninguno va a mirar tus ojos como si fuera demasiado mirar. Están hechos de apegos, de certezas que cortan puertas para que pase tu rostro al olvido. Guillermo Capece
Página 1 / 1
|
Guillermo Capece
inocencio rex
ya estoy acostumbrado a visitarte y darme una buena panzada de poesía exquisita.
un abrazo, poeta
miguel cabeza
también un enojo abandonado por el mundo"
Manejas metáforas de una fuerza tremenda, creo que no es la primera vez que te lo digo. Aunque transmites una carga emocional dura de pelar para el lector desprevenido.
Enhorabuena Guillermo, por esa capacidad poética.