EL CASO MONROE
Publicado en Jul 25, 2023
EL CASO MONROE MARISA MONTE A mis abogados y ayudantes. ¡Gracias! El perdón es la venganza más dulce (Isaac Friedmann) EL CASO MONROE ¡Te mataré!, no sé cómo, cuándo, ni dónde, pero sí el porqué. Fueron mis últimos pensamientos, antes de que me ingresaran en el hospital, debido a una intoxicación por un escape de gas. No recuerdo mucho más, porque dormí hasta casi la eternidad. Brevemente pasaron por mi cabeza algunos recuerdos de mi vida: como jugaba en el chalet de mi abuelo, alguna representación de teatro en el colegio, la primera vez que realmente me enamoré, mi primer coche, cuando terminé la carrera, y en ese momento descansé. No me había muerto, pero no conseguía moverme, ni abrir los ojos, era consciente de lo que sucedía alrededor, porque lo escuchaba, pero no podía reaccionar ante nada. Durante un momento creí que era una pesadilla, que era un mal sueño, que no se habían salido con la suya. Habían llamado a mi hermano Aurelio, llegaría esta noche, mientras me quedaba en cuidados intensivos. ¡Vaya mala suerte!, porque quería hacer más cosas, así que me iba a recuperar, no les iba a dejar que ganasen, aún tenía fuerzas, voluntad y fe, que siempre dicen que mueve montañas, pues a mí me haría volver a andar para terminar, lo que no empecé. Mi vida había sido muy dura, pero no la quería abandonar cuando a unas personas malas les diera la gana, sería cuando la naturaleza lo mandara, así que respiré, bueno no sé si lo hice, pero me tranquilicé y me dije: “poco a poco se consigue la cima”, y la verdad ya no me importaba la venganza, solo quería levantarme de la cama. En unos segundos me pincharon un calmante, y pude vagar por el cielo, si eso era la muerte, me había llevado al paraíso, porque dormí dulcemente, sin dolor ni miedo, olvidando el daño, perdonando incluso a quien me metió en este agujero. Al cabo de unos minutos escuché como Aurelio llamaba a Hermelinda y Analía, mis amigas de la infancia, si alguien podía ayudarlo eran ellas, sabían todo de mí, hasta que comida me sentaba mal, que debía tomar para dormir, todo y quizás nada, porque hay secretos de las personas, que se guardan en el alma, si los cuentas dejan de serlo, por lo que solo mi aura sabía que me había pasado esa madrugada. El mundo es peligroso, no sabes con quién andas, hasta que tropiezas con una piedra y descubres quien te ayuda a levantar, cuando estás arrodillada. Y mientras parecía que dormía, intentaba recordar todo lo ocurrido, desde el principio, me había relajado por la droga, pero una parte de mí se mantenía alerta, le daba miedo desconectar del todo. Cuando te han engañado una vez, cuando te han robado tu honor y tu dignidad, ya no confías en nadie ni en nada, porque lo perdiste todo, aunque para muchas personas no sepan lo que significaba, porque quienes se venden por dinero, no entienden que es la honra, solo la ven como algo superficial, que no vale para nada, para esas personas si no da satisfacción personal económicamente, carece de importancia, pero yo me había criado con valores, y aún los conservaba, según decía mi hermano, porque no me había faltado nada, quizás fuese verdad, pero no era mi culpa no haber pasado hambre, eso no justificaba que tuviese que ser una desgraciada, que no se mereciese ser feliz, por el capricho de gente amargada, por quienes se creen con el derecho de castigar, e incluso a creerse Dios para mandar que te murieras cuando a ellos les diera la gana. No era justo, pero el mundo está lleno de tantas injusticias, y a mí me tocó una de tantas, así que no debía analizar mucho, si no coger fuerzas para terminar con esta situación, que me había rajado hasta las entrañas. PRIMERA PARTE -¿Cómo está mi hermana Minerva? - Está descansando - Además de su hermano, soy su abogado, pueden contarme todo lo que ha pasado - Se ha intoxicado con el gas, pero tiene contusiones, con un gran golpe en la cabeza. No sabemos lo que ha ocurrido realmente, porque había sangre en su casa, pero no signos de violencia. Estaba en la cama, como si ella misma se hubiera acostado a dormir. Avisó la vecina, bueno su perro al oler el gas. - Supongo que tiene que contarme muchas cosas - Por el momento no puede hablar, primero tiene que recuperar las constantes vitales, antes de intentar despertarla. - Sí es mejor que descanse. Voy a hacer unas llamadas, estaré aquí un rato, quiero hablar con todos los médicos. Este es mi número, por si tiene que avisarme de algo. Una cosa más, ¿corre peligro su vida? - Creemos que no, pero hay que operarla para quitarle el derrame que tiene en la cabeza, y es una operación complicada, además puede perder algo de memoria, no sabemos si le llegar a reconocer, quizás no en un primer momento, pero poco a poco esperamos que vaya recordando - ¡Que se le va a hacer!, la cosa es que pueda seguir con su vida, aunque tenga una recuperación lenta. - Exacto, necesitará ayuda y cariño - Siempre he estado a su lado - Mejor entonces - Cuando la operan - Mañana por la mañana, sobre las doce - De acuerdo, arreglaré unas cosas antes, y luego no me moveré de su lado. Se va a poner bien, lo hará, aunque pierda parte de mi vida. Es mi única familia . Seguro que sí, mucho ánimo y paciencia . Gracias De la operación solo recuerdo el sonido del monitor, el susurro de las voces de los médicos y la luz de la puerta de salida del quirófano, luego desperté en la cama, sola, asustada, porque no sabía lo que pasaba. Si estaba en cuidados intensivos, no había nadie a mi lado, y bueno te ahorras algunos problemas, pero también te da desconfianza, no había ningún testigo si me querían hacer más daño, y eso me aterraba. Ya dije que había perdido toda la confianza en las personas, e incluía a los médicos, no sabía hasta donde podía llegar el poder y la maldad, una horrible combinación. Tampoco sé el tiempo que estuve ahí, pero se me hizo eterno. Cuando llegó el enfermero, me di cuenta de una cosa, no podía hablar, si moverme, esperaba que fuese transitorio. También me di cuenta que estaba asustada, pero no sabía realmente de qué, no lo recordaba con exactitud, sabía que me había pasado algo malo, pero no tenía claro el motivo, ni quienes, era bastante extraño. Por el camino a la habitación, ya pude decir algunas palabras, aunque más bien balbuceaba. Suspiré diciéndome, me voy a recuperar, aunque tarde mucho, lo lograré, no iban a acabar conmigo, sean quienes sean. En la habitación había una persona esperándome. Me dio un beso de bienvenida, y ayudó a ponerme cómoda en la cama. Comenté que creía que podía andar, pero me recomendaron que estuviera unos días tumbada, había sido una operación delicada. - Te acuerdas de mí - Sé que te conozco, pero ahora mismo no te sitúo - Soy tu hermano Aurelio, el único que tienes - Perdón - Poco a poco, no te pongas nerviosa, verás cómo dentro de una semana habrá pasado todo - Eso espero, ¿se supone que debo confiar en ti? - Siempre lo has hecho, mañana le diré a Lina que traiga fotografías, a ver si eso te ayuda. - Gracias, estaría bien - Cuando estés mejor, intentaremos resolver lo que ha ocurrido. Soy abogado, y bueno habrá que acusar a alguien de intento de homicidio - Realmente desconozco el motivo de lo ocurrido - No te preocupes, descansa. Voy a bajar a comer, y así quizás des una cabezada, es la mejor forma de coger fuerzas, queda un largo camino ¡Qué sensación más extraña!, parecía que era una persona que me había dado calor en mi vida, pero para mí no significaba nada. Miré por la ventana, hacía muy buen día, y cerré los ojos pensando:¿quizás deba rezar?, por si Dios me ayudaba. Dormí, casi hasta la hora de la cena, pero en un día no debía comer nada, aunque el hambre apretara. No tuve pesadillas, pero mi cuerpo a veces convulsionaba, no corría peligro mi vida, pero los golpes marcaban. Estaba viva, pero magullada, además de triste y desolada. Mi hermano subió acompañado de Lina, su mujer, quien se ocuparía del despacho hasta que Aurelio pudiera incorporarse (tampoco me era familiar). Había traído las fotografías antes de lo pensado, y nos pusimos a verlas - Aquí estamos de niños, con los primos y los abuelos - Sí me reconozco, aunque muy cambiada - Todos cambiamos - Aquí está mamá, ¿te acuerdas de ella? - Sí, se llamaba María Antonia. María por la abuela y Antonia por el abuelo - Muy bien, era profesora de Latín, y nos puso nombres romanos - Solo recuerdo una cosa, recuerdo más sensaciones que datos. No me quería, creo que aparecí en su vida cuando ya tenía problemas con papá, y nunca llegó a aceptarme, pero no le guardo rencor, porque la falta de su cariño me hizo fuerte. - Bueno no estaba muy bien, además los hijos no fueron su mayor pasión, pero no era una mala mujer - Lo sé - Este es papá - Sé quién es, pero no tengo recuerdos - Bueno fue un padre muy ausente, algo egoísta, ni siquiera yo tengo muchos - ¿Me casé? - No, te costaban trabajo las relaciones por las malas experiencias y porque eres muy libre (se juntó todo un poco). La más importante fue con Carlos, pero murió de cáncer hace poco más de un año. Te dejó la estupenda casa en la que vives, en el mismo centro, en una de las mejores calles, sin aparcamiento, pero con el metro al volver la esquina. - Ni idea Había traído tres álbum: de la niñez, de maduros y de su boda, donde estaba toda la familia, y nos pasamos cerca de una hora mirándolos. Me sacaron alguna sonrisa, pero por dentro estaba triste, no recordaba casi nada. Me cansé, se dieron cuenta y decidieron irse, Aurelio acompañó a Lina, porque no se iba a separar de mi lado en la recuperación. Y dormí, volví a dormir, con la esperanza de que al día siguiente todo mejorase, y pudiera ir pronto a casa. Durante el sueño pude ver algunas cosas. Había un hombre rapado, guapo, que me gritaba, pero no podía decir qué dijo. También vi a una mujer, quien parecía que le obedecía, ambos tenían una carpeta en la mano, pero estaban enfadados conmigo, creo que querían hacerme daño. Luego me vi en mi casa, en el portal, y alguien me golpeaba fuerte con una barra de hierro por todos los lados, en la cabeza, en el abdomen, mientras yo permanecía en el suelo medio inconsciente, supuse que fue lo que me pasó, pero no llegaba a saber el motivo de la agresión. Intenté buscar en mi inconsciente, pero no encontraba nada, solo gritos y golpes, hasta que me dormí plácidamente, como si me amaran, como si nada hubiera pasado, como si en mi vida no existieran lágrimas. - ¿Has descansado bien? - Claro, con tantas pastillas es lo normal - Ya tienes otro color de cara, estas guapa rapada - Seguro - La que es guapa, lo es de todas las formas: rubia, morena, pelo largo e incluso calva - Gracias, pero prefiero esperar para verme en el espejo - Estaremos aquí un tiempo, así que lo mismo sales con un nuevo look - A ver qué tal va todo - Perdona si es pronto, pero es por saber dónde buscar, la policía viene mañana y hará preguntas. ¿Te acuerdas de algo? - Nada importante, excepto que los golpes me los dieron en el portal - Bueno pues es mucho - ¿tú crees? - Claro que sí - Ojalá haya suerte, mientras no sepa con seguridad qué es lo que ha pasado, estaré intranquila - Hay un policía en la puerta, por si eso te calma - Mucho mejor Mi hermano salió y estuvo hablando largo rato con el escolta, no sé exactamente lo que le dijo, pero seguro que le comentó algún dato, para que fueran mirando. Mi única salvación era encontrar al culpable, para que no volviera a pasar. Y al cabo de unas horas llegó la policía vestida de paisano para hablar conmigo, porque le habían dicho que me encontraba bastante bien, aunque no recordaba mucho. - Buenas tardes señorita Minerva. Soy el inspector Sanalejo. Nos han contado lo sucedido, y queremos saber todo lo que usted pueda recordar. - Solo recuerdo que los golpes fueron dados en el portal - Lo sabemos - Y luego no recuerdo ni donde trabajaba, ni quien era mi jefe, novio, nada - Bueno poco a poco - Pienso igual - Trabajaba en el ministerio de Justicia, como administrativa - Parece buen trabajo - Poco creativo, pero estable, y ya sabemos cómo está la cosa - Es verdad, ¿me saqué la oposición? - Estabas como interina, su jefe era el Juez Contreras y la secretaria la señorita Valeria - Ni idea - Entonces no recuerda ningún caso en especial, algo por lo que pudiera existir venganza - No - ¿Algún novio despechado? - Que yo sepa ahora mismo no tenía pareja, y los anteriores tienen su vida hecha ( contestó su hermano) - Bueno a veces no se cuenta todo a la familia - Es cierto, pero no recuerdo a nadie en especial, ni siquiera a ningún amigo novio, ni amante, nada - Las llaves de su casa quien las tiene, además de usted. - Yo tengo unas y la vecina del bajo también, la Señora Paquita, quien se dio cuenta del gas y llamó a la policía. Es una persona mayor, muy religiosa, que las tenía de siempre, y no se las quisimos quitar cuando Minerva heredó la casa. Además venía bien para cualquier contratiempo. Es una buena mujer (contestó mi hermano) - De acuerdo, seguiremos mirando las cámaras, a ver qué nos dicen, porque debe haber algún motivo, siempre lo hay. ¿Le robaron algo? - Que sepamos, no - Pues hay que averiguar lo que ha ocurrido, no puede quedar tanta violencia impune, además seguro que lo vuelven a intentar, si no han conseguido lo que buscaban - No me asuste - Tranquila estás vigilada - Pero tendré que volver a casa - Para entonces esperamos tenerlo todo más o menos listo, pero seguirás con protección. Iremos a hablar con tus compañeros de trabajo y con tus amigos, a ver si nos pueden dar alguna pista. - Ahora le doy todos los teléfonos que tengo - Mejor cogemos el teléfono de ella - Ha desaparecido - Pues entonces si robaron algo - Se me pasó comentarlo - De acuerdo, intenten no tener deslices, necesitamos saberlo todo. - Entendido, deme su número y le envío los de las personas más cercanas - Páseme todos, por favor SEGUNDA PARTE (días antes) - Buenos días Señor Juez - Buenas, alguacil. Hoy viene la nueva auxiliar, se llama Minerva, ¿te acuerdas lo que te comenté? - Sí, debo intimar con ella, para saber cómo es, si nos sirve - Claro, como con Tamara - Bueno no funcionó para lo pensado, pero sí para otras cosas, a ver si con Minerva hay más suerte, hay que renovar el cuerpo - Creo que esta vez acertaremos, tiene un coeficiente intelectual de casi ciento cincuenta, aunque el ritmo lo marcará ella. No hay prisa, pero tampoco tardes años, todo cansa - En un par de citas lo sabré Estaba muy ilusionada con mi primer día de trabajo. No había conseguido la plaza, pero no me faltaría empleo de por vida. Me sentía feliz, Carlos me lo puso fácil al dejarme la casa, estaba en un edificio de época, pero decorada con un estilo moderno y acogedor a la vez, podemos decir que era de lujo y llena de comodidades, por lo que estaba muy contenta, ya que tenía un buen hogar y un buen oficio, lo básico para conseguir una buena vida. Me arreglé bastante, quería causar una buena impresión, moví rápido mis dedos, para ejercitarlos. Me habían hablado muy bien de mi jefe y de la secretaria, de los demás auxiliares no tenía ni idea, pero creo que guardando un poco las distancias conseguiría tener un adecuado ambiente de trabajo, esperaba que no le desagradara a alguien, porque eso significaba que tarde o temprano habría problemas, por no decir guerras. Me entró algo de miedo, pero pensé que no se me debía notar, y subí en el ascensor, mirándome al espejo, estirándome la ropa, y rezando por dentro, había que pedir ayuda hasta a los del cielo. Fueron muy educados, incluso había una flor en mi mesa como bienvenida. El juez tuvo unas palabras conmigo, y comencé a trabajar, solo debía llevar los expedientes al día, no habría mucho problema. La secretaría Valeria me dio una agenda, ya escrita, para que supiera que tenía que hacer esta semana, de ahí para adelante me apañaba sola. Me quité el abrigo, coloqué algunas cosas y me puse a trabajar, de vez en cuando miraba a mis otros compañeros y les sonreía, dicen que eso siempre causa buena impresión. - Buenos días, ¿Minerva? - Buenas, sí soy yo - Me llamo Antonio Viciana, Toño para los amigos, soy el alguacil. Si necesitas cualquier cosa o tienes algún problema, solo tienes que avisarme - Muchas gracias - Y bueno si quieres un café o una coca-cola en la media hora libre, por mí sin problemas. Aquí a veces es difícil tener amigos, se guardan mucho las formas y las distancias - Lo tendré presente - No te molesto más, por ahí afuera ando - Nos vemos Me agradó, no buscaba nada en el trabajo, pero me gustaba la idea de tener a un amigo, ya saben que las amistades entre mujeres no son tan fáciles, así que creo me atrevería con un hombre. Además mis amigas del pasado tenían la vida muy lejos de la mía, quizás había que ampliar el círculo. Esperaba no confundirme. El tiempo restantes hubo silencio, mientras rellenaba papeleo, casi no se escuchó una mosca, iba a ser un buen trabajo, pero me daba la impresión de que habría un ambiente serio y por ello, algo triste, pero como decía mi madre, la fiesta para la calle. Esa misma tarde quedé con Toño para pasear, me iba a enseñar uno de los monumentos más importantes de Valencia: la ciudad de las Artes y las Ciencias de Calatrava, me pareció genial porque aún no había informado bien de los secretos donde estaba mi nuevo hogar. Mi vida se había hecho en un pueblo pequeño, me vine a la ciudad cuando murieron mis padres, heredé la casa y encontré trabajo, además mi hermano se había trasladado hacía tiempo, y no vivía lejos. Dimos un paseo muy agradable, y me contó los cotilleos de la oficina, entre ellos que la secretaria Valeria había tenido un desliz con el Juez, pero se había quedado en una noche de pasión, que querían olvidar porque tenían remordimientos, aunque añadió que donde hubo fuego siempre quedan brasas. No intimamos ese día, pero tengo que reconocer que me entraron ganas, llevaba muchos meses sin sexo y había sido tan agradable, que cuando me acompañó a la casa, dudé mucho si invitarlo a subir, si no lo hice fue porque trabajábamos en el mismo lugar y no quería causar mala impresión, pero me atrajo mucho, quizás no fuese un hombre muy guapo, ni siquiera atractivo, pero tenía un cuerpo atlético y me pareció un gran seductor con la conversación, aunque debía esperar, como decía mi hermano:” en todo gran psicópata hay un hombre encantador”, así que a ver que decía el tiempo, si volvíamos a vernos, si surgía algo o solo se quedaba en un encuentro de cortesía para darme la bienvenida a los juzgados, habría que esperar para verlo. De jovencita me atraía mucho la inteligencia en los hombres, pero según iban pasando los años, a fallarme algunas cosas y descubriendo las maravillas del sexo, empecé a valorar la buena condición física en las personas, no era lo principal para una relación, pero era sí importante para otros aspectos, que antes para mí pasaban desapercibidos, y me pareció descubrir en Toño todas las cualidades, sin ser el David de Miguel Ángel, pero quien quiere subir tan pronto a los cielos. Cuando subí a la casa comenzó una pesadilla. Los primeros pasos fueron llamadas sin que contestaran, solo se escuchaba la respiración entrecortada, esas que te daban un poco de risa, pero te desagradaban. No le di importancia, porque siempre hay quien le da por gastar bromas a las recién llegadas, no pensé en Toño, en nadie, ni en nada, pero a partir de ese momento se repetían cada vez que llegaba a casa, como para asegurarse de que había entrado, al cabo de un par de días me empezó a dar miedo, pero no quería llegar y empezar con historias raras, esperaría que se aburriera y así poder pasar página, sin saber que era el comienzo de lo que una jamás hubiera imaginado, cuando llegué a la que pensaba que sería mi casa. Esa semana todo bien en el trabajo, la relación con mis compañeras era correcta, y no buscaba nada más, mejor así, porque los achuchones no traen buenas cosas a la larga. Un miércoles quedé con Toño para ir al cine, veríamos Medianoche en París, de Woody Allen, nos habían hablado muy bien de ella, era bonita sin ser empalagosa (acabaría siendo de mis preferidas). Fue una velada mágica, como el film, derrochó amabilidad y simpatía, y aunque creía que invitarlo a la última copa en la casa podría significar una metedura de pata, lo hice. Durante media hora fue el culmen de una cita romántica: me besaba despacio, me acariciaba de forma fuerte pero calmada, sin casi entrar por si algo más adivinaba, pero justo cuando terminó y esperaba unos minutos de cariño a su lado en la cama, se vistió, me sonrió y dijo “mañana nos vemos, recuerda que aquí no ha pasado nada”. No lo entendía, había sido todo maravilloso, creía no haberle defraudado, no supe porque fue tan frío, porque ni siquiera me dio un beso de despedida. Entonces pensé que quizás tenía pareja, y buscaba un desliz, una noche de lujuria apasionada. Me puse triste cuando cerró la puerta, porque de joven había tenido buenas oportunidades con los hombres, pero las rechacé por circunstancias personales, creyendo que más adelantes sería el momento idóneo, y ya saben: Hay que aprovechar las buenas oportunidades, porque quizás no vuelvan o sean peores a la que uno imaginaba. Pensé que con Carlos la vida me había dado una última opción, porque no quería quedarme sola, la vida es más agradable con una buena compañía, pero el destino lo separó de mi lado, y aunque me dejó la casa, hubiera dado lo que fuera porque no se hubiese muerto. Cerré los ojos soltando alguna lágrima, hasta que sonó el teléfono, como siempre pasaba. Al día siguiente tenía que trabajar, no tenía muy claro que era lo que debía hacer, y recordé su última frase:” aquí no ha pasado nada”, así que actuaría como tal, como si no lo conociera. Valencia me estaba sorprendiendo, y no de manera grata, me estaba empezando a sentir mal, pero debía luchar, no tenía apoyo económico de nadie, dependía de mí, así que me ducharía temprano, y el agua me limpiaría el mal aurea. Me haría fuerte, y esperaba que dentro de un mes ni me acordara de esa noche bonita y rara, que nunca comprendí, porque pensé que el amor me había recibido otra vez, aunque fuese por la casa, y no me importaba, porque en muchos países si la mujer no tiene dote, se queda sin marido, así que pensé que compartir conmigo la herencia de Carlos, sería el regalo para quien quisiese una relación madura e independiente con una mujer que dejaba de ser una muchacha, mientras no fuese un vago, a mí me bastaba, pero creo que a estas altura de la vida, la dote carecía de importancia. Mientras pensaba en todo eso cogí el metro para ir al trabajo, había un hombre que me miraba mucho, creí que me quería robar, así que me puse el bolso en bandolera, y me cambié de sitio, por si lo podía despistar. Miraba de lejos, pero cuando me bajé, el seguía dentro del vagón, y me dio miedo, ese que apareció cuando llegué sola a la ciudad de los sueños. Al llegar al trabajo noté el ambiente algo distinto, me miraban mal y no me hablaban, para rematar la jugada. Toño actuaba como si no existiera, lo podía comprender, pero porqué los demás, quizás conocían a la mujer. No lo entendía, y al cabo de un par de horas me decidí preguntarle a la Secretaria, quien me daba más confianza. - Perdona Valeria, quería preguntarte una cosa - Dime - ¿Ha pasado algo que no sepa?, porque creo que me están haciendo el vacío, sin comprender nada - Bueno chismes, supongo que en una semana se les pasará - ¿Qué chisme?, dímelo por favor - Bueno Toño es algo malvado, pasó muchas necesidades económicas y afectivas de pequeño, y a veces eso te hace un poco insensible, pero no sé realmente el motivo por el que le ha dado por comentar que has conseguido el trabajo por enchufe, no por puntos en la oposición - ¿Por qué ha hecho eso?, ¿no le comprendo? - Bueno quizás celos, no sé, la gente es tan extraña - Pero me va a arruinar la vida - No te preocupes, lo puedes demostrar, aunque una mentira cien veces dicha no se convierta en verdad, crea la duda, y lo ha conseguido - Voy a hablar con él - Me parece que no es buena idea, le va a dar igual sus palabras, para él tiene sentido todo, aunque para ti nada. Además las explicaciones a quienes las pidan, las otras personas creerán lo que les venga en gana por envidia o por cualquier sentimiento negativo que marcase la distancia. Déjalo pasar, la semana que viene, será agua pasada - Pero a veces es mejor hablar las cosas, porque crea confusión y pueden ir a más - Yo no lo haría, sería como darle importancia, pero haz lo que quieras No tenía claro lo que debía hacer, pero creí que era no remover mucho la porquería, porque más huele, o eso se dice, pensé que era mejor que el tiempo calmase la situación, no iba a empezar a trabajar creando problemas, los días diría lo que debía hacer, me contralaría el impulso de quererle dar una bofetada. Acabé mi tarea, y me fui a casa, muy triste, casi agotada, porque tantos sentimientos negativos me estaban dañando el alma. Cuando subí al metro, estaba el mismo hombre que antes, me miraba, pero no tenía ganas de preocuparme, bastante tenía con lo que me pasaba. Me bajé del metro sin darle importancia, y pasó lo que temía, me dio un tirón, mientras lloraba. Suspiré, era lo que me faltaba, debía haberme quedado en el pueblo y haber montado una tienda de ropa o de regalos, pero quería aspirar a más, y bueno a veces lo que uno desea no corresponde con la realidad. De pequeña había aprendido a no llevar todo el dinero en el mismo sitio, así que me saqué los veinte euros de una bolsita guardada en el pecho, y cogí otro metro hasta la comisaría más cercana, ya había mirado la dirección en google , por si la necesitaba, como donde estaba el hospital y la farmacia, las cosas básicas. Cuando llegué parecía que no me querían atender, así que esperé resignada a que me dirigieran ellos la primera palabra - Buenas - Hola, quería poner una denuncia, me han robado el bolso - Muy bien, rellene este formulario y sea lo más exacta posible con lo que llevaba - Gracias ( lo hice rápido, supongo que por la costumbre) - Muy bien, ahora pase a esa sala Me metió en una sala bastante pequeña, con rejas en la ventana. Cerró la puerta, y no me agradó, porque no me había explicado nada, pasaron los minutos, no sé cuántos, no llevaba reloj, pero pude ver como anochecía por la ventana. Entonces me atreví a abrir la puerta y estaba cerrada con pestillo. Empezó a sonar música fuerte, que más me alteraba. No me lo podía creer, parecía que vivía en una guerra continua. Di porrazos a la puerta, pero nadie me contestaba, estaba perdiendo un poco los nervios, y seguí dando golpes, hasta que un hombre vino vestido de paisano, y me dijo que me tranquilizara, que el inspector vendría cuando hubiera terminado con un imprevisto que le había surgido, y volvió a cerrar la puerta. Me quería ir, no comprendía nada, parecía que era yo la que había robado, cuando me estaban maltratando por todos lados, sin haber hecho nada. Ya era de noche, y me tumbé en un sofá pequeño que había, y no sé cómo, pero dormí, creo que estaba agotada de tanto sufrimiento injustificado, y así llegó la mañana. La luz de la ventana me daba en la cara, me incorporé y justo cuando iba a chillar, porque estaba harta, vino un policía con el bolso en la mano, como si no hubiera pasado nada:” Hemos encontrado al delincuente con el bolso, así que el inspector da por terminado el caso”. Estaba tan agotada emocionalmente que no dije nada, me lo colgué y salí por la puerta, aún me daba tiempo a ducharme antes de ir a trabajar, donde tanto me apreciaban. Parecía que no había entrado, cogió el dinero en metálico y nada más, porque la cuenta del banco también estaba intacta, me pasaría para cambiar la tarjeta y las llaves, pero quizás mañana, estaba un poco aturdida, que ni miedo me entraba. Trabajé echándole miradas a Toño, quien sonreía como si nada. Lo odiaba, jamás había tenido ese sentimiento hacia nadie, quizás porque no había conocido a personas malas, y las hay, más de lo que una piensa, así que me resigné, era una buena trabajadora, haría bien mi tarea, y volvería a retomar las amistades, aunque estuvieran lejos y casadas. No conté nada de lo sucedido, además a quien le importaba, y mientas escribía a máquina, me di cuenta que me había hecho daño en el cuello, quizás por el tirón, me acordé que había una clínica cerca de casa, así que llamaría por la tarde, por si me podían echar un ojo, vaya que empeorase, no iba a coger la baja a los dos días de empezar, vaya mala pata, me acordé de Carlos, me hubiera ayudado y animado, pero ahora estaba yo y su gata, porque también la heredé con la casa, se llamaba Lola, como su madre con su tata. Es en los malos momentos cuando te das cuenta de la importancia del amor y de la buena compañía, quien la tuviera que la cuide como a su alma, echaba tanto de menos a Carlos, que no me acordaba ni de las amistades, que a veces salvan. Terminé con todo, y me puse contenta, creí que no me iba a dar tiempo en la jornada, pero lo conseguí, esperaba que no me fueran a presionar mañana con más documentación de la innecesaria. Llegué a casa, me tumbé en el sofá, soltando alguna lágrima. Llamé a la clínica y me dieron cita a las siete de la mañana, no tenían otro hueco. Lo acepté, sería la primera e iba a estar conmigo media hora, me daba tiempo a coger el metro y a estar a las nueve en la oficina. - Buenos días - Buenas, que pronto abrís - Muchas personas prefieren venir al amanecer, que cuando salen de trabajar - Por mí genial, porque me duele y vaya que empeore - Sí, ya me contaste. Túmbate (empezó rápido con el masaje, pero me estaba lastimando, aunque decía que era normal al principio) - Entonces tu eres Minerva, la que engatusó a Carlos para que le dejara la casa (dijo mientras me apretaba el cuello, como si me ahorcara) - No sé qué quieres decir, éramos más que amigos, no tenía mucha familia y pensó en mí, nunca le dije nada relacionado con ello. - Yaaa, te voy a poner las corrientes (y apretó el botón al máximo, haciéndome que me incorporara, con un dolor intenso. Me quité los cables, y fui al mostrador a pagar a la otra muchacha, aunque no se merecían nada) Salí llorando del edificio, no comprendía nada de lo que estaba pasando, era una ciudad llena de psicópatas, me estaban maltratando y no había hecho nada, como mucho algún comentario desagradable por la presión que sentía, querían arruinarme la vida, sin tener un motivo que lo justificase, aunque ya saben que para muchos se hace el daño, y luego se busca el justificante, que siempre lo hay, si bien buscas por los rincones del pasado. Lloré hasta coger el metro, me bajé una parada antes para ir andando y tranquilizarme, decidí que por la tarde me pasaría por la casa de mi hermano, le contaría todo lo que me estaba sucediendo, por si me podía ayudar a tomar decisiones, porque mi idea era coger las maletas e irme sin decir adiós, pero quizás no fuese lo correcto. No le gustaba mucho que le molestara con mis cosas, porque era un abogado muy ocupado, pero creía que querían acabar conmigo, y ya sabemos que es lo que pasa si no andas con ojo, que al final lo logran, simplemente por temor a una posible venganza. Me senté en mi mesa, sin decir nada, no me salían las palabras, entonces vino Valeria con un carro lleno de papeles que tenía que poner al día esa mañana, después el juez con más carpetas, chillando, diciendo que corría prisa y mientras me los acomodaban en mi mesa, grité y los tiré al suelo, no podía más, y no me ayudaban. Todos me miraron asustados, hasta que Toño y el Juez se acercaron diciendo:”¡no sirve!, no tiene un carácter adecuado”. Seguía sin comprender lo que ocurría, pero me dieron un vaso de agua y me dijeron que me fuera a casa, que no volviera hasta el lunes, para que me tranquilizara. El juez me dio un abrazo de consuelo, y me dijo que el viernes a la tarde me llamaría, para explicarme algunas cosas, porque todo en esta vida tiene un motivo y sentido, aunque en un principio no entiendas nada. Me fui a casa, me di una buena ducha y me puse el pijama, el que no me pensaba quitar hasta que no quedase más remedio, pediría comida, si es que no la envenenaban, pero estaba tan harta, que me estaba dando igual muchas cosas, si la vida era esto, quizás no merecía la pena amarla. Cuando vives sola hay que tener mucho cuidado a quien abres la puerta, mejor fingir que no hay nadie si llaman, pero me costaba casi respirar, por lo que no quería cocinar, quería descansar, así que me arriesgué, aun sabiendo que el peligro aprovecha cualquier oportunidad que le dieras, nunca descansa. El jueves por la noche estaba más tranquila, esperando impaciente la llamada del Juez, y aunque me diera la mejor de las explicaciones, no me apetecía volver a ese juzgado, porque por mucho que se quieran arreglar las cosas, cuando te han visto pisando el fango y manchada, poca cosa se podía hacer para mejorar la imagen, siempre había algo que la recordaba, así que lo primero que iba a hacer, una vez que terminara de hablar, sería pedirle el cambio de destino, quizás en uno sencillo, sin muchos problemas, porque estaba muy estresada, sin entender porque me odiaban. Así que para despejarme decidí salir a dar un paseo por el parque que había cerca, estaba anocheciendo, pero aún había gente en la calle, lo necesitaba. Me distraje bastante, me vino bien respirar aire fresco, incluso llamé para quedar con mi hermano ese fin de semana, no lo hice antes para poder contarle sin que me faltasen datos. Volví sobre las nueve, y en poco tiempo las calles estaban algo vacías, me entró la prisa junto al miedo, solo quedaba una cosa por hacerme, y no lo quería poner fácil. Al llegar al portal, vi un hombre de espaldas, con gorra, me pareció Toño y no me gustó la idea, así que no lo iba a llamar, deseando que no se diera cuenta de que entraba en casa, no cogería el portero ni llamadas, para que se marchara, confiaba algo en el Juez, pero en toño: nada. Y ya saben lo que ocurrió, abrí la puerta del portal y cuando la fui a cerrar, el hombre con gorra y máscara no me dejó, sin tener claro de quien se trataba, dándome el primer golpe en la puerta de entrada… TERCERA PARTE - ¿Estarás bien sola en la casa, no te da miedo? - Sí que me da, pero la psicóloga ha dicho que me tengo que enfrentar a los problemas, y como hay protección en la puerta, me siento protegida - ¿Quieres que me quede hasta que te duermas? - No te preocupes, con las pastillas descanso donde sea - En el baño Lina te ha puesto el talco que te gusta - ¿Ausonia?, me acordé, cada vez de más cosas - Si, también compró la tarta de corazón de la pastelería Ávila, y te guardó un trozo, está en el frigorífico, creo que te encantaba - De eso no me acuerdo, pero seguro que es así, muchas gracias - Estás preparada para el Juicio - Creo que no se está nunca preparada para eso, pero como voy a ser sincera, no tengo nada de lo que preocuparme - Muy bien, mucha suerte de todas formas, porque sacarán los más oscuros secretos de tu pasado. - Espero que no haya muchos, lo único que deseo es que paguen por todo lo que me han hecho injustamente, para que se lo piensen si quieren volverme a hacer daño. - Ojalá sea así, no son tan fáciles las cosas, muchas veces matas a una avispa que está tranquila, por si luego te pica, ya me entiendes - Claro - Es importante que recuerdes todo lo que te he dicho en el hospital, ¿podrás? - Creo que sí Se marchó rápido, tanto que no me dio tiempo a servirle un café, supongo que tenía mucho atraso en el trabajo, por ocuparse de mí. Lina era una abogada eficaz, pero no sería suficiente, si tenían mucho volumen de casos. Había pensado regalarle algo caro, cuando todo terminase, quizás una buena cámara fotográfica, era su hobby, y aunque podía permitirse ese tipo de lujos, a veces en uno mismo no lo haces, porque no iba a aceptar cobrarme por los servicios, según decía, ni me lo podría permitir, así que se lo agradecería de por vida, no solo con un regalo. Teníamos una relación buena, más bien correcta, pero no recordaba una confianza plena, quizás la distancia lo estropeó. Lo importante es que me estaba ayudando, y que esperaba que todo saliese bien, que no hubiera sorpresas, porque el juicio estaba más o menos encauzado, según decía. Había hecho muchas llamadas desde el hospital, y las veía como suficientes para resolver todo tipo de dudas, creía que sería bastante sencillo, si no había ningún traidor. Me serví un poco de tarta, no sé si sería mi preferida, pero estaba buenísima. Coloqué la maleta y me puse a ver la televisión hasta la hora de dormir, para descansar y tener buen aspecto, siempre es importante, sería la primera en hablar, para explicar la situación de todo. Al pensarlo me daba un poco de miedo, pero por otra parte tenía ganas de acabar con ello, y empezar mi nueva vida, creo que lejos. Me daba pena dejar la casa, pero no tenía sentido continuar donde te odiaban, incluso donde te habían querido matar (solo les quedaba eso por hacer), así que poco a poco estudiaría cómo hacerlo, pero me debía de marchar. Las cosas materiales no son importantes en comparación a tu bienestar, así que no me daba pena dejar todo atrás, quizás algo triste, pero había que avanzar y no sufrir más de lo estrictamente necesario. Me costaría, quizás no las tuviese todas conmigo, pero lo iba a intentar, porque el hecho de no tener a determinadas personas al lado, ya era mucho para mí, con eso me bastaba para empezar de cero. Daba miedo, pero no tanto como el que tenía desde que llegué a esa casa, preciosa pero quizás embrujada EL JUICIO MINERVA - Buenos días Señorita Minerva - Buenos días Señor Juez - Vamos a empezar con el interrogatorio, ¿está usted preparada? ¿se encuentra bien? - Sí - Bueno si se nota mareada, nos avisa, y paramos todo - De acuerdo - ¿Puede contarnos más o menos lo que le pasó? - Claro, intentaré resumirlo, si tienen dudas pregunten. Desde que llegué a mi nuevo trabajo no han parado de pasarme hechos desagradables: robos, agresiones, presiones, maltrato psicológico e incluso físico de forma disimulada y por último la paliza en el portal de mi casa - ¿Sabe usted por qué y quién? - No lo sé, las personas que me han hecho daño no tenían justificación, a no ser que hubieran sido incitadas o provocadas - ¿podrías identificarlas, quizás hablando con ellas sepamos los motivos? - Claro, ya casi he recordado toda la memoria, por lo menos los datos importantes - ¿Está segura? - Sí, bueno no puedo identificar con exactitud a la persona que me agredió en el portal, pero sí sé que le llegué a arañar cerca del ojo, lo único que tenía visible - ¿Se recogieron muestras de su mano? - No señoría, la mano estaba llena de su sangre, los posibles restos estaban contaminados - Bueno y a usted le recordó a alguien esa persona. - No puedo decirlo claramente, pero su complexión se asemejaba a la de Toño, el alguacil de mis juzgados - Es uno de los testigos que vendrán luego, Señoría - Muy bien, quiere añadir algo más - Por el momento, no - Ya según me vayan preguntando - Muy bien, puede sentarse. Siguiente Testigo RUTH - Buenos días Señora Ruth, tome asiento. ¿Es usted la directora del colegio donde asistió Minerva? - Sí lo soy - ¿Podría hablarnos de ella? - Una chica trabajadora, algo reservada, aunque no diera esa imagen - ¿Problemática? - No empezaba los conflictos, y aunque en un primer momento aguantaba cosas, cuando rozaba su límite, no se callaba, protestaba ( si el no aguantar es ser conflictiva, pues lo será, pero no provocaba nada) - Y si ha tenido problemas, ¿a qué cree usted que se debe? - Bueno es una chica que destaca, sin buscarlo - Envidia quizás - No es muy guapa, pero ha gustado, y es buena en su trabajo, a veces no hace falta ser la mejor o más que otros, simplemente con tener algo que los demás no posean es suficiente. Heredó la casa, se sacó una oposición, gustaba en el colegio a los chicos. Cualquier cosa, ya saben cómo es la vida, y más si te rodeas de personas infelices, jamás consentirían que una lo fuese - Si lo sé, más que nada por mi trabajo, no sabe las cosas que me encuentro. Entonces podría decir que es una mujer que vale - Sí, siempre pensé que llegaría lejos, no sé qué es lo que ha podido pasar - La vida Señora, la vida puede ser muy dura para muchas personas - Será eso, espero que pueda rehacerla - Muchas gracias por todo HERMELINDA - Señorita Analía - No, soy Hermelinda, ella al final no ha podido venir por motivos personales - Perdón, puede contarnos su relación con la Señorita Minerva - Fui su vecina en la niñez - Y puede hablarnos de ella - Pues es una persona tranquila y sensible, muy sensible, aunque no lo parezca a simple vista, su aspecto es más bien sexy que dulce, así la definiría - ¿Cree que puede haber provocado alguna situación incómoda en el trabajo? - No lo creo, aunque muchas veces basta que a uno se le meta a alguien en el entrecejo, para ver cosas que no existen contra ella (uno siempre ve y cree lo que desea). Hacer, no lo pienso, quizás guardaría mucho las distancias, le cuesta algo relacionarse y puede ser que haya molestado. Otra cosa lo dudo, aunque como ya he dicho: “una persona que tiene sed, ve un oasis donde no hay nada”. Además el que ella no sea perfecta, no convierte a los demás en buenos, ¿no?. Una persona es algo más que sus errores y defectos, creo yo - Le ha comentado algo de lo que le ha pasado estos días - No, me llamó su hermano contándome solo el ataque que había sufrido. Me casé, me mudé fuera de nuestra ciudad, y ya saben, las cosas se enfrían mucho con la distancia, pero los sentimientos no desaparecen - Quiere añadir algo - No es una mala mujer, a pesar de haber tenido esos problemas - Gracias, siguiente testigo TOÑO - Buenos días Alguacil, veo que viene de uniforme - Sí, porque voy a hablar de mi trabajo - Muy bien, pues cuanto antes empieces mucho mejor - Trabajo para el Juez Contreras, en el Juzgado número diez, y en muchas ocasiones se me pide que investigue a personas con alto coeficiente intelectual, para ver si pueden formar parte del servicio de inteligencia de nuestro país. - ¿Estaban investigando a Minerva? - La estaba tratando e incluso presionando, para ver si servía, para saber cómo era su carácter en situaciones de estrés - ¿Por eso provocó la situación desagradable en el trabajo? - Sí - ¿Por su cuenta? - Bueno tomé decisiones, tengo ya una edad y experiencia, sé lo que debo hacer, no voy a ir comentando cada paso que doy, no me hubieran elegido a mí para ese trabajo - ¿Qué pensaban que era Marilyn Monroe para seducir a cualquiera? - Tiene buen físico, pero no teníamos claro para qué nos podría servir - ¿No pensó que podía destrozarle la vida? - No lo pensé, creí que todo pasaría, pero me parece que se ha complicado más de lo que podía pensar - ¿Qué más provocó? - El daño físico con el fisioterapeuta, el robo del bolso y el encierro en comisaría - Es maltratar a una persona - Es saber cómo actúa en situaciones complicadas. Se la iba a explicar y compensar, cuando acabase el periodo de prueba - A veces el daño es irreparable - Nunca nos había pasado, nunca se nos había ido las cosas de las manos - ¿Y por qué no pararon? - Lo hicimos, pero todo fue muy rápido, todo pasó en un abrir y cerrar de ojos, cuando lo íbamos a hacer, la noche antes sufrió el ataque - ¿Fue usted? - No, ni tengo motivos, solo me dediqué a hacer mi trabajo - Puede quitarse la gorra, para ver mejor su cara, por si tiene alguna señal - Claro (no había nada) - ¿Sabe quién pudo haber sido? - Ni idea, pero muchas veces de la envidia se pasa al odio, y eso conlleva muchas desgracias, llegando incluso a la muerte. Supongo que el inspector Sanalejo seguirá investigando, porque no puede quedar todo en el aire, lo volverían a intentar, al menos ese es mi consejo - ¿Cree que Minerva sirve para lo que buscan? - No, es una mujer atractiva e inteligente, pero muy poco fría para poder tomar decisiones adecuadas bajo presión - Gracias, puede retirarse El juicio duró un par de días, con la declaración de Toño quedó todo bastante claro, aunque tuve que escuchar a otras personas hablar mal de mí, no sé porque lo hicieron, no era necesario, pero los juicios nunca son agradables, eso se sabe hasta por las película, además era difícil agradar a todo el mundo, muchas veces los desencuentros no vienen porque hagas algo, sino porque no lo haces, en ocasiones, si no actúas como a otras persona les gustaría y no obtienen lo que desean de ti, surge el problema (quizás fue el motivo de algunos desprecios que no comprendía). De todas formas iban a seguir investigando y se pondrían en contacto conmigo, por si tenían alguna duda, mientras tendría protección, pero eran tan discretos que no me daba cuenta de nada, bueno de casi nada. Alguna noche lloraba, por todo lo ocurrido, pero como decía mi abuela:” siempre podía haber sido peor”, me podían haber matado, haber durado años, podía haberlo vivido sola, embarazada o medicada y enferma, así que me conformaba intentando creer que cogerían al culpable. A Toño lo detestaba, pero también lo comprendía, cumplía con su deber, y aunque no es en este caso una eximente, tenía su justificación. Una noche cuando estaba preparando cajas para la mudanza, sonó mi móvil, era un mensaje - Buenas noches Minerva, ¿cómo estás? - Mejor, ¿quién eres? - Soy Toño, siento remordimientos por lo ocurrido, y quería pedirte disculpas, deberían haberte conocido primero, antes de meterte en ese lío - Pues sí, aún tengo secuelas y mucha desconfianza, e incluso me agredieron - Creo que eso no tiene nada que ver conmigo, espero que se sepa todo pronto y podértelo demostrar - Más vale, porque no sé lo que haré, si fue consecuencia de todo lo que incitaste - No lo creo, pero habrá que esperar - Lo he pasado muy mal, y me voy a tener que mudar - Lo siento, nunca fue nuestra intención - Eso no vale - Lo sé - ¿Quieres algo más? - Sí, me gustaría invitarte a cenar, quizás no sirva de mucho, pero me haría muy feliz, creo que mi conciencia se quedaría más tranquila - Ahora mismo no sé qué decirte, no me apetece verte otra vez la cara - Lo comprendo, piénsalo, y otro día te escribo, ¿vale? - De acuerdo - Gracias, y te pido perdón con todo mi corazón Me había destrozado por dentro y por fuera, pero a una parte de mí le gustaba, le parecía alguien que valía la pena. Me daba coraje pensar así, porque podía ser el principio de una relación tormentosa, quería ir a cenar con él, no sé muy bien porqué, quizás mi subconsciente planeaba una venganza, y aunque me habían desaparecido las ganas de matarle, las ganas que tenía cuando recibí el golpe creyendo que había sido él, aún había rencor, porque lo culpabilizaba de todo. No pensaba que pudiéramos tener una buena relación, porque el orgullo era mi mayor defecto. Tenía dudas de los motivos por los que quería ir a la cena, pero quería hacerlo, quería hablar con él, con temor de que en algún momento pudiera clavarle el tenedor por la rabia, que me invadía por dentro, no era una persona agresiva, pero había sido demasiado, y todo el mundo tiene un límite, aunque en el fondo sabía que me faltaría valor para hacerlo, a pesar de que me hubieran destrozado la vida, sin ninguna causa ni remordimiento - Estás muy guapa - No vayas por ahí, no es una cita, realmente no sé qué es - Como quieras, vamos a ir a un hindú que han puesto cerca - No lo conozco - Te gusta la comida especiada - Sí, aunque no me sienta muy bien - Bueno yo te diré que debes tomar - Gracias Solo tuvimos que cruzar dos calles y ahí estábamos. Era un restaurante acogedor, con mucha tela de color burdeos y lámparas con una luz tenue, casi podíamos decir que era romántico, sin tener claro qué era lo que buscaba, si solo quería pasar una velada agradable, para dejar mejor sabor de boca o buscaba continuar en contacto conmigo, a pesar de la distancia, pero una vez que me senté, me relajé y dejé que hablara. Comimos platos para compartir, un arroz rico con pollo al curry, porque no se atrevía a pedir otra cosa. La verdad es que pasé una velada muy agradable, decía que cuando cambiase de aires y tuviese otra vida, se me olvidaría el horror vivido, (ojalá fuera así). Después fuimos a tomar un helado debajo de mi casa, me lo pedí de chocolate, para que me endulzara el alma, después de lo ocurrido había dejado la dieta, habían cambiado mis prioridades, no me molestaba estar medio calva, ya solo me importaba sentirme bien y estar tranquila, ni si quiera me quejaba de estar casi sola en la vida. Cuando estábamos en la terraza, un hombre se acercó hacia nosotros, y Toño se puso agresivo (el ladrón se cree que todo el mundo es de su condición), solo quería fuego. En ese momento se me fue otra vez la atracción hacia él, no sé, me recordó quien era: un desconocido que había introducido en mi vida la violencia. Acabé pronto el helado, y le dije que estaba cansada, que debía irme a casa. Entonces me di cuenta que no tenía escolta en la puerta, y dijo:” te acompaño, hoy soy yo tu guardaespaldas”, me dio coraje, porque no iba a poder desaparecer de su lado por arte de magia. Subió a casa, se iba a quedar en la puerta, le dije que pasara, que tomara un café y que si quería que se quedase en el sofá. No sé porque lo hice, pero se suponía que podía confiar en él, y bueno pasó lo que se esperaba, mientras ponía unas galletas, me cogió la mano, me la besó, y ya fui por así decirlo su esclava, sin relajarme del todo, pero gozaba, hasta dormirnos durante horas, hasta que salió el sol por la ventana. Se marchó de forma romántica y asegurándose de que había escolta en la puerta, mientras pensaba que había sido bonito, pero muy distinto a la anterior noche, parecía otra persona, siendo el mismo, supuse que fue por la presión del trabajo, que tuvo que comportarse de forma diferente hasta en la cama, y como ahora era una situación diferente, pues pasó a ser más dulce, casi pareciendo que me amaba. Quizás quería compensarme dándome una noche de buena pasión, antes de que me marchara, y lo consiguió, no tenía tanta prisa por guardar las cosas en las cajas, siempre pasaba igual, el amor lo cambia todo, sería una tonta si me enamoraba de alguien que me había destrozado hasta el alma, pero me asomé por la ventana y lo vi marcharse en su moto, mientras me besaba. CUARTA PARTE No sé el tiempo que transcurrió, creo que no llegó a las dos semanas, y Toño no había dado noticias. Lo dejé estar, no tenía mucho sentido mantener una relación con alguien que me ha había provocado tanto sufrimiento, aunque fuese parte de su deber. Tenía todo casi listo para irme, e incluso una vecina se había ofrecido a comprarme el piso para una hija, ya comenté que era un edificio con clase y gente de dinero, así que esperaba que fuese una cantidad suficiente para compensarme lo ocurrido. Cuando mi hermano se enteró quiso venir a verme, porque no se fiaba de que me fuesen a timar, a mí me daba un poco igual, solo quería irme y olvidar, pero si hacía un buen negocio, mucho mejor - Estás prácticamente bien, según veo - Sí y me ha crecido mucho el pelo - A ver cuéntame mejor eso de que le vas a vender el piso a una vecina - No hay mucho que decir, solo que su abogado se pondrá en contacto conmigo cuando lo haya dejado vacío, y firmaré los papeles, tendría el dinero en un cheque bancario, pero le he dicho que prefiero una transferencia - Y vas a firmar sin que yo los lea - No te quiero molestar más, y lo importante para mí es poderme ir rápido - No me parece tan buena idea que te vayas, la verdad - ¿No?, después de todo lo sucedido - Bueno se ha aclarado - No se sabe quién me agredió - Seguro que se corrió la voz junto al odio, y cualquier desarmado - Pues mientras no aparezca, no estoy tranquila, si duermo es por las pastillas y porque tengo escolta - ¿Aún la tienes? - Si, ¿por qué? - Curiosidad, ¿cuándo te vayas también la tendrás? - Creo que sí, hasta no se sepa qué pasó realmente, me ayudarán - ¡ah!, pues muy bien+ - Si, a que vienen tantas preguntas - Curiosidad solo eso. Sigo pensando que no me parece bien que te vayas, aquí al menos me tienes a mí, estoy a media hora, y bueno puedes cambiarte de juzgados, es un buen trabajo, además es una buena casa, por mucho que te den, no vas a poder comprarte otra igual - No te entiendo, me han querido matar - Lo sé, pero la policía está contigo - No es suficiente para mí, he sido muy desgraciada desde que me vine a Valencia - ¿Y te vuelves al pueblo que siempre detestaste? - No. He solicitado el traslado a Zaragoza, Hermelinda vive allí y quiere que estemos cerca. No tiene hermanos, y soy como una para ella, dice que me presentará a gente adecuada para rehacer mi vida. Mientras han concedido una baja, y con lo que me den de la casa, podré tirar un tiempo, para empezar de cero tranquilamente. - Te estas confundiendo - No lo creo, ha sido una auténtica pesadilla - Bueno al menos déjame los papeles de la venta, vaya que te timen - Eso sí, gracias Cuando se marchó pensé que fue una conversación algo extraña, ¿cómo quería que me quedase en la ciudad?, me parecía egoísta y a la vez controlador, pero bueno era mi hermano mayor, se había portado bien conmigo, no se lo tomaría en cuenta, uno siempre piensa que su postura es la acertada, y no se es muy objetivo. Esa misma semana había pensado ir a comprarle la cámara de fotos, para decirle que les esperaba en mi nueva casa, unas vacaciones, con todos los gastos pagados. Quería que aceptasen la invitación, les haría pasar unos días inolvidables, en agradecimiento. Le compré una Cannon, las buenas marcas siempre son una garantía y mi hermano era muy delicado, le gustaba la buena vida y las buenas cosas, no podía fallarle en comprarle una marca blanca, ni nada de eso, era la mejor que tenían en la tienda, así que me sentí segura de la elección. Me fui paseando a su despacho, quería hacer tiempo porque cerraba a las ocho, subiría pocos minutos antes. Cuando llegué al portal, aún faltaba una media hora e iba a tomarme algo en el bar de al lado. Mi sorpresa fue que vi aparcada la moto de Toño frente al establecimiento. Me pareció una coincidencia algo extraña, pero hay tantas en la vida. Me pedí un bitter-kas, y esperé tranquilamente a ver qué pasaba, porque se me estaban ocurriendo historias muy macabras. A los diez minutos bajó Toño con las gafas de sol, aun había mucha claridad, metió algo en la maleta de la moto, se quitó las gafas y miró al bar. No me vio, pero yo sí, perfectamente, estábamos a pocos metros, tan cerca que distinguí una cicatriz en el mismo ojos donde creía haber arañado al agresor, pero no era posible, lo había visto después y no tenía nada, ni una mancha, ¿quizás se había maquillado?, no me lo pareció. Me dolió todo, no solo el corazón. ¿Me estaba engañando junto a mi hermano?.¡Qué traición!, pero por qué, cuál era su móvil, solo había uno: la casa, pero mi hermano tenía medios económicos, no lo llegaba a entender, tampoco me lo podía creer. Casi me desmayo, pero saqué fuerzas y una vez que se marchó, me fui, porque no vi buen momento subir, quizás sospecharía que había visto a Toño, así que con las piernas temblando me marché llorando, pensando nada más que barbaridades, porque hasta mi hermano en esta ciudad se había convertido en un monstruo. Cuando llegué a la maldita casa, me tumbé en el salón, agotada sin saber por qué, cogí el móvil y marqué el número del inspector Sanalejo - ¿Inspector?¿le molesto? - En absoluto, estaba esperando su llamada - ¿Por qué? - Bueno ya le dije que tenía protección, y creo que ha visto lo mismo que usted - He visto la moto de Toño aparcada en el portal del despacho de mi hermano - Lo sé. Hemos empezado a investigarles, desde ya - Gracias, quizás haya sido una coincidencia - No existen, cuando ocurre algo malo, no existen las coincidencias - Bueno, me tendrá al corriente, no sé cómo debo actuar - Como si no hubiera visto nada. ¿Ha quedado para verlos? - No, pero tengo que darle un regalo a mi hermano, y no sé, puedo llamar a Toño para despedirme y ver mejor la cicatriz - ¿Qué cicatriz? - ¿No se lo ha dicho? - No - Pues que tenía una cicatriz profunda donde creí arañar al agresor - ¿Cómo es posible?, no la llevaba en el juicio - Ni el día que lo vi - Habrá que fijarse mejor - Era una cicatriz grande, porque tengo la manicura hecha, siempre me la hago francesa, y bueno en la situación que le arañé, pues se lo hice con ganas, ya me entiende. No podía haberla disimulado con un poco de maquillaje, de hecho, se ve en las distancias cortas, no de lejos, pero sí a pocos metros - Pues habrá que observarlo, tendrá que llamarlo para despedirse, pero hay alguna posibilidad de que la haya visto en el bar - No, miró, pero como cuando miras sin fijarte en nada, vi claramente su expresión - De todas formas tienes seguridad, intenta quedar en tu casa, Habrá un hombre en la puerta y otro en un cuarto, ¿Cuántas habitaciones tiene? - Tres: mi dormitorio, un despacho y otro que casi no se utiliza, ya que la ropa de la casa y la plancha las tengo en un armario del despacho, lo reservo por si tengo visitas. - Bien habrá otro hombre ahí detrás de la puerta de esa habitación y otro en la de la entrada en la casa, no creo que pase nada, porque no saben nada, pero más vale prevenir. Queda con ellos, e intenta que no se te vea preocupada, piensa todo lo que hay en juego - Lo haré, por el momento con la protección me siento segura - Puedes estarlo, son profesionales, saben lo que tienen qué hacer y en qué momento deben actuar - ¿Entonces le comento cuando quede? - No hace falta, estás protegida y controlada. Ojalá demos con la clave de todo - Me dolería el alma - Imagino, pero es necesario saber qué pudo ocurrir, para que no te vuelva a pasar Ese mismo fin de semana quedé con Aurelio, preparé una cena de despedida, eso les comenté - ¿Cómo va el trabajo? ¿te has puesto al día? - Todo correcto, además se acerca el verano y todo coge otro ritmo - Quería invitarte a cenar, como despedida, así también ves el contrato de compre-venta - ¿No puedes acercármelo tú? - Prefiero en mi casa, perdona, es que aún me mareo si ando mucho tiempo sin descansar, aquí en cualquier momento me tumbo, hay confianza - De acuerdo, pero el Viernes, así tendré dos días para mí, que hace que no los tengo - Por mí bien, te sigue gustando el solomillo a la pimienta - Claro que sí, con una buena ración de patatas, no necesito más - Pues lo haré con cariño - Gracias Me supo mal engañarle así, pero qué opción me quedaba, me dolía el corazón, es más me había entrado un dolor en el pecho, que esperaba que se pasase, si no tendría que ir al médico. No sé si pueden imaginar que se siente al tener familia, criarte con ellos, quererles y que te hagan daño e incluso te deseen la muerte. No sé si se pueden hacer a la idea el dolor que produce, la decepción que sientes, tanta que incluso a veces buscas una justificación o te culpabilizas por no haber sido perfecta, pero cuanto más pensaba, más creía que todo se basaba en algo sencillo, primitivo: el dinero, y la comodidad que da conseguirlo. Tenía un poco de esperanza en que hubiera una explicación que me dijera que estaba totalmente confundida al pensar en esa traición, pero debía cooperar con la policía, para saber la verdad, y volverme a sentir segura. - Gracias por venir Lina - A ti, he traído el postre, un helado de piñones y chocolate, espero que te guste - Me encanta - Sentaros, está todo listo, pero tomemos algún aperitivo antes. ¿Vino o Cerveza? - Dejemos el vino para la cena, ahora una cervecita, que hace calor - De acuerdo - Toma esto es para ti - Gracias, pero no tenías porqué. ¡Oh! Una de las mejores cámaras del mercado, muchas gracias - A ti ( me dio pena todo) - Nosotros también tenemos que decirte algo. Lina está embarazada, el tratamiento funcionó y espera mellizos ( dos niños) - Que alegría, muchas felicidades (casi lloro al pensar que podría estropearlas la alegría) - Y bueno quieres que le eche un ojo al contrato - Claro - Esta casa vale cerca del millón por la situación, el edificio, la reforma que tiene, por todo - La vendo por 750000 - Es poco - Pero me corre prisa, me han concedido la baja con el traslado por los daños causados, y aunque ya encontré casa en Zaragoza, no debo demorarme más - Creo que te confundes - Aquí me siento insegura, creo que el odio incitado hacia mí no me va a traer más que problemas tarde o temprano, he sido muy desgraciada desde que llegué - Pero todo está calmado - Porque no doy ocasión, en el momento que me relacionase, no sé yo lo que me podría encontrar - Sigo pensando que te confundes, Valencia es casi un paraíso, solo hay que saber buscar - Está decidido - Como quieras, creo que es un error. Hermelinda es buena chica, pero tiene su familia y vida, quizás a la larga te sientas sola - Intentaré que no sea así, intentaré rehacer mi vida en todos los sentidos - Tú eliges Pasamos una velada muy agradable, tanto que dudé en la elección de irme, creí que me estaba confundiendo con todo, que quizás fue una coincidencia, a veces existen, aunque no sea así para la policía. Me entraron muchas ganas de preguntarle por Toño, pero opté por callarme, así que dejaría hacer el trabajo al inspector, y ojalá tuviera una buena explicación, porque cabía la posibilidad de que quizás perdiera a la única familia que tenía, creo que se pueden hacer a la idea. Cuando se fueron, el policía salió detrás de la puerta, no tuve mucha consideración, fue una velada larga, pero es que se me olvidó hasta que estaba ahí, para compensarle le puse la cena, había sobrado, y se sentó mientras esperaba la llamada del jefe, no sabía que debía hacer. Le encantó el solomillo y el helado, cuando se marchó, me quedé muy triste, porque dudaba de lo que me esperaría en Zaragoza, pero si en Valencia me rodeaba el miedo, estaba segura de que sería una decisión adecuada, por lo menos en el intento. Dejaría las vitaminas del zumo de naranja por la oración a la Virgen del Pilar, con la esperanza de que también alimentara mi alma, para poder pisar fuerte al caminar. Había guardado en unas cajas todo lo mío, y ahora metería algunos recuerdos de Carlos, no me lo llevaba todo, pero sí lo más importante, como a Lola. La casa que había alquilado en Zaragoza no era tan grande, tendría un dormitorio y un despacho con un sofá cama, por si venía alguien. No me atreví a comprar, pensé que estaría un año de alquiler, y después, según las circunstancias, quizás me comprase algo. No tenía claro si dos dormitorios o tres, ya vería, a ver que me enseñaban, pero debía ser cerca de Hermelinda, me daba seguridad y confianza. Me dolió mucho tener que hacer la mudanza sola, porque me daba mucha sensación de soledad, era como viajar, también lo había hecho sin compañía y no me gustó, me sentía tan triste, tan desvalida, sin poder compartir con nadie los momentos de alegría, pero pensé en las mujeres maltratadas de la televisión, en la agresión que había sufrido y concluí que mejor una tranquila soledad, que una tormentosa compañía, por lo que me iba a conformar, no sabía lo que la vida me deparaba, pero mejor soledad que maltratada, intentaría rodearme de personas que me endulzaran la vida, no que me llevaran por un mal camino por envidia o una maldad derivada de la desgracia. A ver si la vida me daba algo de alegría en otras tierras extrañas, si me llevaba por el buen sendero y dejaba la selva para los leones en celo. Cuando me acosté, mandé un mensaje a Toño, lo prefería, vaya que en la entonación notase mi desgana, porque no me apetecía, pero tenía que verle bien la cara, salir de dudas en lo referente a la cicatriz. - ¿Toño? - ¿Minerva?, no te esperaba, creí que ya te habrías marchado - Me queda un par de semanas, ¿quieres que nos veamos mañana?, vienes a casa, te invito a cenar, haré una cena informal: tortilla, jamón, queso, aceitunas y unas croquetas, que las hago muy ricas. ¿Te parece bien? - Más que suficiente, lo estoy deseando, ¿quieres decirme algo importante? - No, no estoy embarazada( no sé cómo me salió esa broma, quizás para camuflar el desprecio en mis palabras) - Menos mal, porque no estoy preparado para ser padre - Solo quiero despedirme. Te espero sobre las nueve, antes si quieres, desde las ocho y media estaré lista - Me parece genial, si quieres luego vamos a ver las fallas, hará buena noche - Aún no me encuentro perfectamente, lo siento - No importa, quizás haya otra ocasión más adelante - Lo dudo - Nunca digas nunca jamás - Casi me atrevería - Bueno llevaré unos pastelitos - De chocolate, por favor Me puse guapa, mucho, como si fuera el último hombre de la tierra: un pantalón de piel, una camisa blanca de seda algo transparente y abierta, con unas bailarinas negras, quizás debería haber sido unos tacones de aguja, pero estaba en casa, creí más apropiado un zapato bajo. Me hubiese dejado mi melena rizada suelta, para jugar con ella, si me entraban los nervios, pero mi nuevo look me daba un aspecto diferente, quizás menos sensual, pero con más ímpetu. Cuando me vio el policía sonrió, le devolví el gesto. No le iba a sacar ninguna información a Toño, pero dudaba de que esa noche me quisiera golpear, por lo menos con un arma( que equivocada). Mientras esperaba, me impacienté un poco, quizás me estaba precipitando, pero tenía que verle bien la cara, tenía que descubrir su secreto, de la forma que fuera, para saber quién me quiso matar. Puse música, jazz, quizás no le gustaba, pero tampoco desagradaba, encendí alguna vela y preparé la mesa pequeña - ¡Qué guapa! - Muchas gracias, hice lo que pude - ¿Me quieres conquistar? - No, tengo muchos problemas para añadir uno más - Olvidemos los malos momentos, todo pasa hasta lo malo y lo bueno - Cuento con ello - ¿Quieres vino? - Por favor, espero que esté un poco fresco, porque ya empezó el calor - Si es un lambrusco, a mí me gusta mucho, y pensé que sería apropiado - Genial, buena elección - Luego si quieres hay tinto, que pega más con la comida - Por mi terminamos el rosado. Siéntate a mi lado - No sé si es buena idea - Perdóname, nunca creí que sufrirías tanto - Tengo secuelas físicas y miedo, creo que deberías haberlo pensado - Nunca me había pasado - Bueno pasemos una velada agradable, espero olvidarlo cuando me haya marchado lejos - Seguro que sí, también siento que te tengas que mudar - Mejor no pensarlo mucho, además creo que estaré mejor en Zaragoza, cuento con alguien de confianza, no es familia, pero a veces dan más - También lo creo, la familia es como los hijos, te pueden salir buenos o algo traviesos. ¿Tendrás el mismo número? - Creo que lo cambiaré - Pues espero que me lo des, y poder mantener el contacto - Ya se verá, según las circunstancias, aún tengo algo de rencor - De acuerdo Pasamos una velada agradable, sin llegar a entender nada de lo que sucedía, no parecía que tuviera ninguna cicatriz, pero por si acaso, debía tocarla, no sé cómo, pero debía asegurarme que no llevaba ningún maquillaje. Después de comer los platos salados y felicitarme por la tortilla y las croquetas, fui a hacer café, me lo pidió descafeinado, tenía, y saqué los pastelitos del frigorífico. Pueden imaginar lo que ocurrió, vino tras de mí, se puso muy muy cerca mientras apretaba la cafetera, y me besó, ya luego recuerdo estar en la cama con él, aun sabiendo que estaba el policía cerca. Creo que fue la madurez, esa que te hace pensar en la satisfacción personal como primera opción, sin tener muy en cuenta los sentimientos, solo el placer del momento. Algunas personas les pasan lo contrario, actúan así de jóvenes, pero no era mí caso, antes veía un pero a todo, y ahora vivía el sexo sin miedo, ya pensaría luego si me estaba confundiendo. Con la excitación se me olvidó tocarle la cara, pero había tiempo, aún nos quedaba el café, y algún que otro beso. Lo peor de todo, es que no estaba fingiendo, me gustaba, aunque me hubiera destrozado incluso por dentro, algo de mí lo justificada, ya sabes, ves aquello que quieres ver, si es que lo deseas, lo quieres o quieres tener un bonito recuerdo. No duró mucho, quizás tenía prisa y solo fue un acto de cortesía, para que cambiara mi concepto de él, no olvidemos que trabajaba para el servicio secreto, estaba preparado para fingir, incluso en el sexo. Cuando pensé en eso, me volvieron los nervios, me puse un poco fría, y tuve como remordimientos de haberme acostado con quien quizás me había quitado el sueño. Nos fuimos al salón, dijo que tenía algo de prisa porque había quedado para ver los ninots, que aún estaba a tiempo de ir a verlos. Negué con la cabeza, pero le pedí que se tomara el café, así iría algo más despejado después de tanto vino. Nos sentamos, tomamos uno y vi la oportunidad porque se manchó la cara, cogí una servilleta para limpiársela. Se dio cuenta, porque fui casi directa al ojo para ver si llevaba maquillaje. Me miró como un asesino, a pesar de no haber nada, dudé de lo que había visto en el portal de Aurelio, pero algo pasaba, porque su expresión cambió, los demonios de la noche nos visitaban, todo parecía que había cambiado de color, hasta el rostro de su cara, quizás pensó que había descubierto un secreto, que yo no descifraba, y ya solo recuerdo como se me echó encima y me ahogaba… QUINTA PARTE: EL FINAL Pueden imaginar lo que ocurrió: los policías salieron de su escondite, pero tuve que pasar un día en observación, otra vez en el hospital. No sé lo que se le pasó por la cabeza, sabía que había un policía en la puerta de la casa, no el de dentro, pero había pedido permiso para entrar. No sé la excusa que iba a dar si me mataba, quizás otra vez que fue en acto de servicio, ya saben que el que quiere matar, encuentra una buena justificación si les dejan pensar, bueno uno siempre encuentra una razón para lo que desea, sea buena o mala. Lo retuvieron en comisaría, hasta que lo explicó todo, algo que sabía de antemano el inspector pero quería que se lo contara, por si metía la pata: Toño tenía un hermano gemelo, ambos trabajaban para el servicio de inteligencia, y por tanto, para llevar bien la ejecución de determinadas misiones, era un secreto que no se debía saber, por eso, cuando se dio cuenta de que lo descubrí, su reacción fue intentar matarme, sin pensar mucho más. Realmente nadie sabía quién era quien, aunque se reconocía cómo el verdadero Toño. Cuando se le pidió explicaciones relacionadas con la cicatriz en el ojo de su hermano, no dijo nada, incluso cínicamente dijo que quizás se lo había hecho algún gato, por ejemplo la mía. El inspector no se rió porque le pareció una falta de respeto hacia mí, ya el fiscal haría su trabajo. No me habían comentado nada, pero meses antes de irme a Valencia, justo cuando heredé la casa, mi hermano sacó del banco la cantidad de diez mil euros, y días posteriores Toño se había comprado su moto por doce mil, pagando en efectivo. Otra coincidencia, una de esas de las que no le gusta al inspector, y después de tanto dolor, tampoco las creía yo. Era difícil pensar que alguien por esa cantidad de dinero, que no te resolvía la vida, fuese capaz de matar, pero saben ese dicho:” hay gente para todo”, y si quería una moto, pues una más o menos en el cementerio no iba a significar nada. El motivo por el que mi hermano quería mi muerte era muy sencillo: iba a ser padre, le gustaba la buena vida, vivía en una buena zona, pero de alquiler, como propiedad tenía el coche y el pequeño despacho, así que si se podía quedar con la casa, tenía un buen futuro asegurado, Algunos pensarán cómo por una casa iba a matar a su propia hermana, pero es que no era cualquier casa, era una que jamás podría conseguir con los gastos que tenía, y con los que se uniría con la llegada de los mellizos, porque querría llevarlos a los mejores colegios y universidades. A mi hermano le gustaba el lujo, como a la mayoría de las personas, aunque no todas matarían por ello, algunas roban, otras luchan y otras se conforman, porque no siempre en la vida es lo más importante el dinero. Mi hermano nunca me tuvo en gran estima, como mi madre, quizás se le contagió, y muchas veces hay personas que se ven con derecho a todo, con derecho hasta de matarte, porque se ven superior, por intereses o por una envidia que lleva al odio y de ahí al dolor. Quizás a Toño le prometió más dinero cuando tuviera la casa y menos gastos, no sé, aunque si descubrí su conexión: investigó a todos los que iban a trabajar conmigo, buscando un aliado para el asesinato, que le llevaría a la vida cómoda que siempre le gustó, poniendo como excusa, la presión sufrida para entrar en el servicio secreto, sin que eso haya quedado claro. No se sabe si fue idea del Juez Contreras, o que le incitaron a que lo pensase, porque sabía que muchas veces reclutaba a personas para ello, y vendría bien para justificar mi muerte, si es que llegaba a ser cierto. El dinero no da la felicidad, pero ayuda, aunque a mí solo me trajo problemas, porque si es doloroso saber que hay personas que te desean mal, que te desean incluso la muerte, pueden imaginar cómo te sientes al saber que entre esas personas está tu familia, e incluso que fue la incitadora de todas tus desgracias. La soledad era dura, pero más cuando viene acompañada de malas experiencias, pero algo de mí no se rendía, sin saber quién me daba las fuerzas, por eso cada noche rezaba, por si encontraba algo de calor, en la fría oscuridad que me rodeaba ZARAGOZA Llegué a Zaragoza al mes de la agresión, con todo listo, la venta hecha, los papeles en regla y aún me quedaban meses para incorporarme a mi nuevo despacho. No estaba muy contenta, porque había sufrido mucho, pero no me había rendido, ya dije que la falta de cariño, me hizo una mujer fuerte, sensible, pero fuerte, quizás la costumbre de no tenerlo, hacía que no echase de menos muchas cosas. Me instalé en el mismo centro de la ciudad, no tenía mar como Valencia, no tenía ese olor ni esa luz, pero me daba seguridad, quizás estuviera equivocada, pero era mi sensación, como que había dejado todo atrás, que desde ese momento empezaba mi nueva vida, porque no tenía a nadie, pero si tiempo y fuerzas para construir aquello a lo que una aspira. Agradecía mucho a Carlos el dinero de la casa, me trajo muchos problemas, incluso me podían haber muerto, pero me había dado la posibilidad de empezar de cero y tranquila. Hermelinda siempre fue una buena amiga, así que tendría en quien apoyarme, si la vida me sorprendía, porque mientras hay vida hay esperanza, pero también pueden aparecer desdichas. Iría los viernes a la basílica del Pilar, porque como comenté, quería que me protegiera mientras allí viviera, quizás me confundía, quizás no debía dejar todo en manos de la providencia, pero era lo uníco que tenía. Cuando estuve totalmente instalada, me puse en contacto con una asociación de mujeres y con Hermelinda, para verla y poder contarle un poco de mi apasionante vida - ¿Cómo estás, amor? - Puedes imaginar, ¿sabes lo que ocurrió realmente? - Algo me contó Analía, que se informó por un amigo común con tu hermano. ¡Qué barbaridad!, se le fue la cabeza a tu hermano - Creo que sí, que le cegó la codicia - Quizás se arrepienta - Bueno eso a mí me da igual, cuando una persona te falla de esa forma, no hay nada que recuperar, no vuelves a confiar, ya no hay nada entre nosotros, quizás la sangre, pero a veces no significa nada, como puedes imaginar - Claro, no era mi intención que pensases que tenía algún interés en él, para mí también está muerto - No digas esa palabra, me da escalofríos - Perdona cariño, no sé muy bien cómo actuar - No te preocupes - He convencido a Analía para que venga en Septiembre unos días, hará menos calor y podremos hacer cosas juntas, como cuando éramos jóvenes - Me parece genial, se puede quedar en mi casa - Eso había pensado, solo porque aún no trabajas, y tendrás más tiempo libre - Perfecto - ¿Cuándo te incorporas? - Voy a ver si consigo que la baja me dure hasta Enero, ya sabes en Septiembre y después de las vacaciones de Navidad es cuando empiezan las cosas, como que hay dos oportunidades para los proyectos - Es verdad, ¿qué dirás? - La verdad, es la única forma de que te salgan bien las cosas: que me duele aún un poco la cabeza y que no ando muy bien de ánimos. - ¿Y estás poniendo remedio a todo? - Sí, no te preocupes, antes de irme del hospital me facilitaron muchos números de teléfono - Me alegro - Gracias, ¿ y los niños? - Bien, aunque dan mucho trabajo - Es que tres es un número algo elevado hoy en día, y los has tenido muy seguidos - Bueno las dos niñas fueron buscadas, mi varón apareció, como quien dice - Cosas que ocurren en los matrimonios - Sí , ahora toca echarlos para adelante - ¿Y el matrimonio bien? - Sí, me quiere, y con eso todo es más fácil, aunque vivimos casi al día - Me alegro mucho, eres la única que te has casado - Aun podéis, si encontráis las personas adecuadas - Sí, pero después de todo, ya no es mi prioridad - Normal, además esas cosas surgen, no se buscan, por mucho que digan - Así lo creo yo - Y dime ¿cuánto te dieron por la casa?, perdona por la indiscreción - No importa, una buena cantidad, más adelante, si me van bien las cosas aquí, me dará para comprarme algo, pero tengo que seguir trabajando, si a eso te refieres - Era curiosidad - Claro (me recordó a la Curiosidad de mi hermano) - ¿Y en que Banco has guardado el dinero?, ya sabes que mi marido trabaja en uno, te puede ayudar mucho a gestionarlo. Nos gustaría - Lo tendré presente - Por favor (cambió el gesto) Y fue en ese momento cuando me entró la duda, porque si mi hermano me había querido matar por una mejor vida, sin tener necesidades, imagínense lo que le puede pasar por la cabeza a quien le falta para gastar en lo más trivial. Cerré los ojos por un segundo, no lo quería pensar, me había venido a Zaragoza por ella, por tener una hermana con la que contar, y sus ojos me habían dicho que quería más. Me dolió de nuevo el corazón, los ojos se empezaron a marchitar, porque vi el principio de otra guerra, una con la que no contaba, por volver a confiar… MARISA MONTE
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