A veces la vida no tiene una introducción, por lo cual uno debe pensar más allá de lo que se ve, brindarle un contexto a esas miradas tan huecas. La tarea fue simple, era ser un cronista de la vida ajena.
Por sus ojos grandes y expresivos tuvimos una breve conexión breve pero intensa, me recordó a los fuertes ojos marrones casi fuego de mi hermana, son de ese tipo de ojos que te dicen todo y a la vez nada. Las miradas son capaces de articular una pequeña frase o sentimiento.
Su mirada se perdió en un horizonte imaginario, su historia es verdaderamente injusta, fue una vil victima de los actos ajenos y pésimas circunstancias. No se pretende justificar sus actos sin embargo hay un trasfondo de violencia, trauma y estigma en su vida. En la defensa de los justos imaginarios, pocos abogaron a su favor y no se le señaló con el dedo, tristemente él si con su propio destino, así como llevándose a otra alma consigo.
Las buenas intensiones no bastan con decirlas y priorizar actividades banales e ignorar a un serio problema. A él lo encerraron y alimentaron a un ser corrompido por el estrés y frustración.
Sus pocas vocalizaciones clamaban un auxilio, una oportunidad de cambio para marcharse solo y ya no dañar más su integridad física y mental. La realidad de la vida es que fue ignorado.
No había que leer la mano para saber lo que el futuro tenía preparado dado que a todos sorprendió porque ocurrió sin una hora o fecha establecida, como si él tuviera que pedir permiso. Señalarlo de loco no quita la culpa y error, todos son más responsables que él, conocían su naturaleza quedando en evidencia la ignorancia ajena.
Existió un personaje secundario llamado Sunny, ella fue inocente cada segundo, minuto y hora de su existencia; si buscamos en la filosofía burda y coloquial, su único pecado fue nacer. Había grandes sospechas que ella sería mamá, estaba pactado que se iba a disponer de su futuro. Nos ganó el cruel y justo destino.
Un sábado sin más remedio se rompieron esos muros que parecían débiles a propósito, Sunny yacía en el piso ya casi con un hilo de vida apenas con unas pocas respiraciones tan sutiles y frágiles, Pantro acabó con ella de una forma tan hostil, no porque ella lo mereciera o la odiara sino porque descargó su frustración con lo primero que vio, ya que esa sería la última manera de escapar de su vida ya destrozada por aquellos tiranos.
La escena era horrorosa no por restarle a lo bizarro del acto sino por el contexto del susodicho, esto queda claro para los pensantes. Cerró los ojos al fin, fue libre a la fuerza, como jamás debió ser, durmieron aquella alma atormentada, ordenado por los verdaderos asesinos que orquestaron toda esta historia.
El fin es que una víctima mató a un inocente.
¿Se debe decidir sobre las vidas ajenas?