Me atrapé en su libro 
Él fue mi profesor de Literatura, durante mis años en la Universidad , nunca le presté mayor atención, mientras mis compañeras no paraban de hablar del profe rico, el profe de acá para allá, y a mí eso me tenía cansada, a mi lo único que me interesaba era entender en sus clases y chao.
El resto me daba absolutamente igual, su fachada, su corte de pelo, su barba, todo me daba igual.
Hasta que llegó ese fatídico día por decirlo menos, empecé con terapia por que llevo una depresión severa por años, que me tiene empastillada de lunes a domingo , entera.
En una de sus clases, fui la última en salir, mal ahí , ahora que lo pienso bien, no almorcé, venía con una especie de crisis de pánico y entre tanta pastilla, con el estomago vacío me desmayé, delante de él. Mi cuerpo cayó como saco de papas al piso del salón de clases.
El Profesor, corrió en mi auxilio. Me llevó amablemente a la enfermería de la Universidad y me acompaño hasta que recobre el conocimiento.
 Después de ese evento, me preguntaba casi en todas sus clases, Amanda como te sientes hoy? 
Si necesitas salir, dale no más, no hay inconvenientes.
Y así comenzó una especie de buena onda, que continuó hasta que terminó el semestre.
Después de mucho tiempo, no me lo topé más en clases, mis compañeras me contaron que estaba trabajando en un instituto cercano de ahí .
Hasta que de la nada me lo topé , no se si inconscientemente pasé por ese instituto, no lo recuerdo bien, estaba super empastillada. 
Me hice la loca, para pasar desapercibida pero escucho mi nombre y lo veo acercarse.
Amanda!! Amanda!!! , hola profe Marco como le va? Le dije, no me atrevía a tutiarlo, siendo que teníamos poca diferencia de edad unos 8 años no más.
Me contó que estaba haciendo clases en el Duoc, que extrañaba hacer clases en mi Universidad, pero por lucas tuvo que cambiarse de trabajo, le conté que ya estaba egresada, con planes de preparar la tesis .
Y me abrazó! , no me espere ese abrazo , me llegó a quitar el aire, me puse de todos los colores yo creo.
Me invitó a un café cercano , accedí, nos tomamos el café rápido y me dijo dame tu mail, para que estemos más en contacto, por si necesitas ayuda con lo de la tesis.
Yo ,me dijo estoy preparando mi segundo libro, que planeo lanzar a fines de este año.
Le dí mi mail y nos despedimos, tenía que él volver a su trabajo y yo a casa. A pensar en lo que me estaba pasando con su especie de.preocupación, cariño como si me viera como amiga, si nunca fui ni su alumna favorita yo creo.
 Estuvimos años en contacto por mails, miles de mails, uno tras otro, a veces mínimo 2 a 3 mails al día, para mí, era como una especie de fantasía adolescente, que siempre desee, eso de enviarse correspondecia y que la respuesta fuera casi inmediata, produjo diversos sentimientos que pensé que ya no iba a sentir por nadie más.
Me habló de su nuevo libro y me invitó a su lanzamiento, llegué , no sé como, algo empastillada sí, pero llegué, ví mucha gente, casi todos desconocidos, él se acercó a saludarme ,con una sonrisa inocente, había olvidado su sonrisa, ya habían pasado meses desde ese café y desde los mails que no lo veía.
Me presentó a su mujer y a sus dos hijas chicas.
 Apenas me salía la voz, nunca me dijo que era casado y yo tampoco nunca pregunté más allá. Siempre nuestro contacto era hablar de la vida, la muerte, las dudas existenciales, literatura y autores varios que nos recomendabamos, pero nunca de temas privados y personales.
Me regaló su libro firmado y me dijo, espero lo disfrutes, y espero también que me mandes tu opinión acerca de el por correo.
 Le agradecí el gesto, lo tome con las manos sudadas, temblando pero lo intenté disimular , me despedí de su mujer y de sus hijas, estuve un par de minutos más y me fui, no sé a donde pero arranqué de ese lugar.
Con el libro en el pecho, me pesaba ese libro, él me habló tantas veces de su libro, de como estaba preparandolo.
Que sentía ese libro como mío también en cierto modo. Él agregó mucho de nuestra correspondencia y la plasmo en su libro de 10 cuentos.
Después de eso , no quise verlo más, ni responder sus mails, me sentí engañada, me engañé a mi misma por enamorarme de una ilusión que mi cabeza había creado.
Su buena onda, su simpatía, nunca debí confundirla.
Llevo 4 años sin saber de él, pero espiandole cada cierto rato sus redes sociales.
Y llevo de esos 4 años en que no lo he vuelto a ver, leyendo una y otra vez su libro, hasta que sus páginas me dejen de doler.