Oráculo que se cumple ante mis ojos:
               vaticinio, augurio, predicción que llega:
               De la cabeza a los pies el Sol te ve desnuda.
               Herbórea, vivaz, ávida de pisar la piel de los jardines.
               El vaho de tu cuerpo en tu pecho dispersa
               maravillas recién justificadas
               ante la aparición súbita de tu certera vehemencia.
               Tu desnudez a los campos los sujeta y les quita las palabras.
               Pecho ante el que mi pecho traga firme,
               en luz adamantina te levantas anegada de texturas.
               Mixtura de tus ojos que se acercan y derriten la selva que no es brizna.
               Al paso de tu contorno de uva verde, los prados en su relieve se repiensan
               y quieren ser copos de aroma que alucinan lo que tus poros exhalen, satisfechos.
               Las azaleas reverdecen en suspiros y una mariposa suelta sus vítores altísimos.
  /Tu piel en la humareda hace que el fuego te siga cautivo y busque acercarse a tus tatuajes, /
               de hembra cenital Y  lluvia fuerte: cicatrizas gemires parpadeando. 
             Sello de la existencia que reditúa, a su tiempo, lo que faltara al mundo.
 
          / Mujer a la que apego mi existencia: mientras danzas dorada me desdigo de estar en                                    impureza:/    
               Luminosas tus caderas: catarata de lunas que abre mis sordos ojos ciegos.
                Te cruzan los hilos del relámpago: eres la hija de la sinceridad y así titilas,
                orlada en un cuerpo de caracolas y destellos de corolas pronunciadas.
               Tu piel de perla es todo tu vestido, el viento gira en ti lanzando fuera su arrogancia.
                Se sepultan ante  ti los estiletes y los arcoiris se guían por tus formas. 
                Campo de dádivas: regalo que camina en aires de gacela,sin noción de la desdicha.   /  Lo que era yedra en mí pasa la página y se adhiere a tus crines amarillas y ráfagas dilectas./
                 Yo, que había escrito sin tintas sobre un éter, dejo mi tristeza y me levanto franco.
                 Lamiendo la plenitud de tus sabores, hojuela más dulce que la del trigo limpio.
           Pan al que mi mirar se consagra agradecido: Tú ardor se eleva y mi tórax resucita. 
              Y el panegírico de este mundo intenso  te hace apología del delirio, te da
                    exaltación de marejada que abre las tumbas y da vida a racimos.
                Ante tu frente la luna indecorosa se acuclilla y mece palmas al verte inmaculada.
                Flor de las selvas, te llevas la agonía que quiso sepultarme en aras débiles .
                Todo se prenda a ti porque transpiras: El mundo con sus cántaros sin agua,              / La primavera camuflada en ecos que son corceles que no tiran y su aire no calma y lo                                        inhalaba./  
                 Pero héte aquí, pimera sonatina, haz de raigambre fuerte, coposidad, vendaval
       que todos los presagios aniquilas con campanadas altisonantes que no rompen lo ténue
       y que despliega el fruto mejorado de la vid, la acema dulce y las siembras en bailanta. 
             Poesía en que despídome de mis letras muertas: rocío de bocanadas que deslumbran
       la sombra, que se mengua con sus pupilos y cae bajo tierra sin sepelio, ensimismada.
               Al escampado de tu tez va mi dominio, en que me siento e inspiro, renovado.
              Eres la copa que trajo el vino, la que arrinconó mi luto a sus vestíbulos
              y quemó las llaves en manos de cornalina para hacerme degustar esos arpegios
              que caen de ti por tus escalas transigentes y aún de frente te veo figurativa
             ( como ese sueño de algún gigante que asolara a los astros y los bajara por vestido)
              Figuración del sueño: apenas te veía antes que descendieras para alegrar al tibio
    y conmocionar al orbe con tus danzas : la brillantez que emanas me hace que me persigne.
      Pensamiento de luz, corola mística, que me hace aborrercerme por no nacer ya bendecido.
             El mundo y yo y el todo y la nada te respiran y eres para mí plácido viento recio,
               acuarela con cuerpo que en desparpajo vibra y repuebla todo de vocales:
               Cambiando por verdad lo que es presunto: con tu mirada se han ido los desprecios
       / y todo lo preñas en fina mansedumbre: vas borrando de mis sienes la fábula que aturde   poniéndome penúmbras en los ojos, por eso arrecia en ti el canto fuerte, la fuerza que eterniza         y de un par de tus palabras nace el mundo conceptual, sencillo, sensitivo, que no es mío,
         y la selva se hace trono para que te sientes y rijas  y des sentido al místico
         que no vió el vendaval que sin prebendas arrojabas a los mares incendiándolos,
          para que lo pasado ya no tenga asidero ni prestigio y te levantas como estrella indemne
               que iluminas calzadas y caminos, y das tu savia y plenan tus nutrientes.
          Dama castalia que en mis torpezas me enderezas y llenas de un magno grito en canto.
            Dándole primor a lo de mí fuera cautivo: alimentandome con toda tu entereza.
           Rosa galáctica: la de diademas que vino en vaticinios para llevarme a ella sin coraza
     y confluír con ella siendo estrella magnánima. Mi ser perjudicado se hace trino y vuela
         y permuta en canario que se postra a tu diestra de esplendor magnificiente y hurga en 
          tu contorno que embelesa y fluyen nuevas ríadas de alabastro y que descuajó cenizas
          y ese mirar es aluvión en que me mojo, me atrapo, me trenzo en tu íris sin sollozo.