Fue cuando hubo verdadero silencio que nos hicimos conscientes de la atroz carga de este mundo.
Es cuando hemos perdido todo que podemos entender que realmente no poseemos nada.
¿De que sirve un esfuerzo en vida cuando solamente hacemos para encontrar la muerte?
¿Dónde existe la justicia que no sea solamente palabra sino también un sentimiento?
 
Yo proclamo que el mundo deberá repartirse para aquellos que lo viven y no por los que deciden crearlos.
Seres retorcidos y carentes del sentido con el que han dotado a todas sus creaciones mortales
¿Dónde queda la verdad para aquellos que viven en la eternidad y sus únicos sueños son la destrucción?
¿Cómo podemos entregar nuestros destinos y depositar nuestros sueños en las manos más corruptas y malvadas?
 
La conciencia que perdemos mientras dejamos que los ricos humos malignos llenen nuestras almas.
El anhelo que permitimos nos arrebate aquellos mismos que los destrozan sin consideración.
¿Qué tanto tenemos que padecer para darle todo el placer a los que por nombre llamamos dioses?
¿De que tantas formas debemos entregar nuestro sufrimiento para que ellos puedan alcanzar una y otra vez la cima?
 
Que estando yo sin nada que mi propia existencia y soledad, he perdido más de todo lo que había tenido,
Que, siendo únicamente un fiel creyente de la bondad en la creación, me he topado únicamente con la muerte en todas las formas y rincones.
Que buscando como saborear unas migas de los pocos placeres que la vida nos da, termino siendo alimentado con las sobras de la tristeza.
Que queriendo creer en la bondad de los seres que nos han dado vida, solamente he podido ser testigo de sus conspiraciones más crueles.
 
Me buscan en mis momentos de soledad.
Intentan seducir mi mente con las ideas.
Las creencias huecas de un mundo blanco.
Los sueños rotos de una realidad negra.
 
Donde el éxtasis de mi psique tiene lugar.
Bajo las estrellas que tintinean en mi mente.
Sin paz en ningún lugar que no sea la depravada conciencia.
De esos mismos señores altos y macabros.
 
Que sea el lugar donde mi espíritu encuentre refugio.
Que los benditos enfermos decadentes susurren,
A favor de los designios de aquellos que traen la peste.
Sin olvidar el momento donde la bestia nace.
 
Emerge mi singular pasión por la sangre.
De aquellos mismos que han puesto la mía.
En estas venas que detesto, pero amo a morir.
No puedo confiar ni siquiera en mi propia locura.
 
Es la cordura algo que nunca he conocido.
Se me ha prohibido vivir como un ser mortal.
Pero se me exige que no atente a pensar como los dioses.
El cosmos colapsa sobre si mismo en un solo momento.
 
Marcando el final, el comienzo, lo único y lo abandonado,
Un fantasma del pasado cuya reminiscencia aún perdura.
Una existencia futura que depende de la sangre presente.
Una realidad que existe y se desvanece en el simultáneo.
 
Benditos aquellos que viven, malditos los que mueren.
Benditos aquellos que descansan, malditos aquellos que buscan.
Los dioses son la contradicción más pura del estado elemental.
El estado elemental no logra soportarse sin los dioses.
 
Bestias magnificas que manipulan el destino con los sinsentidos.
Con las carencias del derecho natural y la moral.
Solamente perdiendo todo lo que nos hace inmortales.
Podemos entender el desquicio del estado general de la realidad.
 
¡Utnapishtim!
Claman miles de voces en el fondo de mi conciencia perdida.
¡Utnapishtim!
Celebra un coro macabro sabedor de que solo la muerte rodea la tierra.
¡Utnapishtim!
Creen en un mundo libre del pecado que ellos mismos han sembrado
¡Utnapishtim!
Desean que la felicidad nazca de la mas oscura y profunda pena
¡Utnapishtim!
Exigen que yo sea el hacedor de mundos, su ramera y su santa
¡Utnapishtim!
Despojándome de todo, me quitan aquello que resguardo con mis lágrimas
¡Utnapishtim!
Necesitan de mi corazón para formar la existencia más pura y perdida.
¡Utnapishtim!
Entregamos todo, pierdo todo, el mundo colapsa y solamente quedan las aguas.