Sábete que me gustas en lo sencillo,
                no quiero devolme y repisar las hojas magras que soltó el almanaque.
                En las anchuras de tu piel veo mis calmas.
Y tu prudencia me enamora y olvido que cada romance es una esquirla que termina en una tapia.
         Luego yo rememoro que tu decencia te recubre de los pies a las manos con un manto
         de esmeraldas esperadas que en mi insanía te ve: templo de hojas que penetra como
        un viento en mis orzuelos y mi demencia se desboca en tus delgados manantiales 
       y tu coloquio me recuerda que eres finísimo relámpago enmarañado, sanadora de                                      cimientos
     primitivos que convocas a las aguas para que laven ese dolor que sólo apagan los                                           perfúmes. 
 
        y  mi eslora de locura te hace convicta de curarme de mis cinismos, ya erradicados   cuando unos nudos de discordia tambalearon en ceniza y recuperó sus nidos la zozobra falsamente.. percibida por mí hecha realismo.
        Al viento ancho te miraba lanceolada: luna nueva que saturas ya mis faces en su otoño
   y tu madeja de belleza se agiganta cuando ardo en mi lar de agotamiento, me vuelves
   caballito débil, bagatela que en su cisterna se ahoga, garabato que se disuelve, olvidando
        que eres la lava que no daña, y tolvanera que disuelve pesadumbre y soy colgajo
        al que reanimas con la avidez que está en tus dedos redimidos y que las ansias las
    desapareces, vertida como un alma que rescata y quita espinas de exterminio en los dolientes
       derramados hacia su adentro y en vibración límpida reconstruyes lo volátil 
       imponiendo tus designios en mi sino: siento sedosidas que desconvoca las espesuras
    en dilución añeja disipada: Es tu piélago se salva y que sacias con tu dulzura de pequeña
 rescatista sacrificando en mis trincheras el rezago que desaparece a tu contacto ,
        porque a tu tacto se desmorona todo sello y tu ternura prevalece al desvarío en  el que asaltan 
   las mentiras y las argucias que cabalgan en la hora del galope en que se tensan mis amarras
    y entro en la noche y sus banderas de revancha me traen nuevas culpas de lo otrora perdonado,
    más mis manías me retoman en un lamento que es opaco y desarraigan las primuras
   de tu talle que se mueve a sotavento y es que los aires te desean que los recojas para siempre  y son
   migaja de guijarro abandonado donde el sol las quemó con insolencia e hizo amasijo que
  perdura, cadena rota, prisma que no refracta y que se ufana a resistir a los dolores que se
  enclavan ha los que han sobrevivido a sus heridas y que las décadas no menguan, pues son 
  reflejos de lo que fue más no hecho que ya no es, el fin del ultimátum, la cadencia que se borra y no lo nota por saberse inmateriales y creerse intocables.
    Yo a tus rescates los disfruto pues me levantas, me libertas con tus dedos de amanuense
      que no importole el barro sucio de mi letargo y me hizo vacija que no llora y porque
 
                vaciaste mis ayeres con tu lirio,  y mis oráculos de andanzas                                                     reventaste y tu frugalidad me dotó de los colores que llevaron las borrascas
            que traía milenarias..... y permaneces a mi lado sin pedirte o suplicarte por que
             eres racimo nuevo que vendimio a gozo ancho en las bahías que aún me quedan.