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Publicado en Jan 15, 2024
Allí donde la locura ancla y se concreta y dejan las laderas sus bahías curvilíneas transcurre la tumba ya olvidada del hombre que vivió tan sólo mirando hacia la muerte. En cada guerra dejó un puñado de almas. Su espada era de flamas, de carne su vestido. Ya se sabía soldado antes de concebírsele. Y su existencia no era guiada por galaxias. Fue a frentes multipolares a batallas sin muescas, ganó más charreteras que el generalato que a todo rehuía. Era de Esparta, Roma, Capadocia, oriente y occidente y como canto de cuna escuchó navajazos. El tiempo le ha clavado su cruenta empuñadura y sorbióle la noche con su mortaja muerta......
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**Leticia Salazar Alba**
Richard Albacete