Cuando te vayas difuminando y se te vaya el hálito enfríando y apocando
                      como copas de rosas cortadas, congelándose en savia.
              Y la vida de amores aleje sus maravillas y mi aire no inhales ni veas que te miro.
         Sabré entonces a qué sabe el dolor, no como ahora, pues al dolor supongo desde lejos.
       / Si llegara  a ocurrir en un futuro ignoto que empiezas a respirar en lo incierto que atrapa con veinte manos negras /
                 y tu sangre pícara se detuviera donde tus caderas burlaron al otoño
  /y tu frente se plenara y cediera a aquel pensamiento vago que precede al olvido y sabe a niebla./
                Me acostaré también en tus cauces agostados que sabrán a melaza y a trópico....
         / Me romperé, una por una, las cuerdas de mi alma, quemaré mis obóes ya repugnantes/
   y moriré a tu diestra que tanto me acariciara... hibernaré contigo en las nacientes del polvo
             acompañándote silente, como un verano acompaña a los que sabe suyos: sus retoños.
             Así me mecerás el pelo, mi querida , como siempre lo hicieras y compartiremos la fé
       y el destino común de los que bien se amaron y eran un único pulmón, una sola estridencia....
           quizás a ambos , unánimes, nos pongan bajo ese olmo con sabor a romance....
 
           Ni muerte ni vida nos soltarán del nudo carmesí en que unimos las manos. 
    Permaneciendo siempre en un beso que enlaza y no importa si respira pues no vive del aire
 
         ..... Que se atribulen otros en sus adióses viejos, más en lo imperdurable perduraremos:
              Fluiremos con la sangre coagulada y despedidos ojos, pero aún con el amor
                                     que siempre se renueva, sin aceptar el luto