Una horda de hermanos y enemigos al mismo tiempo, porque su destino se dictaminó de esta manera.
Todos salieron de su gesta a la vez, pasaron de una dimensión a otra con un único fin, convertirse en dios.
Todos eran conscientes de que solo uno llegaría a la meta.
Corrían como condenados, golpeándose los unos con los otros, tirando al suelo a los más débiles, que morían pisoteados por sus propios hermanos que no tenían remordimiento alguno, porque en el momento que alguno consiguiera el objetivo, automáticamente el resto moriría.
Conforme el objetivo se acercaba, la lucha era más encarnizada.
Aunque en el camino habían perecido cientos, aun quedaban decenas de miles.
El templo de dios estaba a la vista y los hermanos ya no veían otra cosa, la gloria o la muerte estaba cerca.
Llegaron al templo y todos lo rodearon, el templo no tenia puertas ni ventanas, así que todos y cada uno de los hermanos en su desesperación ya no por ser dios, si no por morir, empezaron a clavar las uñas en la pared para poder entrar antes que nadie.
De repente el templo se ilumino, la suerte estaba echada, alguien había conseguido entrar, alguien a conseguido ser dios.
El templo emitió una onda expansiva que acabo con todos los hermanos derrotados.
Jorge encendió la luz de la habitación, beso a Sara y le dijo
- A ver si esta vez tenemos suerte amor mió, voy a ducharme que estoy empapado.-