Consentida
Publicado en Oct 16, 2009
Me gusta consentirte, consentida.
Compartir contigo mi cama y mi conciencia. Mostrarte mi corazón que se ha simplificado para poder convivir contigo en plena paz. Que ríamos jugada tras jugada mientras nos golpeamos con los almohadones y tiramos las fundas en el baño. Me gusta que seas mi mujer y mi gran amor y que mi enamoramiento sea absoluto y prominente. Amo tus sensuales formas indomables tus pecas de serena luna llena. Amo ver tu piel curtida de cerezas y cremas y el ritual que realizas al desmaquillarte. Te pones bella para mis bastos ojos y te pasas una toallita acariciante. Me gusta registrar todos tus aromas y el aliento vital que viene de tus labios. Quisiera esconderte para siempre en mi pecho y en los más íntimos armarios de mi sangre. En mis escondrijos yo estaba agazapado y me había escondido de todo calor estelar. Pero llegaste tú en mi caligrafía y no supe si eras verdadera o te había creado. Fecundaste mis atrios con un amor hermoso. Eres increiblemente fresca y rozagante. Más preciada aún que las brisas de mayo y que los monzones cargados de gladiolas. Eres diamante exquisito al alcance de mi mano y aunque es un reto verte quincenalmente me consuela el saber que existes y me piensas y mantengo la vocación del joven enamorado. Tus delineadas formas suavisadas y frágiles me llenan del amor que siempre me ha faltado. Me gusta vivir frotando tu piel blanca y pronunciar tu nombre con completo respeto. Viajo en besos desde tu frente a tus pies y te voy llenando de inciensos y de sándalos. Por ti dejo mis niñerías y egoísmos para que puedas vivir del todo tranquila y sosegada.
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