LA HERENCIA DE CARLOTA
Publicado en Feb 11, 2024
LA HERENCIA DE CARLOTA A mis seis hermanos Dios te libre de odioso señor y de compañía de traidor… LA HERENCIA DE CARLOTA El Abogado de Carlota Cid tiene el placer de invitarle a la lectura de su Testamento, en la finca donde pasaba sus vacaciones, en la Provincia de Cáceres. Podrá permanecer allí los días que le sea de su agrado, con todos los gastos pagados, antes de que se ponga a la venta. El día 5/5 a las cinco de la tarde se le pasará a recoger, para llevarle a dicho lugar. Compartirán la estancia con sus cuñados y esposas, ya que son también los herederos, siendo esa su última voluntad. No hay necesidad de confirmación, suponemos que estará interesado en saber lo que le ha dejado. Esperamos que disfrute de su estancia. Gracias. Y efectivamente, cuando se escucharon cinco campanadas en la Iglesia, el coche con Elías junto a Trinidad, su mujer, estaba en la puerta de la casa de Horacio, esperando que saliera. Elías fue el chófer de Carlota y Trinidad su ama de llaves, se solía apañar solo con los dos, mientras no tuviera invitados, porque sabían hacer un poco de todo, las necesidades de su casa estaban cubiertas con ellos, y también ocupaban un lugar en su corazón, después de la separación con Horacio, la hacían sentir menos sola. Elías cogió el equipaje, lo metió en el maletero, le abrió la puerta y condujo rumbo a la finca, en silencio, pensativos y con algo de miedo, sin saber porque lo causaba, quizás porque el tiempo no acompañaba, o quizás eran parte de los remordimientos. Sobre las ocho llegaron, y había un séquito esperando: Clemente (mayordomo), Vicente (jardinero), Natalia (cocinera) y Cristina (sirvienta). Le impresionó bastante, porque no los conocía, estaba acostumbrado a Elías y a Trinidad, pero no les sonaba las caras de ninguno, quienes fueron muy amables, y le pidieron que pasase, los demás le estaban esperando en la biblioteca, subirían su equipaje a su habitación, sabía cuál era, porque era el refugio de Carlota desde la separación, pero la había visitado en un par de ocasiones, y siempre le habían dado la misma estancia. Cuando entró a la sala de libros, estaba un poco cansado para tanta hipocresía. No había conducido, pero el estrés agota a todo el mundo, y creía que hasta que no se marcharan de la finca, tampoco iban a desaparecer los nervios. No esperaba mucho del testamento, sabía que no lo había hecho bien con ella, pero conocía su bondad y el deber de hacer todo bien hecho, como si el dolor no existiera. Pasó el umbral y ahí estaban todos: Federico (su nuevo abogado), Jacobo (el hermano mayor), Roberto (el hermano pequeño), Ada (la mujer de Jacobo) y Flora (la mujer de Roberto). Entonces sonrió, comprendió porque aparecía tanto el cinco: cinco herederos, el día cinco, sus cinco premios colgados en la pared, el cinco en el logo de su firma de bolsos, era su número de la suerte, y bueno lo dejó también claro después de su muerte. Empezó a declinarse por ese número, porque de pequeña su tata María siempre le cantaba la canción de los cinco lobitos e incluso su muñeca favorita, también la tatareaba, por lo que hizo que la acompañara toda la vida. No pudo conseguir cinco hijos, pero en todo lo demás, siempre intentaba llegar a ese número, como que se quedaba tranquila, si el número aparecía en cualquier acción que empezase, le daba garantías, sin ser una ciencia exacta. Cuando le cogieron el abrigo, echó un vistazo a la casa, seguía igual: con su escalera de caracol, con madera por todos los lados (suelo, paredes, puertas…), con animales disecados, algo tétrica por su oscuridad y por las velas encendidas, a pesar del peligro que suponían, pero a Carlota le gustaba, siempre fue algo gótica, no en su atuendo, pero su alma algo oscuro guardaba, y cuando entrabas a la casa, parecía que retrocedías épocas, porque no había puesto ningún avance, incluso al servicio se le llamaba por unas campanitas que se conectaban. - ¿Cómo estás Horacio? - Bien, gracias. Ahora algo cansado, y vosotros, ¿qué tal? - Llegamos antes, menos jaleo en la carretera, siéntate, ¿quieres beber algo? - Una cocacola, porque si no creo que me iré directamente a la cama - Claro que sí, ahora te la traen - ¿Y el trabajo?, ¿tienes pareja ahora? - El trabajo bien, no me quejo, y bueno lo de pareja a mi edad, es complicado, es difícil, tengo amiguitas, con las que disfruto de vez en cuando - Siempre fuiste un poco mujeriego - ¿Lo dices como un insulto?, Flora - No, cada uno es como es, lo importante es no engañar a nadie, ni hacerla daño - Carlota no estaba engañada, y cuando no le gustó lo que había, me dejó - Una pena, ella sí te quería - Yo también, a mi forma, pero no lo dudéis - Bueno esta noche cenaremos y nos iremos a descansar, mañana leeré el testamento, a las cinco de la tarde, ya sabéis, después podéis hacer lo que deseéis, quedaros o marcharos, cuando firméis, pero Carlota había preparado una serie de actividades, para que pasaseis unos días inolvidables, antes de separaros del todo - Ya veremos, no creo que ninguno quiera dejar claro lo que va a decidir - Si, ya veremos - La casa está genial, nunca habíamos venido, ¿y tú, Horacio? - Si, un par de veces. No me gusta mucho, me da algo de miedo, no creo que pueda pasar algo bueno aquí, pero Carlota cuando se sentía sola, me llamaba, y no dudaba en venir - Nunca te olvidó - Ni yo a ella, pero la vida da sorpresas no gratas, aunque la última vez que la vi, me dio la sensación de que había conocido a alguien. Estaba más guapa, contenta, distinta - ¿Tú crees? - Si lo pienso, dejó de llamarme para todo, se independizó, y Carlota era muy independiente económicamente, pero nada sentimentalmente - Es cierto, se alejó - ¿quizás se cansó de vosotros? - ¿Qué dices Federico? - Bueno muchas veces te cansas de la familia, hay que darles muchas explicaciones, y cuando creces en el terreno personal, no te apetece contar tanto - Respetábamos su intimidad - Seguro, pero no se trata de eso - De que - No se trata de respetar, si no de realmente tener intimidad - Bueno en esta casa la tenía, era su convento particular - Creo que buscaba encontrarse con ella misma - Pues no hay nada más peligroso - ¿Por qué? - Porque mientras tienes una vida plena, no le das importancia a tus errores, pero cuando la soledad te llega, vienen a tu cabeza todas las equivocaciones, y si eres una persona honesta, eso puede martirizarte, incluso destruirte - Bueno pasemos a cenar, que se hace tarde… CINCO MESES ANTES DE LA MUERTE Cuando conocí a Carlota, había tristeza en su mirada, parecía una mujer de éxito, pero creo que su corazón estaba lleno de fracasos. Nos vimos por primera vez en una cafetería de Marvao, ciudad Portuguesa cercana a Cáceres. Resido en Portugal, pero como mi madre era española, y conozco las dos lenguas, ejerzo como abogado en Portugal y como asesor en España. Siempre solía frecuentar el mismo bar para desayunar, por lo que coincidimos muchas veces. La verdad, aunque suene mal, creo que le gusté, y por eso iba todos los viernes (el quinto día de la semana). Nunca me lo reconoció, pero hay cosas que no hace falta comentarlas, en cada gesto se capta. Carlota decía que frecuentaba el bar, porque creía tener más intimidad en Portugal, además que le relajaba nuestro acento, le recordábamos a las nanas que de pequeña le cantaban. Uno de esos días, no sé porque, me acerqué a ella y le pregunté si me podía sentar en su mesa, a lo que asintió, con una gran sonrisa. Creo que en el fondo estaba pensando, ¡cuánto has tardado!. No la reconocí, no estaba muy al día del mundo de la moda, fue al día siguiente, cuando una de las camareras me dijo que era Carlota Cid, una de las más importantes diseñadoras de bolsos en la actualidad. Su marca se llamaba “Cucco”( entre las C de su nombre y las de su firma había 5 C), y toda mujer quería uno de sus diseños clásicos, “el de las cinco estaciones”. No lo comprendía, porque había cuatro. Más adelante comentó que para ella había cinco, porque la Navidad era casi una estación mágica, que surgía en todo el mundo, aunque casi nadie la diferenciaba. Y en parte tenía razón. Era un punto y aparte en casi todas las vidas, que tuvieran una situación sana. Ahí me enamoré de ella, se despertó algo en mi corazón, que poco a poco creció, cuando fue creciendo mi relación. Carlota hizo su propio imperio de una forma casi inesperada. Cuando perdió a su hija y ya no podía tener más hijos, se centró en el trabajo y en la religión. No tenía un marido comprensible, que la apoyase en la pérdida. Y poco a poco fue haciendo bolsos de tela en la casa, con gran acogida entre las más jóvenes, y pronto surgió la primera tienda, luego a estar en las grandes superficies y de ahí a París, Milán, Londres, ya saben, llegó el triunfo, sin buscarlo, pero supongo que todo a lo que se le pone pasión, da un fruto. Se compró esa finca cuando se separó de Horacio. La muerte de la niña recién nacida y el éxito, los separó del todo, el triunfo te da privilegios, pero también una soledad inmensa. Se decidió por Cáceres, porque le cogió gran devoción a Santa Eulalia (una Santa niña, quien creía que cuidaría a su hija), y aunque pertenecía a Mérida, no había mucha distancia, y de vez en cuando se escapaba por allí, para ver alguna obra en el teatro romano y pasarse por su basílica, para pedir, creo que amor, lo único que le faltaba en su vida. La finca también estaba cerca del Valle del Jerte, donde amaba perderse en primavera, cuando los cerezos florecían, y además su abuela era de un pueblo extremeño: Talavera la Vieja, que quedó inundado por el Pantano de Valdecañas, cuando Franco construyó grandes embalses en España. Del pueblo solo quedaba unas ruinas de un foro romano (llamado los mármoles), que se pusieron a la vera del Pantano, y Carlota pensó que era un buen lugar para descansar del ajetreo de las grandes ciudades, allí aún se escuchaban los animales, el cielo era de un azul casi celestial y el agua era potable, suficiente para olvidarse de los números, de las máquinas de coser, de todo lo que supusiese un estrés. Eso me lo comentó en la primera cita, porque hubo varias antes de irnos a la cama. La dejé hablar, me parecía que necesitaba compartir, aunque fuera un extraño, que ni siquiera había ido aún a su casa. - Pasa, este es mi escondite preferido - Algo oscuro, ¿no? - Necesito tranquilidad - ¿Y la oscuridad te la da? - Sí, supongo que tendrá su porqué psicológico, pero tampoco quiero indagar - No hay necesidad - ¿Dónde trabajas? - Como te he dicho, aquí solo paso las vacaciones, ni siquiera va bien el teléfono, lo dejo todo en manos de mis directores ejecutivos por un mes, necesito ese descanso y algunos fines de semana largos, para eso les pago, para tener algo más de libertad - Hay que saber delegar - Exacto - ¿Y te es duro llevar la empresa siendo mujer? - Bueno estudié mucho antes, tuve buenos asesores, no me metí en ello a lo loco, antes de dar un paso, estudiaba los movimientos, fue un trabajo duro - ¿Contenta? - No sé si contenta, pero sí orgullosa - Bueno dicen que el orgullo es el respeto que se tiene uno mismo - Puede ser, es mi mayor defecto, no siempre me ha dado felicidad, pero no sé actuar de otra forma, cuando me traicionan - No te preocupes por esas cosas. Las personas dan y quitan el respeto según muchas circunstancias. Eso de que el respeto se gana, quizás sea cierto, pero también te lo quitan, aunque no hayas hecho nada, por ejemplo si no obtienen lo que buscaban. No le des mucha importancia al orgullo y al respeto, porque a veces es mucho, y otras veces nada. - Gracias, cogeré el consejo, en la vida personal no he tenido muchos. Los errores y los tropiezos fueron mis enseñanza - Lo mejor para aprender - A veces eché de menos no tener a nadie que me guiara, que me apoyara - Te has hecho una mujer fuerte - Y eso quien lo valora - Tu corazón, ya no llorará por cosas mundanas. No te frenará, no te irás a la cama - Ya pasé por eso - Pues otra cosa que no debes repetir, la vida son más que lágrimas. ¿Quién te ha hecho daño? - Bueno hace poco que me separé, y supongo que me está costando pasar página - Te ayudaré - A veces no lo permito, ya sabes lo del orgullo - No te darás cuenta, y así no me echarás a patadas - Ojalá pase como dices, porque perdía un poco las esperanzas - Bueno bueno, no te pongas nostálgica - Lo intentaré - Haré que esa carita tan bonita, pase de unos ojos apagados o unos llenos de alegría en su mirada - Tienes un gran trabajo - Soy abogado, me gustan los retos - Seré tu mejor caso - Eso espero, porque ya que he empezado, no pienso abandonar - Tampoco quiero - Solo déjate hacer, y ya veremos - Es lo que estoy haciendo desde hace tiempo - Lo sé, lo siento ( y le tocó el pelo) Fue una noche muy especial, tomamos algunos embutidos de la zona con un buen tinto, y poco a poco nos relajamos, supongo que el ambiente fue el adecuado. A mi mujer le había dicho que estaba en España, asesorando a un nuevo cliente, y que volvería por la mañana. Eso no se lo comenté a Carlota, no quería romper nada, porque su corazón parecía fuerte, pero tenía muchas cicatrices, para volver a rajarla. El tiempo diría, lo que todo significaba. Después de hacer el amor, le pregunté por Horacio, y me dijo que no era un mal hombre, pero era muy egoísta, no dejaba a sus amiguitas por nadie, lo primero era su bienestar, antes que el amor que sentía Carlota, quien le satisfacía, pero tenía más ganas, y fue cuando ya me rompió en dos el corazón, cuando me dijo que los hombres no sabíamos el daño que se hace a una mujer enamorada, cuando sabe que su marido comparte otras camas, besa otras bocas y caricia otras nalgas. Poco a poco va creando un rencor en el corazón de la persona amada, que le hace difícil volver a fundirse con él entre las sábanas, porque lo ve como un traidor, y a esos ni el hambre hay que calmar, ni por costumbre, ni por temor a una soledad engañada. Suspiré porque me acordé de mi mujer, pero no se lo iba a decir a ninguna de las dos, por el momento todo estaba bien así. Ojos que no ven, corazón que no sufre, y creo que es verdad. Lo malo es el sexto sentido del sexo femenino, que es capaz de ver una huella, en una piel recién duchada, pero no era el momento de explicarle que para el hombre el sexo es muy importante, pero a la vez, no le da tanta importancia. CACERÍA A la mañana siguiente Carlota había preparado una cacería para sus invitados. No eran muchos, pero se unieron los criados. En Cáceres había tanto caza menor como mayor, pero ellos solo se dedicarían a cazar conejos. Y sobre las nueve estaban todos montados en unos caballos, para dirigirse al campo. Algunos estaban muy contentos, y a otros les daba algo de pena, matar por matar, quizás si hubiera un motivo, les resultaría cotidiano, pero como no les había hecho nada, les remordía la conciencia. Consiguieron varias piezas, ninguna las mujeres, no se sabe si para fingir que era muy femeninas o porque eran muy torpes, sin saber qué era lo peor. Como los criados también habían participado, dejaron la comida lista, unas migas ricas, que alimentaban hasta el alma, para muchos era la primera vez que las probaban, y quedaron encantados, nunca habían imaginado que con el pan se pudiera hacer un plato tan exquisito. Después de comer se fueron a las habitaciones, y se prepararon para el café, porque ahí era cuando se leería el testamento, por lo menos lo que a su parte corresponde. Llegaron todos a la vez, cinco minutos antes de que el reloj de cuco diera las campanadas. Federico, el amante-abogado, había preparado la mesa con todo el papeleo por firmar, no entraba claridad, porque había una gran niebla fuera, y encendió la chimenea, a pesar de que era Mayo. Creo que quería dar un aura de misterio al momento, porque a Carlota le hubiera gustado. Se sentaron en la mesa, les sirvieron el café con una floreta (dulce típico de Extremadura), y empezaron a leer: Nos hemos reunido aquí para leer el testamento de Carlota Cid (lo estaban grabando). Deja a su hermano mayor Jacobo el apartamento en Marbella, que siempre le gustó y unas acciones de la empresa. A su mujer un collar de brillantes con unos pendientes a juego, que también eran su debilidad. A su hermano menor Roberto le deja el piso de Madrid, junto también unas acciones de la empresa y a su mujer una pulsera de diamantes con sus correspondientes pendientes, que también le gustaban mucho. A Horacio le deja dinero, ya le diré la cantidad exacta, y el deportivo que tiene en Madrid, después de cómo se comportó con ella, creo que fue generosa - ¿Y para usted? - Para mí también dinero - ¿Y el resto de la empresa? - Para sus dos directores ejecutivos, pensaba que realmente la empresa la elevaron a lo más algo ellos, aunque Carlota pusiera la creatividad y el dinero. - ¿Y para mis hijos nada? - Creía que era suficiente con lo que os dejaba a vosotros, además casi no los llegó a conocer, solo sabía de su existencia. - Pues vaya - ¿No estáis contentos? - No está mal, lo que pasa que creíamos que nos dejaría la empresa - Pues no, solo participaciones - Y a que tanto porciento equivalen - El diez por ciento a cada uno - Ni siquiera llega a la mitad - No, no era lo que quería - Carlota siempre fastidiando - Creo que deberíais estar muy contentos, quizás no os lleváis todo su patrimonio, pero con eso tenéis solucionada la vida - Ya, no sé, no era lo que esperábamos - ¿Y esta casa? - Se venderá, y lo que se obtenga se destinará para dos amigas suyas, junto al resto de joyas - No tenía muchas - Las suficiente para dejar algún recuerdo a las personas queridas - ¿Y el resto del dinero? - Una parte es para mí, también el diez por ciento de lo que tiene en el banco, otro diez por ciento para Horacio, y lo demás para fines sociales. Una pena que no tuviera hijos, podrían haber continuado con su legado - Menos mal que no los tenía, porque no nos hubiera dejado nada - No lo creo, era generosa, aunque hay quien no se merecía nada - Pero cuanto tenía en el banco, a ver si va a ser más que las acciones - Creo que eso ya a usted no le importa - Claro que me importa - No, no le importa - Bueno alguna cosa más - Sí, disfrutareis de todo, siempre que no tengáis nada que ver con su asesinato - Ya se sabe que no, que fue un admirador loco, como con Lennon y Versace. - Bueno aún se está investigando - Pues que investiguen lo que quieran, a Horacio no le quedó otra que matarlo, una pena que no llegara a tiempo - Sí, una pena - Pero cuando podremos disfrutar de las cosas - Cuando den por terminada la investigación - Habrá que meter prisas - ¿Para dejar de trabajar? - Para lo que me dé la gana - No se enfade - Pues no pregunte - Usted empezó primero - No me provoque, que estoy algo enfadado - Ya se le pasará, cuando vea los beneficios en su cuenta - Eso espero - ¿o si no qué? - Ya se me ocurrirá algo - Dejen que descanse en paz, sufrió y no hizo nada a nadie, que justificase ese daño - No era tan buena como crees - En que te basas para decir lo contrario - No atendió bien a nuestros padres - No podía, estaba mal en todos los aspectos, y se ofreció para pagar a una mujer que los cuidara. Habían pasado muchas cosas, muchas y ninguna buena, como para quedarse a solas con ellos. - Para mí, no es justificación - Bueno creo que para muchas personas sí lo había, y ella tenía la conciencia tranquila, porque quien no lo sepa todo, puede pensar lo que quiera, pero quien se consciente de todas las circunstancias, pensará lo contrario, ni siquiera entendería como mantenía aún el contacto. - Bueno dejémoslo, cada uno ve la cosa, según le convenga - Eso es casi una ley en la vida… LISBOA Cuando llevábamos un mes de relación, le pedí que no fuera más a la cafetería, porque no quería salir en la prensa, no sería bueno para mi trabajo. La volví a mentir, no quería que me vieran con ella, por mi mujer, aún no tenía nada claro. Me enamoré de Carlota perdidamente, no entendía como su marido la dejó escapar, pero aún quería a mi mujer, llevaba más de veinticinco años con ella, me había acostumbrado a su forma de ser, a su manera de convivir, incluso me había medio mal criado, haciéndome un poco dependiente de ella para las cosas mundanas, me facilitaba mucho la vida, y eso siempre atrapa. Sabía que la atracción y la pasión con mi mujer eran casi inexistentes, eso es difícil de mantener en el tiempo, pero aún quedaban muchas más cosas, como el cariño. Era la madre de mis dos hijas, no podía decirle adiós por una relación de un mes, que no sabía a donde llevaría, porque cuanto más conocía a Carlota, más me gustaba, pero también la veía en una situación muy vulnerable, aunque ella no se diera cuenta: era una mujer soltera, sin hijos, rica, con alimañas como herederos, algo deprimida, solitaria…una objetivo fácil, para quien quisiese sacar algún tipo de provecho, porque quien crea en esta vida, que no hacer algo mal, es suficiente para que no te pase nada, se confundes, te pueden abrir hasta las entrañas, si es que se le mente entre las cejas a alguien con un mala alma. Además en una ocasión me comentó que su familia siempre la había robado, pero se hacía como si no pasase nada, porque le daba pena acabar también mal, con quienes había crecido, aunque nunca hubiera sido de una forma sana. Nunca pensó que la quisiesen matar, creía que esas cosa solo pasaban en el cine, y bueno, ella los conocía mejor, aunque tenía mis dudas, y algo estaba claro: si la habían robado en vida, también lo intentarían muerta. Y dejando miserias a un lado, comentar que cuanto más tiempo compartíamos, más nos queríamos, pero a mí más miedo me daba, porque en esta vida son todos intereses, y ella no llevaba la mejor carta. Un fin de semana que mi mujer se fue con las niñas a casa de sus padres, porque su madre se había puesto enferma, invité a Carlota a Lisboa, a casa de un amigo, quería enseñarle la ciudad en la que me crié, no donde vivía, la dejé cuando me casé, pero quería devolverle de alguna forma, el amor que me daba. Se había centrado en mí, creo que me vio cómo su ángel de la guarda en el amor y en las desgracias, quien la sacaría del dolor, de la rabia por las injusticias, que arrastraba. A una parte de mí, eso le agobiaba, ver que una persona depende tanto sentimentalmente de uno, da un poco de no sé qué, que a veces te frenaba, pero por otra parte, me encantaba abrazarla entre las sábanas, aún tenía una bonita figura, aún era joven en los sentimientos, no le habían amargado la esperanza., así que cuando me entraba miedo, le hacía el amor, y todo se me pasaba, porque ya lo he dicho muchas veces: no hay nada más hermoso, que amar mientras gozas en la cama. EL ACCIDENTE - Está claro que dio lo suficiente para no quedar mal, pero no fue generosa - Sí que lo ha sido, lo que pasa que no solo quería ayudaros a vosotros, y es lo que os sienta mal - Bueno que se la va a hacer, me informaré por si puedo hacer algo - Será si puedes sacar algo más - Vete a la mierda - Oye no insultes - Perdona, estoy nervioso - Esta noche nos vamos, pediré a Elías que nos lleve a mi Ada y a mí. Por cierto, donde están, se han marchado - Creo que se han ido a Madrid, tiene que arreglar los papeles de la jubilación - ¿Y dónde van a vivir? - Tu hermana pensó en todo. Separó un poco del terreno, junto a la casa que hay del guardia, y se las cedió a ellos. Siempre han vivido aquí, Carlota no los veía en otro lugar. - Vaya que caritativa - ¿Y se han llevado el coche? - No, creo que fueron en tren - Pues me lo llevo, y ya que venga por él si le hace falta, y si no me lo quedo - No esperaba menos de ti - Vete a la mierda - A la tercera te enteras - ¿Me vas a pegar? - Ya veré lo que hago - Bueno bueno que haya calma - Voy a hacer la maleta - Pero a dónde vas a ir con la tormenta que hace - No llueve tanto - Yo así no me voy Jacobo, esperemos a mañana - En esta casa de película de miedo no me quedo ni un día más - Pero hace malo, qué más de unas horas - No, lo que tarde en hacer la maleta, si quieres te vienes conmigo, y si no te vuelves con Flora y Roberto. No soporto esta casa - No me voy, me da miedo - Pues adiós, en Madrid nos vemos, cuando te decidas venir. - Te estás confundiendo - Yo nunca me confundo - Sí que lo haces, pero eres incapaz de reconocerlo - Me vas a llevar la contraria - Siempre hay una primera vez, y creo que es el momento - Ada me vas a enfadar más - No es mi intención - Pues deja la conversación, y ven a ayudarme con la maleta. - No te voy a ayudar a eso, te he dicho que te estás confundiendo, no es el momento de marcharte - He dicho que me voy, y me voy - Estás cegado por el enfado, pero si te sientas un momento, se te pasará la idea - He dicho que no - Déjalo Ada, que al final te vas con él - Eso, no insistas más, que hago también tu maleta - Por favor Jacobo, que te va a pasar algo, no escuchas los truenos, no ves los relámpagos - No me da miedo conducir con la lluvia - Pero es que es una tormenta - Agua al fin y al cabo - No voy a apoyarte en esto, tienes tanto orgullo, que jamás dejarás que alguien te convenza, sería como torcer el brazo, y eso no va contigo - Pues si me conoces, déjalo ya - Está dejado No lo vieron marcharse, solo escucharon un portazo, que daba a entender que a pesar de los rayos y truenos, no cambió de idea. Ya saben cómo actúa la soberbia. Todo estaba oscuro, solo había la luz de la tormenta, porque Carlota no había puesto luz exterior, no sé si por imprudencia, o para evitar que los periodistas se acercaran, sería peligroso. Entonces todos miramos un cuadro con el cuerpo de Carlota, vestida solo con un mantón, regalo de Ada. Era una foto sensual, de cuando aún no había perdido nada de su belleza, pero su expresión de la cara era seria, como diciendo “no sabéis lo que os espera”, o eso pensamos todos, porque inmediatamente nos pusimos a andar por la sala, sin tener un destino, más bien dando vueltas. Horacio quitó la iluminación del cuadro, y se sentó, dando a entender que todos deberíamos hacer lo mismo, hasta que fuese la hora de la cena. Hubo un silencio aterrador, mientras la casa se quedaba en tinieblas. Clemente encendió más velas, y Cristina dijo que la cena estaba servida, mientras agachaba la cabeza, con el respeto servicial, que creían que se merecían, como excelencias que eran. Fuera solo se escuchaba la lluvia, en los charcos que crecían, improvisando un mar en tierras secas. Jacobo no sé cómo pudo llegar a la cochera, y arrancó el coche, un lexus de cuatro puertas. Las llaves estaban puestas, colocó la maleta en el asiento de atrás, estaba tan ansioso por salir, que no perdió el tiempo en abrir el maletero, no era tan grande el equipaje, cabía en el suelo del coche. Encendió las luces, los truenos le asustaron, pero podía más su ego, que el miedo a que no saliera bien, lo que quería, para no caer en la vulgaridad de cenar, a consta de quien no le había dejado lo que esperaba en la herencia. Le dio al mando, y salió despacio, por lo menos era prudente, aunque no veía el verdadero peligro de no hacer caso a la naturaleza. En unos pocos minutos dejó la finca atrás, sin tener que abrir la verja. Alguien se la había dejado abierta, y eso era imprudencia, no solo por los hombres, sino porque los animales se paseaban por donde menos te lo esperas. Miró por los espejos retrovisores, y pronto dejó de distinguir la casa. Era optimista, y pensaba que una vez que dejase el pueblo, todo sería fácil, porque cogería la autovía, que si estaba alumbrada, pero hubo un contratiempo, la calzada resbalaba. La lluvia trae más problemas que solo el agua. Bajó la velocidad, pero parecía que el coche chirriaba. Empezó a llover más fuerte, no veía nada, hasta que por arte de magia, un jabalí apareció, quien se estrelló con el parabrisas, que funcionaba. El coche empezó a dar vueltas, en un segundo pensó que volvería a la casa, pero de ahí no salió, porque chocó con un árbol, y ya pasó de la soberbia a la nada. Creo que coincidió con la oscuridad en la casa, creo que Carlota quiso decir algo, quizás quería avisar, a pesar de que se mereciese un puñetazo. Siguió el silencio, la calma provocada, y empezó a dejar de llover, salió la luna, casi todo el firmamento se apreciaba. Los invitados miraron por la ventana, porque parecía algo mágico, que la lluvia hubiera desaparecido, como si nada, y pudieron apreciar a lo lejos, como el lexus había chocado con el árbol, que a Carlota le gustaba, porque era centenarios, casi la joya de la casa. Salieron corriendo a buscarlo, por si necesitaba ayuda. Se empaparon, porque había enormes lagunas, de lo que se había precipitado. Mientras Federico se quedó en la casa, mirando el cuadro. Intentaron reanimarlo, pero no sabían qué hacer, si llevarlo a la casa, si pedir una ambulancia y no tocarlo, vaya que se produjeran más desgracias. Hasta que Roberto, dijo que se callasen, que estaba muerto. Clemente y Vicente fueron a ver lo que pasaba. No hacía falta explicar nada, y entre los dos lo llevaron a la casa. Volvió a aparecer el silencio, ese que mata a todas las almas, y sin pedir permiso, lo llevaron a un cuarto que había debajo de las escaleras, para que no molestara. Ada no paraba de llorar, culpabilizándose, por no haberle quitado las ganas., mientras que Flora la abrazaba, diciendo que nadie podía con él, si algo se le metía en la cabeza, no era fácil de convencer, ni siquiera, cuando había lágrimas Volvimos a la biblioteca, y el cuadro de Carlota estaba otra vez alumbrado, pero nadie comentó nada. No íbamos a sacar a relucir a los fantasmas, no era el momento, porque era un hombre gruñón, pero era de esas personas con don de gentes, que aunque se confundieran, le seguían hasta a una cloaca. Si no se llevó a Ada con él, fue porque le apetecería hacer solo el viaje, a ver si el enfado se le pasaba, porque si lo hubiese querido realmente, lo hubiera acompañado, aunque fuera escondida debajo de una manta. Daba un poco de pena todo, pero Federico seguía mirando el cuadro, como diciendo “algo raro pasa”, porque sabía de la inteligencia de Jacobo, y no la había demostrado, cogiendo el coche en una noche claramente ensangrentada. Creyó que era obra de Carlota, haberlo enfadado tanto, hasta para perder el juicio y la prudencia, que le caracterizaban, pero los espíritus eran cosa de las novelas que leía, no de una civilización avanzada. Así que volvió a apagar el retrato, vaya que algún otro se molestara. LA QUINTA ESTACIÓN El tiempo transcurrió muy rápidamente, sin pensarlo llegaron las Navidades, y me sentí culpable. Carlota se había montado su pequeño taller en la finca, para estar más cerca de mí, y facilitó mucho el progreso de nuestra relación. Ella se ocupaba de la parte creativa, lo podía desarrollar desde allí. Aún no le había dicho nada sobre mi matrimonio, ni lo tenía pensado, lo haría cuando no me quedase más remedio, cuando me exigiera más, y por el momento se conformaba con lo que le daba, era de esas mujeres que no pedían, porque quizás no se veían con derecho a mucho en el terreno sentimental. La vida es tan variopinta, porque luego están aquellas que por una noche, te obligan a ser parte de su vida, como si hubiese sido un compromiso matrimonial, el sexo por un placer de un instante. Hay de todo en la viña del señor. En fin, yo iba a aguantar sin estropear nada, todo lo que me dejasen, porque no sabía lo que sucedería, en el momento que tuviera que dar explicaciones. No sabía si mujer lo dejaría, si Carlota no quería ser la otra, no sabía nada, así que no me detenía a analizar, me dejaba llevar, porque la verdad, no encontraba ninguna razón para no volver a ver a Carlota, porque la amaba, la deseaba, también me despertaba sentimientos de compasión y de admiración, que rara vez están unidos, pero es lo que me pasaba. Iba a continuar igual, hasta que no hubiera más remedio, hasta que la red se rompiera por en medio, hasta que mi egoísmo cobrara su precio, hasta que alguna de las mujeres no quisieran continuar con el juego, porque a veces creía que lo sabían, pero que no querían verlo (eso es mejor, que un adiós a destiempo). Mi mujer sospechaba cuando hacía la maleta para dos noches, demasiado frecuentemente, y Carlota no decía nada cuando me marchaba, solo me miraba a los ojos, diciéndome vuelve, aunque solo sea para matar el aburrimiento, pero vuelve, que yo te espero. Es lo que leía en sus miradas, y contestaba con una sonrisa de consuelo, diciendo: no os dejaré, el tiempo dirá que ocurrirá con el amor que siento. Ese diciembre fue muy frío, y Carlota tenía todas las chimeneas encendidas de la casa, pero no se notaba mucho, así que casi no salíamos de la cama, ya os comenté que no la tenía muy avanzada en el terreno de las tecnologías, y decía que el aparato de la calefacción no pegaba con la decoración, cosas de mujeres, porque a la casa le faltaba ser blanca para parecer un Iglú. Tenía un poco de sentimientos de culpa, porque me iba a pasar las vacaciones con mi mujer y las niñas, aún no le había dicho nada a Carlota, no le había dicho que la dejaría sola en estos días, pero creo que lo sabía, porque no había preparado nada especial, ni me había hablado de hacer algún plan, ni me había preguntado cuando llegaría, creo que sabía que lo pasaría sola. Y esa mañana, cuando salí a dar un paseo por la finca, vi una gatita gris, casi recién nacida, la cogí en mis brazos, la calenté, creo que se estaba muriendo de frío, y se la iba a llevar a Carlota, para que le diera compañía, por lo menos hasta que creciera, y quisiera hacer su vida. - ¿Qué traes escondido en el abrigo? - Mi regalo de Navidad - Dios mío un gato - Una gatita - Es preciosa - No tanto como tú - No seas tan adulador, dámela - Toma - Habrá que comprarle las cosas necesita, voy a hacer un lista y mando a Elías a que las traiga del pueblo - No necesitan tanto, puede hacer sus necesidades en el terreno - Quiero que se acostumbre a la casa, si la dejo salir, no querrá estar dentro, y quiero que duerma conmigo, cuando no estés tú, que se acostumbre a mí - Me parece bien - La llevaré al veterinario, porque hay que tener cuidado con los animales de la calle, pueden pegarte algo - No había caído, métela en algún sitio hasta que la lleves - Ya no puedo soltarla, me arriesgaré - Las imprudencias se pagan, pero te entiendo, esperemos que haya suerte. Haré la maleta ( con el tiempo me comentó, que había comprendido el comportamiento de algunos hombres, cuando su gata entró en celo) No me hizo caso, conseguí que su atención se centrara en keka, así le puso, porque era tan bonita como las muñecas que tenía de niña. Hice el equipaje el día de nochebuena, para dejarla sola, en una casa donde la soledad hacía eco entre las puertas. Me sentí mal, pero no hizo ni un comentario, solo me miró, y me dijo adiós con la patita de keka. Era inteligente y buena, creo que aprendió cuál era su lugar, y no hacía ninguna queja, se conformó, porque la otra opción era más dura, que el dejarme ir, cuando quisiera. La esperanza de que volvería, la mantenía viva, porque más valía un poco de felicidad de vez en cuando, que la soledad plena. Creo que fue a la conclusión que llegó, pero sabía que si me mudaba a su casa de tinieblas, me aceptaría con los brazos abiertos, porque en cada gesto me demostraba, que me quería a pesar del lugar que había elegido para ella. LA ESCALERA Las horas habían transcurrido muy lentamente, aún permanecíamos en la biblioteca, con la luz del cuadro que se encendía y apagaba, según se le antojaba, creo que a la dueña, hasta que Ada fue abajo, porque quería despedirse de su marido, quería pasar la última noche con él. El acceso a la casa estaba obstaculizado por la tormenta, y cuando amaneciera, creían que intentarían quitar el problema. Los demás no sabíamos qué hacer, si irnos a dormir, si emborracharnos, si hacer algún comentario, hasta que Federico dijo que era mejor que nos retirásemos a descansar, porque con la luz del día se veía todo mejor. Y eso hicimos, en silencio, casi como unos niños en la escuela infantil, obedeciendo al director, porque muchas veces cuando estás en shock, te quedas sin voluntad, pareces un ser manipulable, porque no sabes qué es lo que ocurrió, ni quién fue el culpable. A la mañana todo parecía más normal, además había un toque de optimismo, al pensar que habían empezado con las labores de limpieza, y que pronto estaría el camino libre, para marcharse de ese lugar, que parecía encantado. Solo faltaba Ada, quien continuaba al lado de Jacobo. Nos habían servido el desayuno en el comedor de la primera planta, no sabíamos el motivo, porque estaba más lejos de la cocina, pero supongo que tenía algún sentido que desconocíamos. Tomamos unas tostadas, con mermelada de cereza y podíamos elegir entre café, infusión, zumo o chocolate, todos elegimos café, porque Natalia lo hacía bien rico, nunca dijo su secreto, aunque se lo preguntamos muchas veces, además queríamos estar despiertos, porque creo que ninguno había dormido mucho esa noche. Íbamos a llamar a la otra invitada, Ada, para que tomase algo caliente, lo necesitaba, y fue cuando escuchamos unas voces: ¡está vivo!, ¡está vivo!, salimos de la habitación, porque no pudimos apreciar bien lo que quería decir, y fue cuando vimos como Ada subía los escalones de dos en dos, exaltada, gritando.... - Ada ten cuidado en estas escaleras, son peligrosas - ¡Qué dices!, dijo dando saltos… Keka se le cruzó, y se cayó por la escalera de caracol, mientras todos cerramos los ojos, sabiendo lo que iba a ocurrir, habiendo avisado. En unos segundo apareció en el suelo, con la cabeza llena de sangre, mientras la niebla fuera empezaba a crecer, intentando entrar por las rendijas de las ventanas, dando una escenografía inmejorable, al horror que vivíamos, sin saber porque sucedían esos hechos tan desagradables, cuando ninguno era un santo, pero tampoco culpable. - ¿Cómo está? - Creo que muerta, se ha desnucado - Se lo hemos advertido - Como al marido - ¿pero por qué estaba tan excitada? - Sería por Jacobo, quizás se hubiese movido o algo - Que baje alguien a ver qué tal está - Vamos nosotros (dijeron Clemente y Vicente) - Dios mío, que desgracia - Es la casa, mira los animales, si es que parece que nos van a matar a todos - Bueno nos vamos en cuanto podamos solucionar lo de sus muertes - Mira fuera - Que pasa - Hay una niebla muy densa, no creo que podamos salir, y menos coger el coche - Pero por favor, parece obra de Carlota, como si estuviera dolida por algo - No digas tonterías - En la televisión salen muchos programas de espíritu - Por favor Flora, deja de decir chorradas - No lo son, ya han muerto dos personas - Mientras no haya más, solo se tratan de dos accidentes, provocados por un cúmulo de circunstancias y por la mala suerte, que siempre aparece, cuando menos lo esperas, quizás motivada por errores o simplemente el destino, que está escrito - Deja tú también de decir tonterías, preparad la maleta, y a ver si conseguimos que venga por lo menos el médico, aunque sea a caballo, quizás estemos confundidos - No lo creo, pero tiene que certificarlo un médico - A ver cómo lo hacemos, si conseguimos dejar pronto este lugar - Lo primero es llevar a Ada con su marido - Ahora vienen Vicente y Clemente, ellos son más fuertes, y la bajan - Dejadme darle un beso - No hagas esas cosa Flora, vaya que se te pegue la mala suerte - Era mi cuñada, la quería - Como veas, pero yo me mantendría lejos de los muertos, no es algo agradable - Pero si la quieres, deseas despedirte, no miras los motivos por los que dejó este mundo - Como quieras - Qué triste todo, como se lo vamos a explicar a sus hijos - ¿Y quiénes se quedarán con ellos? - Pues habría que verlo, pero lo más lógico es que estén con nosotros, cerca de sus primos, aún necesitan cariño y control - Que desgracia - Una muy grande, no hay cosa más horrible, que quedarte sin padres, cuando aún eres joven - Dejemos la conversación, que me voy a poner triste, y bueno tampoco era Jacobo el culmen de la bondad, como para tener tanta pena por él - Roberto no digas esas cosas ahora - Soy sincero, y bueno estamos entre amigos - Pero acaba de fallecer, se merece un respeto - Y se lo di en vida, ahora quizás me vea con la libertad de decir lo que pienso - Era tu hermano - No por ello lo convierte en un ser excepcional - Ni en un rastrero CÁCERES Después de las vacaciones de Navidad, decidí pasar una semana con Carlota, me inventé un viaje a New York de negocios, creo que me sentía culpable por haberla dejado sola en esos días tan señalados, porque aunque me decía que estaba acostumbrada, y que se acostaba temprano, a mí me daba rabia no estar con ella, la verdad, cada vez me apetecía estar más junto a Carlota, que volver a casa, quizás porque no tenía grandes responsabilidades a su lado, me sentía libre, a pesar de que se suponía que teníamos un compromiso, creo que era por el dinero, el saber que no me iba a faltar de nada, hacía que me relajara, no tenía que estar tan pendiente del teléfono, no tenía que madrugar, no miraba los gastos del banco, creo que eso ayudaba a que poco a poco hubiera preferido estar junto a ella, en vez de volver a casa. Una postura algo materialista, pero quien dice que en la vida, no es por lo que más te decantas. En un principio decidí ir al casco antiguo de Cáceres, una belleza, Patrimonio de la Humanidad, pero por otro lado, no me apetecía ver caras conocidas, ya no me escondía tanto, pero no me apetecía, si me descubrían, pues nada, así dejaba de engañar y de engañarme, y tomaría una decisión, como cuando a los criminales dejan de tener cuidado en sus acciones , se cansan de tanto esmero, pasando a ser imprudentes, porque en el fondo quieren que les cacen, para dejar ese tormento, del que no pueden escapar, por sus adicciones, y no solo a las drogas, a veces es por sexo o por otro motivo feo, pero mi relación con Carlota era mucho más profunda, había mucho sentimiento, una comunicación que quizás nunca llegué a tener con mi mujer, porque quizás llegaron los hijos pronto, quizás teníamos muchas facturas que pagar, y siempre estábamos planeando como llegar a final de mes, no sé, quizás desde un principio tuvimos muchas preocupaciones, que nos separó como pareja, nos unió como adultos, pero nos apartó en el amor y en el deseo, y bueno, creo que ya tenía poco remedio. A veces cuando me sonreía Carlota, creo que me adivinaba los pensamientos, y supo jugar bien, para no perderme, aunque fuese por el dinero. La pobreza te cambia los valores, pero también la soledad y el desconsuelo. Al final me decidí por ir a un pueblo precioso al sur de Cáceres, Montánchez, un pequeño municipio medieval, que le da nombre a la sierra en la que se ubica, le pedimos el coche a Elías y le dimos el fin de semana libre, aunque ellos no se iban a ningún sitio, solo se quedaban en la casa del guardia, descansando, sin obligaciones, pero no dejaban sola a Carlota, por si los necesitaba, era su hija, más que su ama. Pasamos un día precioso, viendo muchos monumentos medievales, que había en el pueblo, muy bien conservados. Comimos en una terraza llena de flores, y nos relajamos, porque no conocíamos a nadie, y nos daba la libertad que necesitábamos. Me dio miedo tanta felicidad, suele desaparecer, cuando se hace daño a alguien, y mi mujer estaba en casa, cuidando a mis hijas, mientras Carlota me cubría de favores. Dormimos en un hotel, de pocas estrellas, pero estaba muy bien situado, y muy limpio, nos bastaba para lo que estaríamos en él, mientras hubiera pasión, el resto era solo un decorado, que ni siquiera prestas atención, mientras la besas. LA NIEBLA - Horacio, te toca mover a ti - Ya moví el alfil, eres tú el despistado, Roberto - Es por la niebla, no se va, parece más densa - Sí, y los teléfonos se han estropeado del todo, después de la tormenta - ¿Qué podríamos hacer? - Creo que esperar sería lo más prudente, mira lo que le pasó a Jacobo - Me duele el alma de estar aquí esperando no sé qué, con dos muertos en la casa - Te comprendo, pero mira cómo está Flora, si la dejamos sola, se morirá de un ataque de nervios - Le decimos a Natalia y a Cristina que no se muevan de su lado - No sé, todo me parece raro, sé que han sido dos accidentes, pero ¿no te parece extraño? - Sí, pero no podemos acusar a nadie - Los espíritus no van a la cárcel - Deja esas tonterías - Lo sé, era una especie de broma, por quitarle hierro al asunto - ¿Terminamos con la partida de ajedrez?, no me concentro - Lo estaba deseando, pero no me atrevía a decirlo - ¿Y cómo podríamos ir al pueblo? - ¿Andando? - Por favor, te podrías morir de muchas formas, además en todas las partes hay vándalos - Quizás la carretera esté arreglada - No lo creo, no está la situación, como para eso - Entonces - Pues a caballo, Carlota tenía unos buenos sementales, fue uno de sus últimos caprichos - No tenía muchos, quizás de niña, como cualquier niño - Bueno voy a ir a la cuadra, a ver que veo por allí, si está todo - ¿Quieres que te acompañe? - No hará falta - Como quieras Tiraron las fichas del ajedrez al suelo, mientras Flora se asustó, al verlos tan excitados. Cristina trajo el café, y descubrió el secreto de Natalia, lo hacía en las brasas de la chimenea, por eso tenía tanta consistencia. Una pena que fuese así, porque no podrían hacerlo en los pisos que tenían, así que se tendrían que conformar con el de la cafetera, que no era malo, pero después de probar el de Natalia, todo quedaba en un agua manchada con algo de nata - Decidido - ¿Qué? - Voy a ir en caballo al pueblo, para ver si han arreglado la carretera y pedir la ayuda - Y si empieza la tormenta - Es que nadie miró el tiempo antes de venir - No, es Mayo, no es frecuente que pasen estas cosas - Pues es verdad, sigo pensando que es obra de Carlota - Qué tontería, pero hay que pedir ayuda - Voy yo, me atrevo, por lo menos me puedo traer al médico, si es que no se puede en coche, - Si hombre, a galope que va a venir - Bueno por lo menos que la policía tenga constancia de lo que está pasando en la casa, porque creo que como sigamos encerrados, las coincidencias no van a parar, y quien sabe quién se salva - No parece que vaya a llover, pero hay mucha niebla - Los caballos saben el camino, Carlota me comentaba, que mucha veces iba montando, para sacarlos y para hacer algo de ejercicio - Por mí no vas, hay suficiente muertos ya - Pero es que tengo que hacer algo, no puedo quedarme quieto más tiempo - Quizás mañana se haya ido la niebla, no va a durar tanto - Pues esperaré a mañana, pero si no se ha levantado a las doce, me acerco con Tristán, es el más fuerte - Quizás dentro de poco se haya solucionado todo, no nos precipitemos - Solo lo hago para no ser tan impulsivo como mi hermano, pero lo dicho, de mañana no pasa, no me quedo más en este matadero - De acuerdo, ¿quieres que te acompañe? - No, quédate en casa con mi mujer, no la veo muy bien - Si quieres voy yo, y te quedas con ella - Ha sido idea mía, yo asumo las consecuencias - Como prefieras, pero si cambias de opinión, solo tienes que decírmelo, lo comprenderé - Mil gracias Horacio, lo tengo ya decidido. No hay que quedarse quieto, esperando a ver quién es el siguiente muerto - Quizás tengas razón, solo que después de lo de tu hermano, le tengo respeto al tiempo - Bueno soy lo suficiente valiente para atreverme a ello - Me estás llamando cobarde - No es mi intención, solo quiero decir que me atrevo, que veo que es una buena idea, que nos puedan ayudar, aquí parece que estamos a la suerte del destino, y por el momento parece que no nos quiere vivos - Dicho así, hasta voy contigo - No, quédate en la casa, harás falta A la mañana siguiente aún continuaba la niebla, pero como algo leve, ya se podía ver el horizonte, y Roberto no lo dudó, una vez que terminó con el desayuno, ni siquiera esperó a las doce. Clemente preparó a Tristán, y Roberto se abrigó en la entrada, sin despedirse de Flora, estaba sensible, y no quería preocuparla más, la miró a lo lejos, mientras se entretenía haciendo sus crucigramas, y cerró la puerta son sigilo, pero lo escuchó, y cerró los ojos al admitirlo. Había mucha humedad, desapareció el dorado prado, para descubrir un paisaje digno de un cuadro de Monet. Rápidamente Tristán paso a galopar, dejando que el caballo caminase solo, creía que le guiaría, sin necesidad de mirar los carteles orientativos. Después de unos minutos se atrevió con el trote, que le sacó la adrenalina, que todo varón posee, incluso escondida. De repente surgió de nuevo la niebla, una niebla espesa, que casi pesaba al intentar cogerla con la mano. Roberto no sabía si debía regresar, pero quedaba poco para llegar al pueblo, había dejado atrás el atasco en la carretera, y estaba convencido que sería un camino fácil el que le quedaba por atravesar, que solo se trataba de un sencillo sendero. Y fue entonces cuando con las espuelas golpeó a Tristán, para no tardar, vaya que se empeorase la situación. El caballo empezó a galopar rápido, tanto que no tenía un buen manejo, y fue entonces cuando la niebla se fundió con las nubes, al saltar por un acantilado, que surgió como surge la muerte, cuando lo ve conveniente. Creo que no fue consciente de lo que sucedió, que fue todo tan rápido, que solo sintió un golpe, porque Tristán parecía tranquilo en el precipicio, mientras su cuerpo yacía, sin nombre ni apellidos. LA SEPARACIÓN Me costaba vivir así, de esa forma clandestina, porque cada día me apetecía estar más con Carlota. Esa semana el jueves, hice la maleta - ¿A dónde vas esta vez? - A Madrid, hay una empresa muy interesada en mi trabajo - ¿No la vas a dejar, verdad? - De qué hablas - Sabes a lo que me refiero, sabes que te conozco bien, que no me puedes engañar - No puedo - ¿Qué te ha dado? - No lo sé - Estamos bien juntos, tenemos nuestro buen hogar, unas hijas estupendas, ¿Qué más quieres? - No, no pido nada más, pero ha surgido así - Hay cosas que se pueden evitar - No, cariño - No me llames cariño en este momento - Perdona - Quiero que la dejes, que vayas este fin de semana, y que sea el último - No sé si podré - Claro que podrás, por tus hijas lo vas a hacer, son muy pequeñas, y sin ti estaríamos perdidas, sería todo una tremenda lucha - La quiero, es una persona muy especial, y la destrozaría si la dejase - Y te da igual destrozar tu matrimonio por ella - Tú eres fuerte - No te confundas, soy madre, tengo que serlo, pero sufro como cualquier mujer por amor, y más si ha sido el único hombre en mi vida - Lo siento - No digas esto tampoco, por favor: déjala - No sé si podré - Pues aquí no vuelvas, sin haber solucionado eso - Lo pensaré, es lo único que te puedo prometer por el momento - Piensa en nosotros, en cuando nos conocimos, cuando nacieron nuestras hijas, lo felices que fuimos sin casi tener nada, de todo lo construido, no te olvides de nuestra vida, por un juego de niños - Por favor, no me chantajees sentimentalmente - No lo hago - Voy a ir , y ya veré de lo que soy capaz - Si no lo arreglas tú, lo haré, averiguaré quién es - Dame tiempo - Te lo daré, pero no mucho, ya he aguantado lo suficiente, puedo comprender un desliz en un hombre, pero no voy a aguantar una historia de amor - Perdóname, he sido un irresponsable, pero quien lo es cuando se enamora - Que cruel eres al decirme eso - No sé ni lo que digo, es una situación complicada - Pues no la compliques más - Pero qué quieres que haga - Te lo he dicho, quiero que la dejes, que sea tu último fin de semana, fuera de la casa - No te prometo nada No sé porque, pero metí más ropa en la maleta, en esa ocasión. Estaba muy confundido, tenía claro que amaba a Carlota, que me encantaba estar con ella, y parecía que había admitido mi situación, sin decir nada, pero lo sabía, era inteligente. En cambio mi mujer, mi mujer había luchado mucho a mi lado, y no iba a consentir que me marchase, no sé lo que sería capaz de hacer, pero no se iba a quedar con los brazos cruzados, esperando, ni siquiera sé porque aguantó tanto, quizás porque no quería ver, lo que realmente pasaba. Suele ocurrir, cierras los ojos, ante una situación que no te gusta, porque te da miedo el resultado final, y creo que ella lo intuía, intuía que poco a poco me estaba marchando de casa, los fines de semana se habían alargado, aunque no fueran todos, se dio cuenta, que mis ojos eran distinto, y mi carácter más calmado, se dio cuenta, de que me había enamorado, y contra eso pocas guerras triunfan, a no ser que seas muy responsable, y creas que tu deber está junto a quien había creado un futuro idealizado. Cuando me casé, pensé que había encontrado a la mujer de mi vida, porque creí que me gustaría cuando envejeciera, es lo que se debe pensar: ¿me gustará cuando deje de ser guapa?, porque a todo el mundo le llega, y si solo hay atracción física en tu pareja, poco a poco te alejarás de ella. Hay que enamorarse de la persona, que te guste físicamente, pero que sea a su corazón y a su cerebro a quienes amas, y creí que en mi mujer había encontrado esa razón de peso, pero conocí a Carlota, y todo quedó en un recuerdo, se alejó en mí el deber de protección y sustento, por pasar días enteros al lado de una mujer, llena de nostalgia, dolor, pero también con un corazón lleno de bellos sentimientos, y quien puedo luchar contra eso, nadie que sepa amar, puede alejarse de una relación, que le hizo conocer el sentido de la vida, sin echar de menos su pasado ni sus recuerdos. EL BAÑO La niebla se había casi marchado, había una luz tenue en el aseo de Flora. Se había dado un baño de agua caliente, lo necesitaba, desde que llegaron, todo pasó a un segundo plano. La muerte inundó sus cerebros, sin prestarle atención a nada. Cogió el secador, para ver si se podía arreglar un poco el pelo, y entonces se dio cuenta de que algo se acercaba por el camino de la casa, porque un caballo relinchaba. Dio un pequeño vistazo a través de la ventana, que estaba a la izquierda de la bañera, y descubrió que se trataba de Tristán, volvía a casa sin Roberto. Miró al espejo, no quería pensar en lo que significaba ese encuentro, y levemente apareció la imagen de Carlota sonriendo. Se asustó, y cayó al agua, con el secador en la mano, ya solo quedaba Horacio, porque los invitados estaban muriendo, sin saber por qué, solo cuándo, y de una manera algo cruel, porque todo parecía algo siniestro. En la casa no se dieron cuenta del accidente en el baño, ni de la llegada del caballo, continuaron con sus vidas, mientras Tristán, tomaba pasto en el establo. Volvió a casa, como si no hubiera provocado la muerte, del que era su hermano pequeño, el más mimado. Natalia continuó haciendo la comida, creo que iba a hacer un cochinillo al horno, como despedida, porque todos suponían que Roberto traería la ayuda, para salir de esa casa maldita. Cristina estaba adecuando la sala, por si había más invitados, como la policía, Vicente adecentaba algo el jardín, después de la tormenta, Horacio leía algo en la Biblioteca, y Clemente conmigo tenía una conversación prudente - Nada está saliendo como pensábamos - La vida a veces es muy justa - Crees que Carlota planeó esto con Elías, y se los está cargando - Elías está en Madrid, vuelve esta noche, como lo acordamos - Entonces qué es lo que ha pasado, ¿seguimos con la idea del café, para los demás? - No, ya no puede ser, vendrá la policía en breve, e inspeccionará todo - Entonces - Sigue con el trabajo como si nada, hay cambio de planes, intenta decírselo a los demás - De acuerdo, voy a dar una vuelta por la casa, para ver si está todo en orden - Arroja el somnífero lejos de aquí, hay monte para hacerlo - Cuando estéis en la siesta, cogeré otro caballo, e iré por los campos - Intenta que no se note, tápalo con tierra, y mejor que no esté dentro de la finca, por si les da por mirar fuera - De acuerdo - Ten cuidado, parece que solo mueren los malos, pero nunca se sabe, hay equivocaciones, si no prestas mucha atención a lo que estás realizando - La tendré - ¿Cómo avisarás a Natalia para que te lo dé? - Esta siempre sola en la cocina, y creo que lo guarda allí - Menos mal, que aún no lo ha usado - Como pasó lo de Jacobo - Claro eso nos frenó a todos - Sin decirnos nada, creo que entendimos que los planes habían cambiado - Cualquiera lo hubiese pensado - Bueno no hablemos más, hasta que nos marchemos, vaya que empiecen a sospechar algo Me dirigí a la Biblioteca, para entablar un conversación con Horacio, porque me daba la sensación de que Roberto tardaba mucho, se estaba aproximando la hora de la comida, y no había señales, ni del médico, ni de la Policía, ni de él. Mi cerebro empezó a pensar, que algo más había sucedido, mientras miraba el cuadro de Carlota, que seguía colgado, sin que nadie le prestara atención Al cabo de una hora, fuimos a buscar a Flora, creíamos que se había tumbado un rato, que estaba cansada, después del baño, y cuál fue mi sorpresa, cuando la vi dentro de la bañera, también muerta. No me dio pena, sabía todo lo tramado, pero cómo íbamos a explicar tantos asesinatos, porque nadie iba a creer, que en pocas horas se hubiesen producido esos accidentes, nadie que estuviera en su juicio, lo creería, lo más lógico y normal, sería que estuviera todo planeado, y quizás fuese así, pero no el modo de llevarlo a cabo. Cómo íbamos a salir de esta, y entonces pensé en lo que habíamos en un principio pensado, quizás el plan no había salido como esperaba, pero lo importante era conseguir los mismo resultados, y eso estaba pasando. Tenía que hablar con los demás, antes de que viniera alguien, y no supiéramos disimularlo. Bajé las escaleras despacio, me acordé de Ada, y le dije a Horacio lo de Flora, y subimos, esta vez, rápido. La sacamos del agua, sin saber si era lo adecuado, la pusimos en la cama, mojada y con la cara desencajada, asustada, estaba claro que había muerto, esperábamos que rápido. Natalia estaba avisando de que en media hora la comida estaría servida, guardaría para cuando llegase Roberto, por si no había comido aún algo, y cuando fuimos al comedor, ya solo estábamos Horacio y yo, y él parecía muy muy asustado. Nos miró a todos, lo habíamos rodeado, sin haberlo premeditado, y salió rápido de la casa, sin explicar nada, pero sabíamos qué era lo que pensaba, todos lo teníamos claro EL PLAN Llegué a casa de Carlota, a nuestro hogar, sobre las seis de la tarde, cuando conseguí calmar a mi mujer, prometiéndole cosas que no se iban a producir, pero era la única salida que veía, para dejar la discusión. No sabía lo que ocurriría con nosotros, pero no iba a dejar a Carlota, no quería, no sabía cómo iba a llevar la relación, pero tenía claro que no me iba a separar de la persona que quiero, eso solo sucede cuando no eres correspondido, y sufres a su lado, pero no era el caso, porque los dos nos amábamos, éramos felices juntos, así que eso de olvidarme de ella, que lo fueran dejando. Hay personas que no admiten la felicidad ajena, por lo que había que mantenerse apartado, con un perfil bajo, porque no hace falta tener interés en la persona, simplemente en estar algo desilusionado, como para admitir que cerca de uno, hayan personas que encuentren, lo que a ti se te había negado (tanto en lo sentimental como en lo material), y harían por perjudicarlo, por eso Carlota y yo vivíamos algo apartados, para que la envidia del amargado, no nos hiciera daño. Me abrió la puerta, y se echó a mis brazos - ¿Qué ocurre?, ¿ te ha llamado alguien? ( pensé en mi mujer) - Sí, uno de mis directores, Clemente, a su lado estaba Vicente, son hermanos - ¿Y qué ocurre?, ¿Ha quebrado la empresa? - No, va mejor que nunca. Es por Horacio - Dime - Ninguno de los dos se fían de él, porque además de las mujeres, su otro gran hobby es almacenar fortuna, y si puede ser, sin ningún esfuerzo - ¿Y? - Pues han escuchado una conversación con mis hermanos y cuñadas - ¿Pero qué pasa? - Bueno pues saben lo nuestro - Me parece bien, ya es hora de que se vaya enterando la familia - No lo entiendes, ellos no quieren que tenga pareja, verían mermado sus intereses económicos, cuando muriese. Mis hermanos nunca han querido, y se les unió Horacio, porque piensa que a pesar de todo: lo quiero, y que tarde o temprano caeré rendida a sus brazos. Tiene un ego enorme, no cree que te puedas desenamorar, aunque te haga daño. Algunas personas piensan que como han hecho algunas coas bien contigo, todo el daño que te hagan después, queda perdonado, como que se le excusa, sin llegar a entender que el sufrimiento nunca es compensado, el dolor no desaparece, por otro acto menos villano - Bueno hablaré con ellos, y se tranquilizarán. No te voy a dejar, aunque vean lo de mi mujer un problema, ya lo solucionaré, poco a poco ( se lo comenté así de golpe, porque sabía que conocía mi situación, aunque no dijéramos palabra) - No lo entiendes, han planeado mi asesinato - ¿Qué me dices? - Sí - Habrá que ir a la policía - No lo han grabado, solo escuchaban, nunca pensaron que fuesen a ser tan malvados - Pues habrá que poner algún remedio - Esta semana iré a Madrid, para hablar mejor con mis directores, y tomaré una decisión respecto a mi familia. Los desheredaré, me duele llegar a esos términos, pero no les voy a dejar nada, si es que me quieren hacer daño por ello - Iré contigo - No, soluciona todo con tu mujer, y nos vemos el viernes aquí, para empezar nuestra vida juntos - Me da miedo dejarte sola, si estás pensando hacerte daño, en cualquier momento puede ocurrir - Clemente no cree que aún hayan planeado nada, solo lo están hablando - Ten cuidado - Sí, saldré del piso de Madrid con ellos, nada de ir de compras - Bueno, arreglas lo del abogado, hablas con tus directivos, y te vienes para acá, aunque no sea viernes, y desde ese momento, ya nunca más nos separaremos, ¿de acuerdo? - Gracias - ¿Por qué - Por estar a mi lado en los peores momentos, por lo general el hombre huye ante los problemas - Porque no quieren de verdad - Bueno espero solucionarlo todo rápido, mis amados directores me ayudarán, lo dejarán todo claro, porque sé que aunque estés a mi lado con problemas, todo cansa en exceso, y no te quería perder, te quiero demasiado - Tranquila, no me perderás, todo tiene arreglo, si sabes a quien acudir a tiempo, y ya estamos en ello. Dame el teléfono de Clemente o de Vicente, quiero hablar personalmente, para saber los detalles - Creo que no hay muchos, que no concretaron nada - Bueno quiero estar en contacto con ellos, me puedo fiar? - Si, son personas que aprecio, me han tratado muy bien, y han llevado a mi empresa a lo más lejos. Me cuidan, porque creen que sin mí, nada sería eterno, creen que la empresa tendrá mi vida, y luchan para que dure el más tiempo posible, porque luego todo será un misterio HORACIO El traidor salió precipitadamente de la casa, y cogió la moto con la que solía pasear el verdadero jardinero por la finca, además si aún estaba la carretera en mal estado, por el monte podría llegar lejos. No habíamos hechos nada, y no lo íbamos a hacer, por lo menos con él dentro, porque si había que buscar un culpable, que fuera uno de los herederos con más antipatía hacia Carlota, los demás la queríamos, desde lo más adentro. Lo perdimos rápido de vista, ni siquiera entendimos bien el camino que cogió para huir de la finca, pero creo que simplemente salió corriendo, hasta que llegó a los Mármoles (ya hablé de ese lugar con algo de misterio). Entonces se puso a cavar, lo sabía, conocía que Carlota había guardado una caja con cosas personales, cerca de donde estaba el pueblo de su abuela, donde había algún sentimiento., una de esas cápsulas del tiempo. Dentro escondió alguna poesía, cabellos, dinero para alguna urgencia, y también la llave de la caja fuerte de Madrid y también el testamento, con una huella de sangre, pero lo que temía Horacio era que hubiera algún papel, que dijera su verdadero secreto: que se trataba de un hombre ruin, capaz de todo por dinero. Encontró la caja, con lo que había, podía marchar en tren hasta Madrid (no iba a volver a la finca para su equipaje y la cartera), vivió muchos años con Carlota, el portero le dejaría entrar, fue también su dueño, y entonces se guardó la llave, dentro del bolsillo interior del abrigo que llevaba, sonriendo, satisfecho, porque quizás no le resolvería la vida el dinero que encontrase, pero podría empezar de cero. Nadie pensaría que iría Madrid, y ni siquiera creía que pudieran avisar, porque serían los sospechosos de tantos crímenes encubiertos. Entonces la marea de esas aguas tranquilas se despertó, dando la imagen de un embalse casi perecedero, y a la vez las ruinas del pueblo salían al descubierto. Horacio se asustó, no entendía lo que estaba sucediendo. El cielo se cubrió de negro, las aves chillaban huyendo, el agua empezó a crecer, escuchándose gritos de personas del pueblo, una rama de un árbol le arañó la cara, no sabía si estaba durmiendo, surgió el fuego a su alrededor, quería salir corriendo, pero no podía, estaba rodeado por las llamas y el viento. La tierra de los Mármoles empezó a moverse, elevándose con destellos, como si una lengua de lava estuviera surgiendo del suelo, mientras el embalse parecía que seguía creciendo, y sin saber cómo ni porqué, un monstruo con cinco cabezas de mujeres ensangrentadas lo devoró, y todo volvió a ser un paisaje de ensueño, donde no quedó ninguna señal, de que por allí había estado un ser vil, que veía la muerte como parte del juego. Las aves volvieron a cantar, la lluvia hizo que floreciesen los almendros, los Mármoles dejaron de temblar, el terreno volvió a ser firme, y el agua dejó de dar miedo. EL ASESINATO Carlota llegó a Madrid una mañana corriente, en la que el ajetreo de las personas que iban a trabajar, la hacían casi inexistente. Sobre las seis ya estaba en el edificio, y el portero se alegró de verla, desde que empezó su historia con Federico, no iba mucho por la capital. Miró si estaba todo en orden, abrió la caja fuerte, por si habían robado, y parecía que todo estaba intacto, si habían entrado, no tocaron nada o por lo menos nada importante. Tomó una ducha, y se fue al salón para ver la televisión, desde luego el piso en el barrio Salamanca era mucho más cómodo que la finca, además de luminoso y pensó que si la relación con Federico se formalizaba, le propondría venirse a Madrid, porque quizás no tendrían tanta intimidad, pero llevarían una vida más agradable, y tendrían la posibilidad de buscar calma, cuando quisiesen perderse por Cáceres, ya no le apetecía tanta oscuridad, Federico había traído la luz a su vida, y creía que debían tener un hogar cálido, lleno de armonía, no la sombría finca. Había comida en la cocina, supuso que Clemente o Vicente se habían ocupado de ello, tenían la llave. Entonces pensó que eso debía cambiarlo, creía que había dado la llave a demasiadas personas, y después de la conversación de Horacio con sus hermanos, veía mejor que empezar a ser más prudente. Si hay intereses,” quien hoy te quiere, quizás mañana te teme”. Lo hablaría con Federico, seguro que podría encargase de todo, sin darle explicaciones a nadie, sin venían sin avisar, se encontrarían con la sorpresa. No deshizo el equipaje, tenía de todo en su casa, solo trajo algunos trapos, por si la cosa se complicaba. Descansó durante una hora más o menos, y luego llamó a Vicente - Hola, ya estoy aquí - Genial, mañana por la mañana iré con el abogado al apartamento y arreglamos lo del Testamento, y otros detalles relacionados con la empresa - Habría que conseguir alguna prueba de sus planes - Estamos en ello, pero aún no han quedado, ni han hablado más del tema - Ojalá se quede en un mal pensamiento, todos alguna vez los hemos tenido - No lo creo, sabes que no es así - Era para consolarme, ando algo deprimida desde entonces - No te preocupes, tienes nuestro apoyo, y creo que también de Federico - ¿Lo sabes? - Lo sé todo - No te fías de mí - No me fio de las personas que se te puedan acercar, te veo vulnerable - Gracias - No las merece, también miro por mí, no soy tan bueno - Imagino - Descansa y mañana sobre las diez y media estamos por allí, para ver si lo solucionamos todo en unas horas. - Ojala, quiero volver a casa - Esta es tu casa, ya te darás cuenta Se fue a la cama temprano, quería descansar y hablar por teléfono con Federico desde allí, para estar relajada. Esperaba que no le diera sorpresas desagradables, esperaba que su mujer entendiera: se habían enamorado, y contra eso no hay costumbre que los separase. Se sentía culpable, peor a la vez el amor que sentía por Federico era demasiado grande, como para dar un paso atrás, rara vez que amas, no haces daño a alguien. Si tenía que indemnizarla económicamente: lo haría, en parte lo entendía, le iba a estropear la vida, pero quizás si no hubiese sido ella, hubiese sido otra, porque cuando en un matrimonio el amor no es más fuerte que la rutina, poco tiempo queda de vida. Así que se puso el camisón de encajes, se metió en las sábanas de raso, que tanto le gustaban. Se abrazó a la almohada, esperando que el teléfono sonase: - Amor - ¿Cómo estás?¿ Nerviosa? - No, quizás lo debería estar, pero me siento segura, os tengo a mi lado, y no hay temor que rompa, la seguridad que da sentirse querida - ¿Cuándo ves a tus directivos? - Mañana, no sé si vendrán los dos - Bueno, cuando termines con todo, me llamas y me lo comentas - Claro - Me siento algo culpable por no haber ido - Ya habrá ocasión, creo que debes arreglar las cosas con tu mujer, hacerlo bien, porque le va a doler, y aunque desee tenerte a mi lado, a una parte de mi le duele haber hecho daño - Las relaciones hoy en día no son eternas, eso era antes, cuando la libertad no se valoraba, ahora uno manda en su corazón, no lo que digan otras personas, eso quedó para la postguerra, hace mucho, ahora quizás haya peligros e incertidumbres, pero si alcanzas la libertad de amar, sea a quien sea, habrás conocido el paraíso en el Tierra, luego no se sabe con seguridad, qué nos espera - Te quiero - Duerme tranquila, ya mismo serás mi única dueña Colgó el teléfono ilusionada como una colegiala, y en el silencio le pareció escuchar un ruido en la cocina. Se asustó, iba a llamar al portero, tenían uno por la mañana y otro por la noche, hacía como de guardia de seguridad, ya sabemos cómo está el mundo hoy en día. Le pareció oír la voz de Horacio, y en parte la tranquilizó, quizás había venido sin saber que estaba ella, entraba y salía a su antojo, un error de Carlota (no lo hagan, si todo termina, aunque fuese de buena gana). Salió de la habitación, y se encontró con un hombre con un pasamontañas, iba a gritar, pero le tapó la boca, y en unos segundos un cuchillo atravesaba su corazón, dejándola apoyada en la pared, sin perder la belleza ni la elegancia. El hombre no tenía claro qué hacer, si llevarla a la cama, si rematarla. Le tomó el pulso, no quedaba señal de ese corazón, uno bueno a pesar de las desgracias, quizás demasiado inocente, para no haber intuido lo que el hombre es capaz de hacer, sin necesidad de que hubiera un gran motivo, solo la voluntad de terminar con aquello que le molestara. Entonces salió Horacio de la nada, miró fijamente al encapuchado, el asesino fue a acercarse, algo extraño, porque lo hacía calmado, y Horacio lo disparó tres veces… FINAL Pueden imaginar todo lo que ocurrió, pero se lo voy a aclarar, por si tienen alguna duda. Las razones suelen ser muy sencillas, solo que a veces se les da vueltas, para llegar a la conclusión que uno ansía: Horacio no volvió a hablar del tema con la familia de Carlota, tomó la iniciativa de buscar un asesino a sueldo por su cuenta, en silencio, así se consiguen las mejores presas, y para no dejar ningún tipo de prueba, lo mató, haciéndole pasar por un admirador enfermo: puso fotos de Carlota en el apartamento del sicario, era inteligente, además de apuesto. Y bueno, para la policía quedó en eso, en un loco, que asesinó a Carlota sin motivo, matándolo Horacio, para evitar también su muerte. Solo tuvo que decir, que fue por allí, para saludar a Carlota, porque se enteró que había venido. Todos sabían que tenía llaves, y actuaba como si aún fuera su casa. La justificación de la pistola era fácil, fue militar, y siempre llevaba una, para evitar esos sucesos, porque donde hay dinero o poder, siempre hay un inesperado peligro. Buscó una buena razón para todo, pero no contó con los directivos, quienes sabían lo que iba a pasar, pero nunca creyeron que fuese a ser tan pronto, ni de forma tan convincente. Entonces Clemente y Vicente se pusieron en contacto conmigo, porque a veces, cuando el daño es irreparable y grande, es más importante el castigo, que la justicia por ser dignos. Carlota nos había solucionado la vida a los tres, y a sus dos amigas: Natalia y Cristina, todos ayudaríamos a que tuviesen lo merecido. En un primer momento creíamos que un café exquisito, quizás les hiciera dormir, y provocando un fuego en la casa, y quedaría en un accidente doméstico. Nadie sabía que nosotros estábamos allí, y ellos podían haber ido a pasar unos días juntos, antes de que se vendiera la casa (la invitación la destruimos). La finca no cumplía con los requisitos mínimos de seguridad contra incendios, todo el mundo que hubiese ido, lo sabría, no hacía falta repetirlo. Pero no hicimos nada, creo que la justicia divina se encargó de ellos, o quizás fue Carlota, hay quien cree en los espíritus, para los cinco todo fue fruto de una casualidad, difícil de demostrar, por lo que huimos. Elías nos preparó tres coches: uno para mí, otro para Clemente y Natalia, y el último para Vicente y Cristina, a quienes Carlota unió de por vida. Y desde Europa marchamos a Sudamérica, a vivir la vida, con el dinero de nuestra amiga. A veces eso nos hacía sentir culpables, pero en el fondo sabíamos que no le importaría, porque por lo menos, su fortuna no se la quedó personas, que no la amaban, que la despreciarían. Mi esposa e hijas se vinieron conmigo, continué con el matrimonio, ya no creía que me pudiera enamorar de otra mujer, como lo hice de Carlota, y ante la simple vida que me esperaba, prefería una que ya conocía. Elías y Trinidad llamaron a la policía, tenían coartada, porque habían estado en Madrid esos días, y dirían que se encontró con el problema en la casa, y que no sabía nada de lo que podía haber sucedido, porque antes o después encontrarían los cuerpos, y sabrían quienes fuimos los verdaderos herederos, así que mejor irse, que la cárcel, porque aunque no hubiéramos hecho nada, a veces era más difícil demostrar tu inocencia, que verte como culpable, aunque fuera una crueldad, porque no llevamos a cabo nuestros planes, pero el mundo está lleno de injusticias, así que mejor una huida a tiempo, que arrepentirse por confiar en alguien ajeno a nuestros sentimientos, y eso hicimos, sin volvernos a ver, sin coincidir ni por su cumpleaños, todo se quedó en su recuerdo, solo tendríamos en común: el dolor por quien habíamos amado. Y a veces, cuando miraba a mis hijas, pensaba la suerte que había tenido, porque viví una historia hermosa, que me dio la tranquilidad en mi vida, a pesar del sufrimiento de mi corazón y de mi pecho, porque siempre me culpabilicé de no haber ido con ella a Madrid, quizás nada hubiera sucedido, quizás hubiéramos sido felices, aunque nos rodeasen personal viles, que intentaría siempre acabar con la felicidad del otro, simplemente porque ellos no sabían cómo ser dichosos. El dinero y la avaricia a veces te ciega, ante las posibilidades que el mundo te ofrece, porque eres incapaz de ver más allá, si el oro no es lo que primero que encuentras. No valoramos un amanecer sobre el mar, la Navidad con quien siempre estuvo cerca, si no hay carencias, la Tierra te da muchos privilegios para amar la vida, para amar la existencia, porque la belleza que te rodea, es mucho más importante, que la que ves en un escaparate, y quizás no pudieras obtenerla. No te ciegues por lo que no posees, disfruta de lo que puedes conseguir con dar solo un paseo con quien está a tu vera, porque todo se puede sustituir, menos a quien esperas que todos los días te abra la puerta. Y si no tienes a nadie, encuentra en ti a quien realmente deseas, porque una vez que te construyas a ti mismo, como alguien a quien tú mismo respetas, todo llegará rodado, la justicia existe, también la recompensa, aunque a veces creas que el mundo está lleno de crueldad, busca y también hallarás una bonita simpleza, tanto en la calle como dentro de tu alma, aunque quizás en un principio no la vieras. No te rindas, aunque tropieces, aunque nadie te quiera, porque siempre habrá un lugar, en donde seas tú: la Primavera, como lo fue Carlota, incluso muerta. Deja de mentirte por ser lo que no eras, encuentra el valor que hay en ti, porque existe, aunque no lo creas, y de ahí surgirán cosas buenas, que llenarán tu vida, aunque no desaparezca la pelea. Quien dijo que la vida era fácil, pocos no van a la guerra, aunque vistan mejores trajes, aunque sonrían, quizás por dentro un cáncer los alimenta. No te separes de tu camino, porque muchos te mostraran atajos con penas. Haz como Carlota, no te rindas, aunque te rodeen alimañas, esperando a cazar a su presa. Disculpen por la reflexión, quizás fue demasiado extensa, pero es la que me ayuda a seguir adelante, porque la echo de menos en cada instante. Es duro haber conocido el amor, y perderlo, creo que eso muchos lo saben, pero ya lo he dicho, la vida no es un camino de rosas. Siempre recordaré a Carlota, como el amor de mi vida, como una historia que me regaló el destino, porque a pesar del dolor, mejor vivir las cosas, que no haberlas vivido. El corazón se achicará, cuando recuerdes bonitos momentos, pero se aliviará cuando sientas un beso, porque el viento te recordará lo bello, ya que lo mundano no me robó la idealización por un amor que fue sincero, y en cada rincón del universo, encuentro señales de que será eterno, que moriré sintiendo a Carlota en lo más profundo de mi cuerpo, y estoy seguro de que si existe el cielo, me estará esperando, para tener lo que nos robaron, lo que ellos jamás conocieron ¡Ah!, por si les interesa, y para dejar un buen sabor de boca, solo mencionar que pasé la última noche con Carlota amándola, sabiendo que vivíamos un romance inmenso y correspondido, lleno de ilusión por un hermoso destino. Así que dejó este mundo, conociendo el significado de un amor verdadero, aunque estuviera rodeada de traición y de un odio perverso…
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|