Habían pasado poco más de 45 minutos desde la media noche.
En el bar no quedaba nadie, salvo yo que estaba sentado solo en una mesa junto al ventanal viendo a los transeúntes solitarios que pasaban y el tipo raro que estaba sentado en la barra.
Sonaba el “Blue jeans blues”  de “Z Z Top” al tiempo que yo echaba otro trago de mi gin tonic en vaso ancho. Bebo gin tonic porque es la única bebida que tolero bien, y la única que me avisa cuando debo parar de beber, a partir de ahí lo que me ocurra no se lo puedo reprochar.
Me quede observando los hielos de mi copa, que se habían convertido en dos uñas de cristal.- al final me lo acabare bebiendo caliente.- pensé.
El tipo que estaba sentado en la barra giro su cabeza y me miro, yo también lo mire. Aguanto mi mirada y le alcé mi copa, a lo que el me contesto girándose de nuevo hacia delante.
La guitarra empezó a llorar por los altavoces. Era la parte de la canción que mas me gustaba.
Me bebí de un trago lo que me quedaba de la copa y me dispuse a salir de aquel antro.
El tipo que estaba en la barra se levanto y me corto el paso.
 
- ¿que haces?- le dije.
 
- no salgas- me contesto el.
 
- ¿Cómo que no salga? ¿Me lo vas a impedir tu?- le dije irritado.
 
- si intentas salir, si, yo te lo impediré- me volvió a contestar.
 
 
Intente esquivarlo y me puso la mano en el pecho. Le quite la mano de un manotazo y el me empujo de tal manera que fui a dar con mis huesos contra una mesa que tenia a dos metros detrás de mi. La mesa cayó al suelo conmigo encima y me di con una silla en el costado. Me puse de pie  y salí corriendo hacia él con la intención de propinarle una buena paliza, cuando de repente se corto la música, empezó a sonar un ruido extraño, el suelo empezó a vibrar como si se tratase de un terremoto, las botellas se caían del estante que había detrás del mostrador, las paredes, el suelo, el techo, el ventanal, el tipo raro, todo lo que había a mi alrededor se comenzó a arrugarse. Era de locos, jamás había contemplado nada parecido.
Yo me estaba arrugando también, y salí corriendo hacia la puerta. Tire de ella como pude, porque al estar arrugada se atrancaba. Me dispuse a salir cuando me quede atónito y boquiabierto al ver lo que había detrás de la puerta, o mejor dicho, al no ver lo que había.
Detrás de la puerta no había nada, nada en absoluto, un abismo negro e infinito.
Me eche hacia atrás intentando poner en orden mis pensamientos, pero no podía, porque el bar estaba menguando a medida que se iba arrugando. La estanteria ya estaba tocando la barra.
El suelo, el techo y el ventanal ya habían engullido al tipo raro.
Yo me pegue contra la pared de detrás de mi, pero esta se doblo sobre mi como si se tratase de un boca.
Tan solo pude ver una grieta desde dentro por la cual se reflejaba la luz en dos uñas de cristal dentro de un vaso ancho.