Transparente
Publicado en Mar 02, 2024
Transparente, olorosa a caña inseminada por estelas de todos los azúcares. Intocable te mueves en tu sombra sembrada en mieles y aceites de tibios olivos. Mirable si de costado veo el halo de la luz que ha empapado tu torso. Elusiva del todo para el haz de mi alma, repetida en tu toalla y el espejo que espejas, repulida hasta los mínimos pliegues íntimos. No dilucidable para ojos de incrédulo. Angelada, deleitosa, placentera, amena, encantatoria en la núbil recamara, tu torso recamado de luz, casi al contacto de unas manos lavadas en sabor de azalea siento el borde de tus filos, la piel de tu silueta el goce de la instancia por ti sacralizada.... Te intuyo y, quizá, te pienso, acariciando al aire Tu belleza no oscila en el vaivén de la tierra. Tu belleza a la que sé asida de mi sangre entre ríadas de pétalos y pasos nacarados. Existes y lo sé porque suenan los crótalos enlazados al élitro y respira la estancia con sabores salinos y de uvas almendradas y recojo diadémas donde fondean pétalos que gráciles se hilan. Pasas y entras a mí y absorto está mi espíritu de tus pisadas fuertes: Ríada que refresca mis sienes con manos marítimas. Dentro de mí se aferra tu posición de mi ánima en máximo desgaste. y me abandonas luego y me toma lo lívido y vuelvo a estar exánime, agotado y exhausto que se adentra a lo adverso, más tus manos rescatan con caricias de ríos arteriales, de olas animadas y de cimas celestes. Te presiento cual lluvia en moveres exóticos, fluyendo hacia mi ánimo y una cereza densa que rozara tus lienzos, colocas en mi boca para que yo conozca lo que es vivir de éteres no de esencias precarias y pasas por mis ojos y un par de guiños dejas y los sé eternizados. Apenas te vislumbro y mucho te presiento, más a la hora del ángelus y tus vestidos tienen un toque de corola y franjas de pistilo, mi beldad oceánica. Y como lo que tácito, te elevas taxativa en la altura específica donde poder amarte con mis sentidos ácidos, bajos como gacela..... Te esperaré en las tardes niveas que te preceden para sentir aquello que tiene sello hipnótico y que estalla en sus frutos, esparciendo granadas y manzanas de lumbre y deshaciéndose muy dentro del vaho de mis ojos, poniendo tu diamante para que yo siente en tu secreto de oda, para sentir tu aliento para siempre adorado y constelar el viento con tus nuevos oxígenos que le quitan lo amargo.
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Richard Albacete