Cabes
Publicado en Jul 23, 2024
Cabes en mi, criatura diminuta:
en mi angustiada mano de destemplados hilos. Te mantengo muy cerca del cuenco de mi boca. En esa mano mía vibras y eres sedosa allí, más, a veces te creces y calzas mis zapatos y el pelo se te baja como velo a la ropa. Ligera, almibarada, melosa a lo extremo. Empalagosa creces apegada a mi tórax y lo melífluo ofreces para calmar lo mío y mi dolor te llevas sin pedirme permiso...y todo estupor mínimo. Eres como un amor intrépepido que trepa a mi cuerpo dañado, serpeando los lugares donde habita lo arisco...en atigradas cuevas y recortando al aire mis aristas amargas, mayores que las del abisinio... Pequeña y diminuta como una perla dura de rosados contrastes que al tacto te haces frágil y se ablandan tus domos, mesetas y colinas y esos valles de amparo que me quitan los lutos que Vida me clavara con mano manifiesta y se incrustaran hondo.... No te busqué en Arabia ni el color frenético de la India. Tampoco en las antípodas ni en desiertos profusos donde cazan el agua. Te hallé un día temprano en mi mano y mi boca: Untando caramelo y sensación de sávilas, restregando dulzuras en mis huellas silvestres y esta mi lengua tan rústica que asemeja al amianto y ahí fueron los sabores que disecan topacios y dan sed al diamante... y envidia a los que viven rodeados de furia: niña blanda y salvaje. Por ti sentí el apego del aire a la paloma y a su esbozo en el viento. Rodease mi cuerpo con esos besos largos y altos de tu sustancia . y en mis muslos bailáste en tus dulces baladas... Danzaste con el arbitrio del poder excesivo: Dueña de Potestades que se aferran al alma con perfecto albedrio que no diera maltratos y creaste mis poros ya cerrados al perforarme con tu aguja de idílios, lejos de la locura del hombre que no acerpa ser tu señor y siervo. Vayamos al camino que intensa paz convoca y seamos sus pétalos luego de ser pareja y jurar y rejurar un cariño bendito que admirarán los otros y en carne de volubles hagámonos y amémonos en un lecho de tilos como haciendo entre ambos la más bella debacle.
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Richard Albacete