SEALES DE VIDA
Publicado en Oct 17, 2009
SEÑALES DE VIDA
Tenía toda la intención de plantar las semillitas en un macetero, debajo de la ventana, dentro de la cocina. Siempre llamó mi atención el diseño de la hoja, posee una belleza enigmática; es como un símbolo de algo evocador, de un futuro inimaginable. Aún conservo extrañas experiencias después de inhalar el místico humo. Sin pretender hacer una apología de esta delicada figura verde con rasgos femeninos y embriagadora mirada, es quién te transporta a otra realidad. El "pucho" me trae a la memoria aquella escena ubicada en una rancha, con piso de tierra. Algunos rayos de sol se colaban por las rendijas, telarañas viejas con restos de mosca, temblando por la brisa fresca de la tarde. Allí estaba la Silvia, sentada en un cajón manzanero con las piernas separadas, el vestido delgado con estrellitas le cubría parte de su cuerpo tísico. Tosiendo siempre, con el humo llenándole la boca hasta dejar los dientes amarillos y un aliento a cenicero trasnochado. Sus pómulos sobresalientes sostenían una mirada apagada, a pesar de sus 17 años. Sus pestañas las encrespaba con una chapita de refresco "Nobis"; con un cepillo gastado se aplicaba pasta de zapato, betún "Nugget" en las puntitas "para que se vean largas" decía, al momento en que sostenía con su huesuda mano el espejo antiguo trizado, después con un fósforo usado se hacía la línea en el párpado. Así se maquillaba la Silvia para más tarde ir a juntarse con el "mijito rico" que la hacía llegar hasta el cielo, en medio del arenal de B. Norte. De ella sólo queda una corta historia y su voz alegre cantando: "corazón, corazón contento, corazoón, corazón, corazón dormido, coorazoón..." LA MANO DE NADIE
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