Mimosa: en éteres te pierdes como yo en mis vacíos.
       Tu tez de lumbre fina recorta la recamara, ni blanca ni amarilla.
        Del carboncillo eres y de trazos torneados....Más que configurada.
        De los brillos profundos es el curvado dorso, y muy frágil reflejo.
       Estás en la belleza de tu luz y en la lumbre fortísima de tu candor exacto.
       Infinitos suspiros caen en mi botana, vino reciente y dulce de tu puro reposo.
       Tienes los candeleros íntimos de la amada y el regazo tranquilo de la que quiere fuerte.
       Relumbras en la alcoba cuando suelto sonidos de solitario loco que te anhela desnuda.
       Y los soplos te pasan cimbrando cabellera y bajan por los arcos de tu escondido púbis.
   Carne que es transparencia y que agita al oído con su eterno milagro que me da su ceguera.
        Es sedoso tu ombligo y seroso por dentro....Con tu sudor ensanchas las veras de tu cama.
         Está constituída la casa en tus orígenes y son centellas largas lo que tiene tu ático,
   y hay siempre batahola en tus poros dormidos y algarabía se traza en tu torso en descanso.
        Si a contraluz de veo, te añoro en mi deseo que es de estruendo salvaje y ruidosa caída.
          Y la bruma te cerca y acepta su derrota ante tu piel lustrosa bellamente tallada.     
 
   En ti tienen su origen las danzas más lejanas y los cantos exóticos que conoce el Navajo..
   Por tus orillas bogo en tiempos paralelos y siempre eres escultura cruzada por relámpagos:
   Lugar de briosos pámpanos que el gozoso celebra porque traes la vida con todos sus epítetos. 
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