La experiencia
Publicado en Oct 18, 2009
Envuelto en la arrogancia más feroz se dejó caer el petulante de Giovanni en el grupo de muchachas inmersas en el texto de biología donde, entre bromas y travesuras, estudiaban el aparato reproductor masculino. El dibujo entintado daba cuenta en señeras rayas, curvas y rectas un miembro fláccido, sonrosado, abultado y con un prepucio que más parecía una saeta mortal. Un par de muchachas se llevó las manos a la boca e hicieron arcadas con sonrisitas pícaras, las demás se mostraron incólumes y Blanca, que era conocido su gusto por lo científico, se sentía como un médico forense ante los primeros cortes en un cadáver. Es que el muchacho de pelo castaño, delgado como un tallo, de rostro ovalado, ojos claros y modales traslúcidos, era el sabelotodo, la enciclopedia viviente del curso y como alguien lo bautizó: la mente brillante. El grupo de estudiantes cerró el texto, pero Blanca se enfadó y lo volvió a abrir, y ahí, ante los ojos de Giovanni, estaba el clásico pene en el que se señalaban conductos, vías, etcétera. La prueba era pasado mañana y ya el muchacho lo sabía todo al respecto como de costumbre y dispuesto a sacarse la mejor nota y el mejor promedio del semestre, pero Blanca, que de científica tenía la virtud de llevarlo todo a la experiencia, cuando se quedó a solas con el muchacho que no le caía mal como a las demás, le propuso estudiar juntos todo lo referente a la materia para la prueba y Giovanni que de garboso tenía hasta el aire que respiraba, aceptó de buenas a primeras. El lugar indicado: la antigua cabaña del bosque en donde jugaban de niños esos juegos tan ridículos como sin cabeza, pero de sumo entretenidos. Allí antes de la hora indicada se encontraba Giovanni y también la futura científica.
- Bájate los pantalones - le dijo ella mirándolo a los ojos y adoptando un aire de científica loca. Acto seguido se enguantó ambas manos y tomó de su bolso un par de pinzas que brillaron en la escasa luz del recinto. Giovanni se sintió intimidado, pensó que se trataba de una broma, que tan pronto tuviera los pantalones abajo iba a aparecer la horda de muchachas burlándose de él. - ¿Estás bromeando? - preguntó Giovanni acercándose unos cuantos metros hasta donde se encontraba ella con las pinzas en sus manos. - No Giovanni, no estoy bromeando, tú sabes mi gusto por la biología, además una litografía es tan pálida que pensé que en vivo y directo...podría, bueno...,tú sabes, se puede aprender más. - Estás segura que no se trata de una broma. - ¡No!, por cierto que no, créeme. - Bien, sólo con una condición - le manifestó Giovanni a escasos centímetros de ella, había tan poco espacio entre ellos que el muchacho recorrió con sus claras pupilas los labios sensuales y gruesos de la muchacha, la piel de su rostro, los pómulos, las aletas de la nariz subiendo y bajando, los párpados y todo ese conjunto le pareció tan bello como el amanecer inesperado de un día indeciso. - ¿Cuál es la condición Giovanni? - Que me dejes ver también el aparato reproductor femenino en vivo, considerando que la próxima semana tendremos la prueba. No traje pinzas ni guantes, pero prometo que será algo a la distancia. - Lo sabía, lo sabía Giovanni - se enfadó la muchacha -, tú jamás podrás entender la ciencia, lo tuyo no es más que... - ¿Curiosidad? - Pues sí, nada más, como todo lo tuyo, por lo tanto... Blanca se despojó de las bragas. Giovanni se bajó los pantalones y el mundo científico cayó sobre ellos como una tempestad.
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miguel cabeza