Todo minero se merece el cielo. 
Porque en este suelo todo padece;  es el primero que el cielo merece  por vivir y morir con desconsuelo...   Siempre duda de merecer el cielo. 
Desde niño su esperanza fenece;  su juventud de ilusión carece;  pierde su fe en lo oscuro del subsuelo...  
Habiendo sufrido toda su vida  las enfermedades sin sanatorio  debe tener en el cielo cabida.   Sin medicamentos, sin consultorio 
muy pronto su vida siempre sufrida
expira en tan penoso purgatorio.
 
 
Charcas de Aldape, S. L. P. 
Junio de 1977.