la capa mágica
Publicado en Oct 18, 2009
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LA CAPA MÁGICA
Colqui no podía creer lo que estaba viendo por eso fue corriendo en busca de su abuelo y lo trajo de la mano para que contemplara la  particular escena.
Los  veinte jugadores del equipo se habían acercado al cementerio que se ubicaba al lado de la cancha y allí, en medio de las tumbas de los antepasados; bebían y  elevaban plegarias en honor a los fallecidos.
-¿Nunca lo habías visto? preguntó el Abuelo algo sorprendido.
-¡Nunca!, ni siquiera sabía que había un cementerio junto a la cancha.
-Es que los que están allí enterrados no son mapuches comunes y corrientes, ellos fueron los hermanos Melinao, los más grandes jugadores de palín que haya producido el wallmapu, se supone que tenían un secreto. Un misterio que sólo conocían los antiguos hechiceros de nuestro pueblo y que los hacía verdaderamente invencibles en el juego.
El Abuelo iba a explicar lo que decía la gente sobre el juego espectacular de los hermanos Levinao, pero debió interrumpir su relato al ver que la verdadera marea humana que acompañaba a los jugadores comenzaba a dirigirse a los cerros que circundaban la explanada para ver el inicio del encuentro deportivo más esperado de los últimos tiempos.
En un campo de por lo menos 250 metros de largo por 30 de ancho, estaban a punto de enfrentarse las selección del pueblo mapuche  contra la  tehuelche en la final mundial de Palín, el terreno cenagoso y deshecho por una inclemente lluvia hacían prever un partido largo y difícil donde el resultado estaría determinado más por la estrategia que por los méritos, estrictamente  competitivos de los contrincantes.  Los tehuelches tenían a su favor   sus desmesuradas estaturas y  la poderosa musculatura de sus  cuerpos que untaban con grasa de ballena, los mapuches sólo disponían de su astucia y de  feroces palínes de roble.  Junto a la planicie en las faldas de las cumbres cordilleranas observaban ansiosos unos cien mil espectadores, entre animales y hombres de los más alejados rincones, era tal la expectación, que  cientos  de yaganes  y alakalufes habían desafiado los canales y las selvas más australes para estar presentes en esta junta memorable, junto a ellos esperaban la contienda guanacos y gliptodontes, milodontes y huemules que asistían con sus familias completas.  Colqui  tenía una razón especial para estar nervioso: Su Padre,  el Werkén Leftaru Ancalaf, integraba el equpo mapuche y no era un jugador cualquiera, llevaba la insignia de  capitán.
-No te preocupes Colqui le susurró el Abuelo al oído mi hijo es uno de los mejores jugadores que han existido. Un día le van rendir honores como a los Levinao.
  Un cóndor de dimensiones colosales pasó volando por tercera vez sobre el terreno de juego, ésta fue la señal de que debían comenzar las acciones.
Los Tehuelches comenzaron lanzando el balón sobre el campo contrario con una fuerza que parecía romper el balón, envueltos en las  pieles de los guanacos que cazaban parecían espectros fantasmales que avanzaban sobre la tierra mojada, levantando en chorro el agua de los charcos. Los mapuches respondieron el primer ataque  replegándose en una posición de montaña invertida que hizo caer a sus costados  a los gigantes patagónicos. Concientes del fracaso de su primera embestida, los tehuelches comenzaron a frenar sus asaltos y trataron de retener la pelota para esperar un descuido del adversario y penetrar en el campo rival con un plan más elaborado. No les resultó fácil los mapuches cambiaban una y otra vez de posición y siempre lograban engañar a sus oponentes, sólo al caer de la tarde la fuerza de los tehuelches terminó por imponerse a los mapuches, un jugador fatigado hasta el límite, cayó y dejó un claro en la retaguardia mapuche por donde ingresaron tres jugadores sureños, el primer tanto lo lograron los tehuelches a la luz del crepúsculo. como el partido se jugaba a los siete derrotas del contrario, el partido debió extenderse hasta el día siguiente.
El segundo día comenzó con malos presagios para el equipo mapuche, a pesar de las instrucciones que por más de una hora impartió antes del partido el werkén Ankalaf los mapuches apenas resistieron un par de minutos el primer embate de los patagónicos , uno de los hombres de mayor talla logró ingresar al terreno mapuche y con un terrible golpe de su palín lanzó el balón desde más de 50 metros, logrando atravesar la marca de victoria. En ese momento Leftraru lanzó un gritó que atravesó ambas laderas del valle longitudinal ¡Hermanos resistan, pongan su corazón junto al de nuestros antepasados y resistan!.
Ese gesto, al borde de la desesperación pareció darle nuevos bríos a los hombres del pueblo de la tierra  que en una reacción memorable resistieron durante el resto el día los cada vez más salvajes y violentos embates de los enemigos.
Con la llegada de la noche, ambos equipos se retiraron nuevamente a sus respectivos campamentos, mientas los tehuelches dormitaban en sus toldos, el elenco mapuche, que usualmente no solía ni siquiera visitar a sus familias durante estas contiendas,  aprovechó la oscuridad para ir a sus rucas y abrazar a sus esposas e hijos. Leftaru besó durante varios  minutos a Guacolda y luego con sus brazos cubiertos de moretones y llagas, entrelazó a sus dos hijos. Colqui, un poco avergonzado, comprendió que Papá estaba extenuado y quizás deseoso de que el partido terminara. Los cuatro se quedaron dormidos  sobre una tersa suave piel de pudú.
El tercer día transcurrió como una pesadilla interminable, en un momento  de la tarde un jugador tehuelche saltó sobre la inexpugnable formación de los mapuches, uno de los  jugadores más fuertes de la veintena mapuche  el lafquenche Quintremán trató de tomarle de una pierna, pero la potencia del tehuelche le permitió zafarse y llevar la pelota nuevamente hasta la marca de la victoria.
El cuarto, quinto y sexto día no variaron la situación, a pesar de sus mayores esfuerzos, los jugadores mapuches no lograban contener a los gigantes patagónicos y se creyó necesario tomar una decisión: Los caciques de nuestro pueblo solicitaron una reunión con Leftaru  y en el estilo directo de los mapuches, uno de ellos se dirigió a su mente y a su corazón:
-Supremo Werkén, somos testigos del valor y la destreza que han desplegado, pero... hay que aceptarlo, el campeonato mundial de palín será para el equipo tehuelche; un hombre normal no puede competir contra un extraordinario y sea cual sea nuestra disposición, en esta oportunidad, la fuerza ha sobrepasado a la inteligencia.
Leftaru permaneció en silencio como si su mente divagara en otro lugar del universo, por lo que otro cacique reiteró la opinión
-Debemos retirarnos y dar por ganadores a los tehuelches.
Leftaru  se mantuvo en silencio.
-Por lo demás hay otra causa en las montañas aledañas el público comienza a impacientarse, la chicha y las pendencias se han extendido antes y después de los partidos ya se han enfrentado hombres contra milodontes y los tigres dientes de sable, partidarios de los tehuelches han amenazado con devorar mujeres y niños mapuches. 
El semblante de Leftaru se contrajo por un momento  hasta que pudo articular una respuesta digna de un mapuche:
-Hermanos les doy las gracias, pero así como en la guerra, también en el palín debemos demostrar dignidad y creo que vamos a culminar el juego en la marca de la séptima victoria.
-Pero igual seremos derrotados.
-¡No necesariamente! dijo un hombre que estaba sentado en una de las últimas filas.
Era el Abuelo de Colqui que con voz firme pidió que lo escuchara la asamblea.
Antes de que comenzara el juego le expliqué a mi nieto,  la tradición de visitar a nuestros antepasados, en especial a los Levinao que fueron los jugadores más diestros  y  famosos del Wallmapu.Se dice que vencieron a todos los pueblos de la tierra. . . .incluso , a los tehuelches
-¿Qué tiene que ver eso, ahora vamos a vencerlos con historias del pasado? Intervino con impaciencia uno de los caciques más jóvenes
-Si tienes el respeto de escuchar a un anciano te explicaré:
_ Se decía en ese tiempo que los Levinao tenían un secreto, sus capas rojas eran teñidas con un copihue especial que sólo crece en el Cerro Ñielol, esto era los que les daba un poder especial frente a sus adversarios, pero hay más el equipo debe estar integrado, a lo menos, por un  niño, de hecho, los Levinao, no tenían más de diez años cuando comenzaron a vestir sus capas mágicas.  Nadie dudó en el nombre del único niño que había demostrado un valor sin par. Colqui debía vestir mañana la capa y darle el triunfo.
Por un momento el mismo Leftaru pensó que toda esta historia no era más que una leyenda absurda ; pero la sabiduría de los ancianos y la bondad de  la magia benigna terminaron por convencer al Werkén. Colqui aceptó de inmediato la misión y se fue a dormir para tener las  fuerzas necesarias  al día siguiente.
Un Chuncho de vuelo maravilloso recibió verbalmente las instrucciones de ir durante la noche  a conversar con la machi de Ñielol para que ésta recogiera el líquido prodigioso de l copíhue . recién al despuntar el alba el ave sagrada trajo en su pico una bolsa con el colorante , en pocos minutos las capas de todos los jugadores fueron embadurnadas de  esta preciosa sangre vegetal, especialmente la de Colqui que ahora debía acompañar a su Padre.
Cuando el elenco mapuche salió a la cancha encabezado por un niño y vistiendo vistosas vestimentas rojas los tehuelches se burlaron ruidosamente.
El séptimo día comenzó prácticamente igual para los mapuches que apenas lograban resistir los ataques de los patagónicos. Habían perdido toda esperanza cuando Colqui intentó ir tras un balón, en ese momento, sintió que sus piernas se despegaban del suelo y con un salto de por lo menos tres metros sobrepasó las cabezas de los rivales y cayó sobre su campo llevando la pelota con el palín hasta la línea de marca.Miles de voces en mapudungun estremecieron los cerros que rodeaban la cancha cuando esto se repitió por segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta vez, al final de la tarde Colqui volvió a saltar sobre sus oponentes y dio un pase a su Padre que con gran seguridad y precisión lanzó el séptimo golpe que traspasó la línea de marca.  Un puñado de lágrimas de emoción se mezclaron con la lluvia que comenzaba a caer sobre la selva ancestral El Juego había terminado el campeonato mundial de Palín era para el Pueblo Mapuche, esta vez y para siempre, la sabiduría y la inteligencia se impondrían a la fuerza.                                
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Foto del autor pedro pablo gac becerra
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Descripción

Es un relato fantástico del pueblo mapuche

Palabras Clave: La capa mágica

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Fantasía



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