El organillero.
Publicado en Oct 20, 2009
Voy por las calles tocando el organillo
y veo cantidad de hombres desquiciados. Miro mujeres de deslumbrante cintura: Vivifican al día con sus largas cabelleras. Ellos van dispersos en el vaho y ellas son coquetas, grupales y preciosas. Hay soldados de liberta prepotencia y meretrices persiguiéndo a sus vástagos. Hay quienes mueren en su suicidio gótico y otros intentan en vano retomar su vida. Pasan los réprobos haciendo lo tortuoso y los más probos ejecutando travesuras. Enfermos y sanos no se enfrentan: Simplemente coexisten con las otras floras. Hay hombres considerados con sus órganos que sólo consumen y usan aquello que es orgánico. Hay creyentes casi impersonales y todos piensan poseer el Credo Único y que a los demás les alcanzará el infierno. Está el morboso recogedor de impuestos queriendo siempre perjudicar al asalariado. El día nos muestra su existencia dejándonos consumir uno o dos cigarrillos. Yo me aparto de cualquier delincuente y brinco sobre los charcos de las tretas. Los maleantes se deleitan haciendo crucigramas mientras esperan apacibles que fluctúe la noche. Yo soy solo un organillero canoso que toca entre sesgados haraganes. El oficio me da para vivir y una vez tuve un monito compulsivo que murió de muchas ansias y abstinencias y de tanto comer maníes rancios. Es posible que yo sea algo impulsivo pero la pobreza ya hizo en mí deterioro y me siento como un mástil del todo exterminado.
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