Acontece que amo tus rituales
al igual que amo tus formas inauditas.
Amo el bocadillo que haces meticulosamente
y saborisas con mermelada y rúgula.
Tus detalles casi sincronizados
a los que asignas importancia trascendente.
Amo verte moverte filosófica
mientras desfilas en tu casa como estela
arreglándo las cosas a tu paso.
Me gusta verte sencilla y riente
en tus blancas zapatillas espumantes.
Eres orden único al que contemplo:
Mujer majestuosa en su recinto.
Creciente y húmeda a la hora del amor
cuando todo es sollozo alegre y fecundidad.
Caes sobre mi ser, concéntrica
y tiene tu cuerpo la forma de un latido.
Admiro tus curvas y vertientes perfectas
y tus piernas plenamente depiladas.
El ornato fugaz de tu acento
y tus pechos de sándalo y alóe.
Yo muerdo tu cuerpo hasta el cansancio
mientras reptamos en la cama reforzada.
Siento tu respiración constantemente en mí:
Se hace más sonora en la cima de la dicha.
Nos diseminamos y juntamos en la alcoba
confesos de una inclemente conección.
Incurrimos en los milagros y pecados
de los seres que se aman infinitamente
y están hechos el uno para el otro.