Caminar de noche
Publicado en Oct 22, 2009
Soy proclive a caminar de noche
después de los perjurios del ocaso. Me gusta sentirme existir en las frases que labra el viento con sus finas hebras. Dejo mi revoloteante raciocinio debajo de cualquier piedra pequeña. Y dejo también mis áridos cuestionamientos y mi tendencia a comprenderlo todo. La oscuridad se abre en alardes y hay cientos de estrellas recién acontecidas. Caen pesadamente las religiones postizas y quiebran matorrales y aleros. La luna recrea por segunda vez sus estatutos y hay gran tránsito astral en pasarelas: Las constelaciones son modelos de la más alta moda que son contratadas por las firmas francesas. Aquí las hembras despliegan su belleza y elegancia y a otros brazos se van entregando enfáticas. Me roe y roe una tibia comezón que un retazo lunar deja en mi nuca. Deletreo al mundo en cuartillas e interpreto sus claves silenciosas. Hay melancolías y lejanos murmullos y la celopatia se da al por mayor. Yo me entretengo entre miles de vocecillas que me comentan sobre el destino de mi piel mortal. Desde los pliegues de mi vestimenta la fina luz estática comienza a desflorarme y voy terminando por volverme un recuerdo perdido entre sordas y ténues campanadas y las ansias de aniquilación que destilan los astros que andan exiliados en sus vanas prepotencias.
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