Raspal
Publicado en Oct 22, 2009
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La noche llegó a la ciudad, y con ella llegó Raspaúl.
Raspaúl apareció detrás de una chimenea sobre un mar de tejados cubiertos de tejas. Brincaba de un tejado a otro, de una chimenea a otra. Se alimentaba de los gatos despistados que se encontraba en su camino.
El era un ser escuálido, de piernas largas como palos, de brazos casi tan largos como las piernas, nariz aguileña, de barbilla puntiaguda y de unas manos tan huesudas, que cuando las abría parecían enormes arañas.
Ese día tenia ganas de alimentarse de un niño, no lo hacia habitualmente para que no sospechasen de su existencia, pero ese día realmente le apetecía.
Recorrió media ciudad buscando un ático o una buhardilla donde algún crió tuviese su habitación y estuviese dormido(los prefería dormidos para poder despertarlos él). Había dejado pasar un par de gatos atolondrados pensando en el suculento plato que le esperaba.
De repente, cuando paso delante de la ventana de un ático, algo llamo su atención. Se acerco sigilosamente a la ventana y asomo su enorme nariz para contemplar lo que pasaba en la casa.
 
El padre estaba de pie junto a la chimenea, tenía el semblante serio, duro como siempre, pero esta vez había algo triste en su mirada. Sus ojos vidriosos reflejaban el vaivén de las llamas brotando de los troncos que se consumían en la chimenea.
Los dos críos, que estaban detrás del padre se abrazaron a sus piernas con los ojos llenos de lágrimas, le suplicaron que no lo hiciese. Este los miró y sonrió tristemente.
La madre yacía en la cama, inerte, blanca, fría, hermosa, con el pelo mojado y un par de mechones que le cruzaba la cara, ocultando parte de su majestuosa cara sin vida.
Raspaul pensó en seguir con su búsqueda. A él le gustaba que el miedo se reflejara en los ojos de sus victimas y matarlas el mismo, no le gustaba la carroña ni las sobras de los demás.
El padre cogió a sus dos hijos y los llevo al baño. El suelo del baño estaba encharcado, la bañera medio llena, el toallero descolgado, y las toallas desparramadas por el suelo, los zapatos de la madre al lado de la bañera, dejados, olvidados, perdidos para siempre.
Los críos lloraban desconsoladamente, sabían lo que les tocaba. Su padre les decía que todo iba a salir bien, que no tenían de que preocuparse. Cogió a los dos críos y los metió en la bañera. Los niños pataleaban a la vez que chillaban y sollozaban. El agua salpicaba en los azulejos verdes que cubrían las paredes del baño.
El padre los agarro a los dos por el cuello y los sumergió en el fondo de la bañera. Los críos se revolvían bajo el agua.
El padre al tiempo que apretaba con más fuerza, decía que pronto se reunirían con su madre. Una araña con el tamaño de un centollo apareció con las patas abiertas cubriendo su rostro.
Raspaúl agarro la cabeza del padre y lo lanzo hacia atrás.
Los niños sacaron la cabeza del agua y empezaron a toser mientras cogían aire desesperadamente. Semiinconsciente observaron con terror como un ser desagradable y con los ojos amarillos arrastraba a su padre de la pierna izquierda mientras este intentaba deshacerse de la mano opresora de su captor, intento agarrarse al pie del lavabo, pero para Raspaúl apenas ofrecía resistencia.
El padre intentaba escaparse golpeando la atenazadora mano de Raspaúl con la pierna derecha, pero Raspaúl seguía su camino hacia el balcón por donde había entrado.
-¿Papa…….? ¿Papa…….?-preguntaba uno de los hijos, obteniendo por respuesta un silencio sepulcral.
Los niños se salieron de la bañera convirtiendo en fuente cada pedazo de tela sobresaliente. Muy lentamente avanzaron tras los pasos de terrible ser. Querían ver a su padre, que aunque trato de matarlos, era el único reducto de realidad que les quedaba tras ver lo sucedido.
Llegaron al salón de la chimenea, pero no había nadie, solo un frió invernal que entraba por el balcón y que ni el fuego de la chimenea lo podía menguar.
Los niños se acercaron al fuego titiritando y con los dientes castañeándoles. Estaban helados, tristes, cansados, aturdidos, al borde de la inconsciencia. Lloraban sin apenas fuerza, y llamando a su madre se quedaron dormidos con el calor del fuego.
La policía, avisada por los vecinos que escucharon la trifulca, tuvo que tirar la puerta a bajo al no contestarle nadie cuando llamaron a la puerta.
Recogieron a los dos críos y se los llevaron envueltos en mantas a la comisaría, el forense levanto el cadáver de la madre y la policía científica recogía pruebas en el escenario del crimen.
El jefe de policía llamo por teléfono pidió una orden de búsqueda contra el padre.
Raspaúl, que estaba en el tejado de enfrente observándolo todo, agachado y con los codos apoyados en las rodillas, se dijo para si mismo –si, buscad al padre, jajaja.-
Raspaúl se levanto, miro hacia un lado, escupió un ojo, después se dio la vuelta y cuando se disponía a irse, un gato atolondrado se cruzo en su camino. Raspaúl le dio una patada que mando al gato dos o tres tejados mas adelante y después se alejo brincando por los tejados.
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Foto del autor Aete
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Descripción

Palabras Clave: Raspal

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Terror & Misterio



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Aete

gracias Miguel, me alegro de que te guste
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October 29, 2009
 

miguel cabeza

Impresionante. Me la llevo a favoritos
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October 29, 2009
 

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busy