Se ha consumado el amor
en los tendidos cuerpos depurados
purificados en tu rincón zen.
Hemos ardido como hogueras
bajo el estupor de tus arcángeles,
bañándonos en besos y caricias.
Se ha consumado el amor
en dos seres blancos y rosáceos
que han intercalado pasión y calma
en el paréntesis de la cama sonora.
Nos hemos casi crucificado
sobre las diéresis del minicomponente
y los ojos de una mariposa incomprendida.
Hemos repartido nuestros amores
en los pistilos de la sombra mística.
Entre mimbres y juncales invisibles
fuímos dos cuerpos condensados en uno.
Bajo las luces del techo hidrópico
intercambiamos vapores y fluídos
a la mirada de las velas caloríficas.
Caían las gotas de una mirra sensible
siendo tan solo hechos en el ocaso
bajo las petulancias del cielo constelado
y el ulular de tu risa principesca.