Bajo un largo silbido nos amamos
degustando las champañas del mundo.
Somos a la vez atrevidos y mudos:
Jinetes galopando la cama hospitalaria.
Con tu sabor de pulcra trementina
vuelcas tus florestas sobre mí.
Es entonces que intercambiamos besos
bajo los acordes de todas las paciencias
y, a veces, rozando el frenesí.
Relinchamos entre las blandas paredes
bajo los almohadones tersos
y nuestros diafragmas se ahogan a la vez:
Nos entregamos con gula ilimitada
como dos libertos sediciosos.
En una pasión servil de uno al otro.
Amándonos en franca lealtad.
La habitación vibra a nuestra presencia
mientras intercambiamos consuelos y gemidos
a la luz de unas velas convencidas
que suben hasta el cielo como bellos arietes
mientras me perfumas con tu boca anisada.