- ¿Dónde están los zapatitos
de nuestro hijo muerto?.
> He tirado otro corazón a la papelera.
- Lo digo en serio.
> Yo también lo digo en serio.
- ¿Tengo que poner mi boca en la tuya
para que te calles?.
> Eso me duele más
que el mundo que te inventaste.
- ¿Por qué yo?.
> Eso digo yo, ¿Por qué tu?.
Pareces una pregunta existencial.
- Tengo problemas con la droga
y con mi familia, soy muy difícil,
no te enamores de mí. No entres aqui.
> Ya es demasiado tarde.
Tengo problemas conmigo.
Me estoy quedando sin palabras de tanto pensarte.
Estoy perdiendo el pelo.
Sigo tragándome tus penas
para ayudarte y tu imagen de niña buena
con ojos de luna para ayudarme.
¿Por qué me atormentas sin querer?
¿Hasta donde llega este pozo?.
- Yo no te pedí que me escribieses
todas estas poesías,
tampoco te obligo a que me quieras.
> La enfermedad me dice que no enferme.
Presta palabras al menos a esa idea tuya
para que se duerma
en mi estómago.
A veces me obliga a vomitar.
- Mi cara huele a felpudo.
Me rompo muy fácilmente
y estoy harta de visitar hospitales,
tengo el dibujo de mi cara en las manos
a causa del rimel y el carmín.
> Cada vez que me miras
te quitas las telarañas. No puedo seguir así.
Casi prefiero verte muerta.
¿Quién ha hecho que nos encontremos?.
Puede que te pararas en lugar de salir corriendo,
o dijeras que sí en lugar de decir que no
a alguna estúpida pregunta.
- No sé quién ha hecho esto.
No quiero causarte ningún daño
lo siento de verdad.
> En este vertedero no caben más mentiras,
tengo el corazón tan negro
que se puede ver desde donde tu estás.
- Nunca quise abrir las ventanas.
> Nunca supe que las heridas
pudiesen estar fuera del propio cuerpo
y hablar por sí solas.
Tengo la sensación de que
cuanto más te sigo más te pierdes
y cuanto más te olvido
más me muerdes desde atrás.
- Sé cómo te sientes,
yo alguna vez estuve como tú.
> No sé si se puede estar más muerto.
Hoy me voy a encontrar contigo en forma de puñal
y lo sabes.
- Lo que sucede
es que no me ves cuando estoy a solas.
> Eso no es cierto,
tu ves mi soledad y yo veo la tuya.
Eso es lo que me atormenta
- Lo siento. No puedo cambiarme.
> Pero si que puedes ir a visitarte en autobus.
- Lo siento. No puedo cambiar nada,
todo es demasiado rápido.
> No... El que lo siente soy yo.
- ¿Por qué?.
> Por decirte que te quiero.
Quizá los zapatitos de nuestro hijo
estén en cualquier banco,
manchados del barro de lo que nunca ocurrió.
¿Los buscamos?.
- No.
Espera sólo a que estemos igual de muertos.