Transito las cordenadas del silencio:
Hace tiempo que llegó mi venida.
Ahora debo partir en el azul
que la hora constelar me tiene señalada.
Llevo de aquí todo lo que me falta
y que se me perdone cualquier falla o equívoco.
Mis ojos se están de nuevo abriéndo al mundo
lleno de bajeles y femeniles carnes.
Allá andaré en otros cuerpos nuevos
y besaré finas bocas levantadas.
Tocaré nacaradas cinturas
y moveré pollinas de color violeta.
Hallaré en otros brazos los perdones
para mi funesta persistencia a partir.
Creí que tus sabores eran curativos
y que podría estar en ti con mis fogatas.
Pero también te consumió mi lumbre
y la presencia trivial de la rutina.
No volveré jamás, pues no volteo:
Mi opción es la del simple caminante.
Me llenarán y limpiarán otros abrazos
y en otras mujeres quedaré esculpido.