El color de sus ojos.
Publicado en Nov 04, 2009
Se entó a la mesa con el íntimo deseo de no volver a ver nuevamente fideos en su plato...
Angélica había salido temprano ese dia con destino a la feria de las pulgas que se instalaba solo los últimos sábados de cada mes. Casi no había dormido esa noche por la preocupación de quedarse dormida y no levantarse a tiempo para ocupar un sitio antes de que la cuadra se llenara. El paisaje multicolor de los feriantes no lograba ocultar la necesidad de los vendedores. Muchos rostros huesudos recordaban el de su marido y su delgadez extrema; sabía que la situación económica no era buena para nadie, pero jamás se imaginó que no tendria otra cosa para comer que fideos. Se ubicó al llegar a una esquina, colocó un paño directamente sobre el suelo y ubicó estrategicamente las últimas cuatro cosas que que aún no había vendido: un vestido, un trabajo de manualidad hecho por su hijo en la preparatoria, la biblia y un espejo de cartera... las horas pasaban y y el sol marcaba sobre su cabeza el medio dia. El que sólo tuviera un tenedor como servicio, parecía ser el indico de que nuevamente serían fideos... Con la ansiedad propia que le generaba la cercanía de la hora de la comida y con la preocupacíón de necesitar llevar algo para comer que no fueran fideos, esperó a que pasara alguien con una facha que indicara que llevaba algunas monedas en su bolsillo y saltó sobre él. -Señor, por favor... Tengo esta manualidad... la hizo mi hijo, tiene un gran valor para mi... veala, por favor El tipo la miró a los ojos con cierto espanto... podía reconocer que el trabajo tuviere un gran valor emocional, pero sin duda que no valía nada. La cara de Angelica denunciaba una imperiosa necesidad. Metió la mano la bolsilló y saco 100 pesos; los puso en la mano de ella. -Pero señor, esto es muy poco... por favor. La cara del hombre se endureció. -Tomelo o déjelo... Angelica tomo la moneda y con lagrimas en los ojos vio como el tipo tiraba la manualidad en el fondo del bolso, no la volveria a ver. No queria imaginarse lo que sucederia si nuevamente en el plato venia fideos... Con cien pesos no tenía para comprar algo distinto. A penas podría compara una cebolla, o una zanahoria o un huevo. Penso en el huevo... ¡¡¡SI!!! eso un huevo, fideos con una mitad de huevo duro, asi sería, se entusiasmo con la idea, sabía que con eso podría calmar por al menos ese dia la ira de su marido. Levanto sus cosas y partio a comprar el huevo. Imaginaba tambien un trozo de carne Llegó a casa y cocio los fideos y en el mismo tiesto puso el huevo, coceria ambas cosas con la misma agua. Los escurrió y pelo el huevo muy despacio, no queria que el sonido de la cascara la delatara por anticipado y se perdiera la sorpresa, sirvio los platos y los llevo a la mesa, lo puso justo bajo la cara de su marido y este lentamente bajo la vista. Angelica vio como su puño se fue cerrando en torno al tenedor, poco a poco el exceso de fueza sobre el metal comenzo a colocar sus dedos blancos, sin embargo, la cara de su marido estaba roja... los ojos llorosos y la frente sudorosa daban cuenta de que estaba furiioso.... No alcanzó a reaccionar antes de que su marido le saltara encima con el tenedor en ristre. Sus debiles piernas no soportaron el cuerpo del agresor y cayo al piso estrepitosamente, tenia a su hombre encima y los ultimo que vio fue cuando hecho su brazo atras, antes de sentir como los dientes del tenedor se clavaban una y otra vez sobre sus ojos.
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Verano Brisas