EL JUEGO Y SUS REGLAS
Publicado en Nov 09, 2009
El JUEGO Y LAS REGLAS
Lic. Irma Liliana del Prado Para Jean Piaget Vincula los juegos al nacimiento del juicio moral y la autonomía en el niño, distinguiendo la captación de la regla en los menores de 7 años, estos las consideran como “sagradas”, intangibles y de origen trascendente, y los mayores, ven en la regla un producto de acuerdo entre contemporáneos, admitiendo, por tanto, modificaciones si hay consentimiento para ello. No obstante, el hecho de que las reglas sean establecidas por ellos y que tengan libertad para modificarlas, crea una diferencia abismal en el aprendizaje de regirse por ellas. El juego se sitúa siempre entre “la regla y lo arbitrario, lo secreto y lo compartido, lo prohibido y lo autorizado, lo incierto y lo codificado, lo real y lo ficticio”. Para ello en los juegos reglados el niño juega a la integración social, la simula. Para Wallon: El juego se presenta como un contraste entre una actividad liberada y aquellas a las que se integra, si no se imponen reglas, la acción que se libera de sus restricciones habituales tiende a perderse rápidamente en repeticiones monótonas y fastidiosas. Aunque advierte, por otra parte, que la no-comprensión de las reglas o su imposición restringida puede llevar al niño a jugar a saltárselas recurriendo a las trampas. Algunas veces tendemos a creer que, llevados por la dinámica evolutiva del juego en el niño, sólo existen reglas en los juegos reglados, regulados o colectivos; sin embargo una mirada un poco más atenta nos conducirá a descubrir que la regla (aunque sea la que uno mismo se impone) está presente en el juego del niño mucho antes. Para Vigotsky El surgimiento de las reglas del juego va aparejadas con la capacidad de imaginar que posee el niño. “Siempre que se produzca una situación imaginaria en el juego habrá reglas...y del mismo modo que toda situación imaginaria contiene reglas de conducta, todo tipo de juego con reglas contiene una situación imaginaria” (1979). Para Elkonin Sostiene la tesis de que la regla aparece junto a la representación del papel en el juego protagonizado. Respecto a sus dichos: “Pese a la diferencia exterior existente entre los juegos con personajes y los juegos con reglas, sin rebasar los límites de la edad preescolar, guardan una unidad interna tan grande que puede hablarse de una sola trayectoria evolutiva del juego en el que resaltan, sólo al final de la edad preescolar, reglas convencionales totalmente desligadas del argumento” LA COMPETICIÓN EN EL JUEGO. En primer lugar estarían aquellos que opinan que el niño está rodeado de competición en la sociedad en que vive, que ya de por sí esta es competitiva y la escuela no debe fomentarla, pues afecta a los perdedores, en resumidas cuentas ofrece pocos aspectos educativos, los que proponen, instaurar la cooperación en las tareas escolares y sobre todo en los juegos. Por otra parte se encuentra la opinión de aquellos que creen que la competitividad no es tan adversa, que no importa que prime en los juegos y que la escuela deba formar niños precisamente para insertarlos en la sociedad competitiva en la que se vive. Es preciso, pues, exponer a continuación otro propio punto de vista, no todo es negativo en la competitividad (ser “competente” significa, también, ser idóneo, saber hacer bien las cosas) y hemos de hacer un esfuerzo por situarla en el contexto de la evolución del niño. Siguiendo a Kami y De Vries (1988) expresan que hasta cerca de los 5 años los niños no pueden competir en los juegos en virtud del egocentrismo de su pensamiento, que les impide situarse respecto al otro y adoptar su punto de vista. “La capacidad de los niños pequeños para competir en los juegos es un hito en su desarrollo y no un rasgo de su personalidad. Por eso es importante distinguir entre comparar resultados y competir. Lo primero es una condición necesaria, pero no suficiente, de lo segundo. La competición es una comparación y algo más: tratar de superar al otro o de ser más listo que él” Marcan dos formas fundamentales de hacerlo: la primera no hacer nada y dejar que los niños sigan jugando a su manera (aprender a observar), y la segunda presentar el juego de una manera no competitiva desde el principio (esto último se contrapone relativamente con lo que han estado sosteniendo sobre la competición). Jean Piaget reducen a cuatro los principios de enseñanza para los juegos competitivos: 1) Quitar importancia al hecho de ganar. 2) Verbalizar que no pasa nada si se pierde. 3) Permitir que los niños eviten la competición si lo desean. 4) Jugar a juegos de azar. Es importante, no obstante, hacer acopio de maneras diversas para transformar un juego competitivo en uno no competitivo o, si es posible, en cooperativo. El JUEGO Y LAS REGLAS Lic. Irma Liliana del Prado Para Jean Piaget Vincula los juegos al nacimiento del juicio moral y la autonomía en el niño, distinguiendo la captación de la regla en los menores de 7 años, estos las consideran como �sagradas�, intangibles y de origen trascendente, y los mayores, ven en la regla un producto de acuerdo entre contemporáneos, admitiendo, por tanto, modificaciones si hay consentimiento para ello. No obstante, el hecho de que las reglas sean establecidas por ellos y que tengan libertad para modificarlas, crea una diferencia abismal en el aprendizaje de regirse por ellas. El juego se sitúa siempre entre �la regla y lo arbitrario, lo secreto y lo compartido, lo prohibido y lo autorizado, lo incierto y lo codificado, lo real y lo ficticio�. Para ello en los juegos reglados el niño juega a la integración social, la simula. Para Wallon: El juego se presenta como un contraste entre una actividad liberada y aquellas a las que se integra, si no se imponen reglas, la acción que se libera de sus restricciones habituales tiende a perderse rápidamente en repeticiones monótonas y fastidiosas. Aunque advierte, por otra parte, que la no-comprensión de las reglas o su imposición restringida puede llevar al niño a jugar a saltárselas recurriendo a las trampas. Algunas veces tendemos a creer que, llevados por la dinámica evolutiva del juego en el niño, sólo existen reglas en los juegos reglados, regulados o colectivos; sin embargo una mirada un poco más atenta nos conducirá a descubrir que la regla (aunque sea la que uno mismo se impone) está presente en el juego del niño mucho antes. Para Vigotsky El surgimiento de las reglas del juego va aparejadas con la capacidad de imaginar que posee el niño. �Siempre que se produzca una situación imaginaria en el juego habrá reglas...y del mismo modo que toda situación imaginaria contiene reglas de conducta, todo tipo de juego con reglas contiene una situación imaginaria� (1979). Para Elkonin Sostiene la tesis de que la regla aparece junto a la representación del papel en el juego protagonizado. Respecto a sus dichos: �Pese a la diferencia exterior existente entre los juegos con personajes y los juegos con reglas, sin rebasar los límites de la edad preescolar, guardan una unidad interna tan grande que puede hablarse de una sola trayectoria evolutiva del juego en el que resaltan, sólo al final de la edad preescolar, reglas convencionales totalmente desligadas del argumento� LA COMPETICIÓN EN EL JUEGO. En primer lugar estarían aquellos que opinan que el niño está rodeado de competición en la sociedad en que vive, que ya de por sí esta es competitiva y la escuela no debe fomentarla, pues afecta a los perdedores, en resumidas cuentas ofrece pocos aspectos educativos, los que proponen, instaurar la cooperación en las tareas escolares y sobre todo en los juegos. Por otra parte se encuentra la opinión de aquellos que creen que la competitividad no es tan adversa, que no importa que prime en los juegos y que la escuela deba formar niños precisamente para insertarlos en la sociedad competitiva en la que se vive. Es preciso, pues, exponer a continuación otro propio punto de vista, no todo es negativo en la competitividad (ser �competente� significa, también, ser idóneo, saber hacer bien las cosas) y hemos de hacer un esfuerzo por situarla en el contexto de la evolución del niño. Siguiendo a Kami y De Vries (1988) expresan que hasta cerca de los 5 años los niños no pueden competir en los juegos en virtud del egocentrismo de su pensamiento, que les impide situarse respecto al otro y adoptar su punto de vista. �La capacidad de los niños pequeños para competir en los juegos es un hito en su desarrollo y no un rasgo de su personalidad. Por eso es importante distinguir entre comparar resultados y competir. Lo primero es una condición necesaria, pero no suficiente, de lo segundo. La competición es una comparación y algo más: tratar de superar al otro o de ser más listo que él� Marcan dos formas fundamentales de hacerlo: la primera no hacer nada y dejar que los niños sigan jugando a su manera (aprender a observar), y la segunda presentar el juego de una manera no competitiva desde el principio (esto último se contrapone relativamente con lo que han estado sosteniendo sobre la competición). Jean Piaget reducen a cuatro los principios de enseñanza para los juegos competitivos: 1) Quitar importancia al hecho de ganar. 2) Verbalizar que no pasa nada si se pierde. 3) Permitir que los niños eviten la competición si lo desean. 4) Jugar a juegos de azar. Es importante, no obstante, hacer acopio de maneras diversas para transformar un juego competitivo en uno no competitivo o, si es posible, en cooperativo.
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